IRON MAIDEN: Albums Ranked
Por Santino G. Barbas
“¿Quién no tuvo una camiseta de Iron Maiden?” es la primera pregunta que se me viene a la mente cuando pienso en una de las bandas más legendarias y grandiosas de la historia del Rock y el Metal, y uno de los exponentes más fructíferos en la cultura corporativista del negocio de la música. Y es que a los británicos se les da bien esto de generar subgéneros dentro de la materia prima que los norteamericanos gestaron y alguna vez llamaron Rock n’ Roll, dejando a los ingleses el lado más sutil y el perfil de mayor clase a la hora desarrollar el género en cuestión.
Iron Maiden ya es una institución. En el transcurso de casi medio siglo, han llegado a encarnar un espíritu de intrépida independencia creativa, una feroz dedicación a sus fanáticos y una alegre indiferencia hacia sus críticos que les ha ganado seguidores que abarcan todas las culturas, generaciones y zonas horarias. Una historia de determinación valiente y desafío acérrimo de los detractores. La suya ha sido una aventura como ninguna otra.
¿Qué decir de esta banda que no se haya dicho ya? Juguemos a ordenar su discografía, extensa y laureada, desde su placa más floja hacia la más extraordinaria, sin dejar de entender que todos sus trabajos son excelsos y una de las carreras más respetables e integras de la escena, y que se trata solamente de esto: un juego.
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#17. Fear of the Dark (1992)
¡Algunos de ustedes querrán matarme! Pero es que «Fear of the Dark» es, en cuestiones que hacen a la producción, su placa menos memorable. Con un sonido bastante más “crudo” que la mayoría del material ochentero, y con varias pistas “de relleno” o directamente prescindibles, éste ha quedado bastante relegado en la memoria colectiva de sus fieles seguidores, siendo el álbum (perteneciente a su era dorada) que acumula más pistas sin haber sido presentadas en vivo jamás, y el disco que separaría (por algunos años) a Bruce Dickinson del resto de la pandilla.
El último álbum de la banda en ser producido por el legendario Martin Birch, quien supo consagrar al sonido de la bestia durante su etapa más fructífera (1981-1992), y quien contaba en su curriculum con artistas de la talla de Black Sabbath, Deep Purple o Fleetwood Mac, éste hacía parecer (de manera evidente) que estuviese escribiendo el último párrafo de su propio epitafio, no dotando a «Fear of the Dark» con el misticismo con el que contaba su laureada y destacada discografía. Por otro lado, la ausencia del histórico guitarrista de Iron Maiden, Adrian Smith, comenzaba a dar fuertes señales de la pérdida del carácter memorable que había caracterizado al sonido de la banda durante años, siendo éste uno de los pulmones más importantes a nivel compositivo del grupo, provocando cierta merma en la inspiración colectiva del quinteto desde su partida en 1990.
Un disco un tanto largo, que nos deja la sensación que tuvo alguna especie de apuro por ser editado, pero más allá de la apertura del álbum con la imponente ‘Be Quick or Be Dead’ (probablemente su canción más pesada, con riffs casi thrasheros), y el épico final con la ya gastada pero grandiosa ‘Fear of the Dark’, el material navega por las aguas de la intrascendencia y la mayoría de sus pistas no han vuelto a ser tomadas en cuenta para formar parte de sus sets en vivo desde hace ya tres décadas, siendo el ya mencionado tema título del disco la única canción que ha soportado el paso del tiempo, además de la in crescente y poco recurrente ‘Afraid to Shoot Strangers’: spoiler de la dirección que la banda tomaría en un futuro muy cercano…
Calificación: 7 / 10
#16. No Prayer for the Dying (1990)
Luego de que la banda optara por un camino cada vez más épico y grandilocuente durante los años ochenta (tanto en el estudio como en sus giras internacionales), ésta giraría el timón artístico hacia un lugar mucho más “crudo”, directo y menos producido al comenzar la turbulenta década de 1990 con su hardrockero «No Prayer for the Dying». El primer trabajo con Janick Gers en guitarras, quien ya había colaborado en el disco solista de Bruce Dickinson («Tattooed Millionaire», editado el mismo año), y la gota que rebasó el vaso (a nivel artístico) para Adrian Smith, quien abandonaría el barco durante la fase de pre producción de dicha placa, asimilando una falta de interés en el involucramiento del incipiente nuevo proyecto.
«No Prayer for the Dying» muestra una faceta mucho más básica en su sonido y estética, asemejándose a los años de Paul Di’ Anno en la banda, tanto en el estilo musical como en la puesta en escena en sus presentaciones en vivo, empujándolos a presentarse en recintos mucho más pequeños que en años anteriores y vendiendo sensiblemente menor cantidad de copias. Con un Dickinson que pareciera ya tener la cabeza en otro lugar, perdiendo cierto interés por el sonido clásico del Heavy Metal y queriendo alejarse de la faceta más progresiva y las composiciones más heroicas del grupo, el frontman comenzaba a mostrar interés por ahondar otras sonoridades musicales, que apreciaríamos a mediados de los años noventa, con una fluctuante carrera solista.
La placa cuenta con un gran inicio como es ‘Tailgunner’, la cual sería utilizada como pista de apertura en la subsiguiente gira promocional. Seguida por la bizarra ‘Holy Smoke’ (la cual cuenta con un aún más bizarro y deplorable video clip musical), para luego recalar en la pieza que da nombre al disco, y que (por momentos) recuerda a las majestuosas ‘Hallowed Be Thy Name’ e ‘Infinite Dreams’. Pasa por momentos interesantes con ‘Public Enema Number One’ o ‘Fates Warning’, exponiendo una faceta mucho más rasposa y cruda del rango vocal de Dickinson, para pasar al puro Hard Rock en ‘Hooks in You’ y ‘Bring Your Daughter… to the Slaughter’ (ésta última asemejándose a una canción prototípica de AC/DC).
Calificación: 7.2 / 10
#15. Virtual XI (1998)
Con un Steve Harris ya recuperado de algunos menesteres de índole personal, y dejando atrás una muy criticada gira mundial por las performances de su nuevo (y vilipendiado) vocalista, Iron Maiden editaba su onceavo álbum de estudio a fines del segundo milenio, contando nuevamente con las labores del propio Harris y Green en la producción del mismo. Con un producto más pulido que su antecesor, «Virtual XI» nos entrega un trabajo más jubiloso y optimista, dándonos una de sus mejores piezas de toda la década de los años noventa: ‘The Clansman’ (exhibiendo la idea de que la banda puede, por momentos, desprenderse de su efervescente nacionalismo británico y rendirle respetos a una nación que ha sido “una piedra en los zapatos” del poderoso imperio inglés).
Sí bien el álbum es criticado por la falta de distorsión en las guitarras, algunos excesos en los teclados, y algunos pasajes invariables y algo duraderos de más, además del ya mancillado rango vocal de Bayley, éste cuenta con un sonido más “fresco” y más identificativo del estilo de Iron Maiden en comparación con el resto del material noventero, y revela la dirección musical que la banda tomaría entrado el nuevo siglo, manteniendo la ya mencionada pista ‘The Clansman’ en los setlist de las presentaciones de la banda a lo largo de los años.
Abriendo con creces con la enérgica ‘Futureal’, un gancho dinámico y directo al mentón, recalando en la optimista ‘Lightning Strike Twice’, la ya mencionada y épica ‘The Clansman’, la cadenciosa y asonante ‘When Two World Collide’, o la melódica e interpelante ‘Como Estais Amigos’, el disco número once es una clara pieza a tener en cuenta en escuchas retrospectivas para darle, a título personal, el reconocimiento que se merece y el valor que representa en sí misma (siempre y cuando dejemos de lado el perfil bluegrass en los teclados de ‘The Angel and the Gambler’).
Calificación: 7.4 / 10
#14. The Final Frontier (2010)
Desde mediados de los años noventa Iron Maiden ha venido experimentando cada vez más en terrenos progresivos y a veces sobre producidos en relación a los arreglos y los métodos de composición de su obra. Luego del lanzamiento de «A Matter of Life and Death» (2006), disco que recibió críticas mixtas, llegaría «The Final Frontier», el cual doblegaría la apuesta heavy-prog de su antecesor, parcialmente, ya que el álbum también contaría con algunas pistas más directas y acotadas.
El sexteto finalizaba una de sus giras más ambiciosas y exitosas de este siglo, Somewhere Back in Time, durante los años 2008 y 2009, para adentrarse en el estudio y “licuar” todo lo hecho desde 1995 hasta 2006, con un resultado que a muchos no terminaría de convencer debido a una criticada producción de parte de su recurrente ingeniero de sonido Kevin Shirley y un levemente desbalanceado track list.
Luego de una extrañísima y longeva introducción ambiental y psicodélica que dejaría algo escépticos y perplejos a los fans a la primera escucha, el álbum abre con su tema homónimo; chato y simple, carente de arreglos, para recalar en ‘El Dorado’, canción que cuenta con un riff casi gunner (que en lo personal, siempre me retrotrajo al tema homónimo del álbum «Chinese Democracy»), y puentes por demás largos aunque convincentes. Pasa por lugares más melódicos y directos para llegar a la faceta más progresiva de la banda con ‘Isle of Avalon’ y ‘Starblind’, para cerrar con una tríada casi perfecta que define todo en lo que Iron Maiden se ha convertido en este milenio: ‘The Man Who Would Be King’, ‘The Talisman’, y ‘When the Wild Wind Blows’.
Calificación: 7.6 / 10
#13. The X Factor (1995)
Tras una condecorada carrera como productor, el legendario productor Martin Birch se retiraba del negocio de la música, dejando un tanto a la deriva a los dirigidos por Harris, quienes se embarcaban en un nuevo proyecto (el décimo en su carrera) no sólo con la ausencia ya de su carismático frontman, sino también prescindiendo de los servicios de tan importante figura detrás de los controles. Toda la responsabilidad de la dirección de la venidera obra quedaba en manos del propio Steve, quien se encargó de la producción artística, contando con Nigel Green en las tareas de sonidista.
Con un resultado bastante pobre y “apagado” en lo sonoro y una masterización bastante precaria, y contando con composiciones un tanto cíclicas y faltas de inspiración, repitiendo patrones de composición que dirigen la obra a medio tiempo, «The X Factor» recorre un lugar algo sombrío y deprimente por momentos, haciendo uso de guitarras limpias y teclados ambientales para generar menudo entorno musical que acompasan de manera atinada la baja y oscura voz de su nuevo vocalista Blaze Bayley. Más allá de todo eso, el álbum funciona por lo que representa en sí mismo, y marcaría un punto de inflexión en la carrera de la banda que comenzaba a adoptar lineamientos más progresivos que los acostumbrados hasta entonces.
El álbum abre de manera destacada con la épica, poderosa y duradera ‘Sign of the Cross’ como uno de los puntos fuertes del álbum (y de todo el material noventero), con claras influencias celtas y progresivas. Continúa con los singles escogidos para promocionar el disco: la dinámica y pegadiza ‘Man on the Edge’, y la directa y minimalista ‘Lord of the Flies’, las cuales no parecen ser exponentes muy fiables a tener en cuenta como adelanto del resto del álbum. Luego de varios pasajes algo lúgubres y carentes de la dinámica que nos tenían acostumbrados en previos trabajos, se bordea el final de la placa con ‘The Edge of Darkness’, que, por momentos, nos recuerda al clásico sonido galopante y triunfante de la Doncella.
Calificación: 7.8 / 10
#12. Senjutsu (2021)
Transcurrido el lapso más extenso entre lanzamientos de álbumes de larga duración de Iron Maiden (seis años), y habiendo retrasado más de un año su edición a causa de la pandemia que azotó el mundo desde inicios de 2020, «Senjutsu» vería la luz en setiembre de 2021, luego de una campaña de expectación con referencias al Festín de Baltazar y contando con algunos adelantos en forma de corte de difusión y algunas animaciones que veríamos en plataformas de internet.
Aunque no tan extenso como el inmenso «The Book of Souls» (de 2015), el mellizo doble álbum consecutivo «Senjutsu» no fue menos ambicioso o expansivo. Impulsados por uno de los sencillos de la banda más directos en más de una década, ‘The Writing On The Wall’, Bruce y los muchachos sacaron otra clase magistral sobre cómo convertir una sobreabundancia de ideas en un viaje musical fascinante. Aunque se mantuvo fuera del primer puesto de las listas musicales del Reino Unido por primera vez desde 2006, el décimo séptimo álbum de la agrupación reafirma el estatus de Iron Maiden como una de las mejores bandas de Heavy Metal del planeta.
Luego de un ponderoso y algo escéptico inicio con la pista que da nombre al álbum, nos encontramos con ‘Stratego’, tema que predeciblemente nos devuelve a nuestra zona de confort al clásico estilo cabalgante de Iron Maiden. Nos transporta a los años de «The X Factor» con ‘Lost in a Lost World’ y la poderosa balada ‘Darkest Hour’ (muy al estilo ‘Out of the Shadows’, de 2006). Recorremos la faceta típica del nuevo milenio con ‘The Time Machine’; con claros arreglos limpios al inicio, para comenzar con los riffs clásicos luego del minuto de comenzada la canción y un desarrollo gradual dentro de la misma, para cerrar el álbum con otra tríada que supera por sí sola la media hora de duración; destacándose la incipientemente esperada pista para su próximo set en vivo ‘Hell on Earth’.
Calificación: 8 / 10
#11. Dance of Death (2003)
Entendiblemente eclipsado por su antecesor («Brave New World», del año 2000), «Dance of Death» parece haber sido maldecido por tan poco agraciada arte de portada (¡qué horror el arte gráfico generado por computadoras!), circulando por un vaivén de canciones clásicas y otras algo prescindibles. Un álbum de momentos fuertes, por encima de ser una placa enteramente convincente, su diversidad es lo que lo hace más atractivo y su producción le da un aire de singularidad en lo que a lanzamientos de la banda en este siglo concierne.
Haciendo un correcto usufructo de la tríada de guitarras, el álbum genera una sensación particular en sus oyentes, surcando los límites entre el Iron Maiden más progresivo y su faceta más comercial. Las labores de los guitarristas son atinadamente ejecutadas de manera soberbia en un perfecto y armonioso equilibrio entre ellos, sin relegar a un segundo plano jamás el bajo de Harris que, como de costumbre, dirige toda la composición a lo largo de toda una obra que emana un marco teatral y artístico cautivante.
Luego de que la apertura radio friendly de ‘Wildest Dreams’ de punta pie inicial al álbum, le es seguida por el armonioso single ‘Rainmaker’, la cautivante y ambiental ‘No More Lies’ (con su tajante y frontal estribillo), para más adelante encontrarnos con dos piezas épicas, magistrales y graduales en su composición: ‘Dance of Death’ y ‘Pashandale’, sobrepasando la única co-composición de Nicko McBrain en la banda, ’New Frontier’, y cerrando filas con la única canción acústica del catálogo discográfico de la banda: ‘Journeyman’. Si tomamos a Dance of Death como un todo, apreciaremos un concepto diversificado de la sonoridad de Iron Maiden en comparación con los subsiguientes lanzamientos.
Calificación: 8.2 / 10
#10. The Book of Souls (2015)
Culminada la gira mundial Maiden England, la banda se adentraba al estudio de grabación para producir su primer disco doble y el quinto desde que la agrupación se convirtiese en sexteto. Si bien la mezcla de sonido y la posterior masterización pueden no terminar de convencer, y se pueden apreciar algunas fallas minúsculas en el cántico de su vocalista, el “álbum negro” de Iron Maiden se posiciona como uno de los mejores trabajos discográficos de la banda desde inicios de los años noventa. Y cabe destacar que es innegable que el dramático telón de fondo de la batalla de Bruce Dickinson contra el cáncer aseguró que «The Book of Souls» pareciera aún más importante de lo que hubiera sido de todos modos.
Contando con una correctísima mixtura entre largos arreglos compositivos y la dosis necesaria de Heavy Metal directo (con algunas aristas comerciales en su justa medida), «The Book of Souls» se posiciona como una definición apropiada y resumida de lo que el grupo ha manifestado artísticamente desde el año 2000. Y si acaso existe alguna justificación fehaciente sobre la necesidad de hacer de éste un disco doble, no lo sé, pero con una canción que sobre pasa los dieciocho minutos de duración, parecería que la banda no hubiese querido descartar ninguna pista del repertorio, evidenciando que el material que tenían entre manos era digno de presentarse en una nueva placa discográfica.
Desde el estruendoso comienzo con ‘If Eternity Should Fail’ y el desenfrenado y hardrockero single ‘Speed Of Light’, pasando por la épica ‘The Book of Souls’, sin saltearse la heroica ‘Death or Glory’, hasta la epopeya por excelencia de Steve Harris en ‘The Red and the Black’, «The Book Of Souls» nos demuestra que es simplemente otro pico creativo y elemental para la banda más querida del Metal. Y sí, ‘Empire Of The Clouds’ es un absurdo operístico, pero de la mejor manera posible con Iron Maiden haciendo lo que ya ha demostrado mil y una veces que sabe hacer mejor.
Calificación: 8.4 / 10
#9. Iron Maiden (1980)
¡Ya lo sé! El debut discográfico de Iron Maiden es un disco clásico de Heavy Metal, y por ende, uno de los mejores debut en la historia del género. Pero los años pasan, y las cosas tienden a añejarse, para bien o para mal, y es ahí donde su primer LP pierde puntos en el ranking, y gran responsabilidad de ello es su precaria producción musical (gracias Will Malone, ¡lo estropeaste todo!). Si bien el álbum homónimo de la Doncella de Hierro está plagado de clásicos indiscutibles, siempre es recordado como “el gran disco que pudo haber sido”, debido a tal plana y cruda producción musical, la cual el propio Steve Harris ha lamentado desde entonces.
Más allá de todo eso, la precisa sección rítmica de Harris con el baterista Clive Burr, las melodías intricadas de los guitarristas Murray y Dennis Stratton, y la cruda y agresiva voz de Paul Di’ Anno, dan a «Iron Maiden» un encanto particular que lo hicieron liderar el movimiento New Wave of British Heavy Metal desde esa fecha hasta nuestros días. Fue un debut audaz con tintes Punk: crudo, ardiente y entregado con la mayor pasión y poder, y se manifiesta a sí mismo como una declaración de hecho.
Sus canciones son todos clásicos establecidos y grandes momentos recogidos y pulidos desde mediados de los años setenta hasta su lanzamiento en 1980: el estimulante ‘Prowler’ da rienda suelta a un debut salvaje pero ordenado, oscuro pero brillante, dinámico pero con múltiples secciones y cambios de ritmos. El monumental y épico ‘Phantom Of The Opera’ se lleva los galardones, la escalofriante y melancólica ‘Remember Tomorrow’ exhibe los mejores momentos vocales de Di’ Anno, mientras que la instrumental ‘Transylvania’, y la ya gastada ‘Running Free’, demuestran ser tan buenos como cualquier cosa que Iron Maiden haya hecho desde entonces.
Calificación: 8.5 / 10
#8. Killers (1981)
Iron Maiden se encontraba en llamas en este punto: «Killers» fue una confirmación explosiva del inmenso potencial que la banda había mostrado en su debut, con una sensación aún mayor de impulso y convicción. La adhesión del joven Adrian Smith en guitarras, sustituyendo al saliente Stratton, fue un gran acierto, sumado a la contratación del productor antes mencionado (Martin Birch) quien daba los recortes indicados para hacer del segundo álbum de la banda una versión más pulida y mejor acabada de lo que había sido su estrellado debut, y logrando, con esto, alcanzar el hito de ser teloneros de los ya renombrados Judas Priest en su gira norteamericana World Wide Blitz Tour ’81.
En «Killers» encontramos una versión musical mejorada y más intensa, en comparación con su predecesor, y si bien este álbum no cuenta con la inexorable pieza épica que la banda suele aportar en cada una de sus placas, es considerado (por muchos) como el mejor y más logrado álbum del movimiento NWOBHM de aquellos años. Logrando con ello influenciar a miles de artistas y grupos que darían nacimiento a los movimientos Speed Metal, que luego recalarían tanto en el Thrash Metal como en el Power Metal.
Pocos álbumes comienzan con tanta jactancia altiva como este, como con la heroica introducción ‘The Ides Of March’ y el aporreador bajo que Harris nos arroja en ‘Wrathchild’. Éstos dan paso a ‘Murders In The Rue Morgue’, una canción tan ridículamente emocionante y alegremente metálica que se convertiría en un recurrente en los set en vivo de aquellos años. Mientras que la súper técnica y virtuosamente ejecutada ‘Genghis Khan’ nos grafica el potencial instrumental de estos jóvenes por aquellos años, y el cierre con el doble gancho ‘Purgatory’ y ‘Drifter’ nos deja con la sensación de haber sido apaleados con menuda vehemencia.
Calificación: 8.6 / 10
#7. A Matter of Life and Death (2006)
La nostalgia puede dictar que la racha de discos fenomenales de Iron Maiden durante los años ochenta siempre encabezará este tipo de listas, pero es igualmente cierto que los esfuerzos de la banda desde «Brave New World» (2000) merecen ser considerados con reverencia similar. De todos los álbumes que han producido desde que amaneció el milenio, «A Matter of Life and Death» se destaca como el más pesado, el más oscuro y el más emocionantemente cohesivo de todos, con una importante dosis de elementos progresivos. Y el hecho de que el grupo haya interpretado su álbum número catorce en su totalidad en su correspondiente gira, seamos sinceros, lo dice todo: este es un clásico de oro.
Denotando uno de los trabajos más ambiciosos en la carrera de la banda, explotando de manera consistente el lado menos comercial y más sobre elaborado de su carrera, «A Matter of Life and Death» se convirtió rápidamente en un parte aguas entre la base de fans de Iron Maiden, surcando una línea divisoria entre los seguidores que prefieren y sienten mayor admiración por su etapa dorada, plagada de material más directo y dinámico, y los que abrazaron agradecidamente el nuevo cambio en el rumbo compositivo del grupo.
Los aspectos más destacados son muchos, pero ‘These Colours Don’t Run’ y ‘The Longest Day’ adornarían cualquier lista de las mejores canciones de Iron Maiden, con una dosis de emoción y angustia en sus letras pocas veces antes apreciado en el catálogo de la “bestia”. Y para aquellos a quienes les gusta una pizca de progreso con su Heavy Metal; ‘The Legacy’, ‘Brighter Than A Thousand Suns’ y ‘Lord Of Light’ son pistas difíciles de superar. Aunque pareciese que quienes se llevan las palmas por su grandilocuencia y desarrollo musical diverso y cambiante son las inmensas ‘The Reincarnation of Benjamin Breeg’ y ‘For the Greater Good of God’.
Great job.
Greetings! Up the Irons!!