JUDAS PRIEST: Albums Ranked

Por Santino G. Barbas

Aunque comenzaron en Birmingham, Inglaterra, en 1969, el Judas Priest que conocemos y amamos tomó forma cuando el guitarrista principal K.K. Downing y el bajista Ian Hill necesitaban un cantante tras la marcha de Al Atkins, quien había dado nombre a la banda. Encontraron al futuro Metal God Rob Halford en 1973 y, poco antes de grabar su debut, a otro guitarrista principal llamado Glenn Tipton, con el cual conformarían un cuarteto inamovible de características sin precedentes dentro de la música pesada.
Como la mayoría de las bandas, les tomó un tiempo abrirse paso, pero una vez que lo hicieron, no hubo vuelta atrás, ya que Judas Priest se convirtió en una de los principales exponentes del Rock duro, definiendo por antonomasia el sonido definitorio del Heavy Metal.

Ya sea que tengas todos los álbumes de Judas Priest o necesites saber por dónde empezar, vale la pena poner sus méritos en perspectiva. Dejemos que el debate se encienda, mientras clasificamos los álbumes de este emblema del Metal de peor a mejor, siempre “defendiendo la fe” y “clamando por venganza”.

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#19. Demolition (2001)

Algunas personas hoy en día ni siquiera recuerdan que hubo un segundo álbum de Judas Priest con Tim «Ripper» Owens a las voces, lo que probablemente dice menos sobre el talento del vocalista que del material superficial escrito para él mientras la banda contaba los días hasta el inevitable regreso del mítico “Dios del Metal”, Rob Halford.

Cuando llegó el momento de suceder el álbum «Jugulator», que recibió una magra acogida por parte de los fans, Glenn Tipton decidió cargarse al hombro la responsabilidad compositiva de su sucesor, recibiendo créditos en cada pista del nuevo proyecto. Y si bien el mismo guitarrista suele estar bien afilado en cuanto a la producción del material, «Demolition» se destaca como una marca negra en su excelente historial.

En un álbum estilísticamente confuso y poco cohesivo encontramos sonidos que van desde el ritmo vertiginoso de los desgarradores ángulos de «Painkiller», como ‘Machine Man’ y ‘Bloodsuckers’, hasta la tendencia Groove y alternativa de los años noventa en pistas como ‘Subterfuge’ y ‘Cyberface’, sobrepasando aristas sonoras que se asemejan al Nu Metal (tan popular por aquellos años).Y más allá de habernos dejado algunos puntos altos, como los encontrados en ‘One on One’ o ‘Feed on Me’, «Demolition» parece quedar cada vez más relegado, conteniendo un por demás extensivo track list en su haber.

Calificación: 6.2 / 10

#18. Ram It Down (1988)

Decididamente más pesado que su antecesor («Turbo», 1986), «Ram it Down» mantendría los sintetizadores intactos, pero recuperaría los elementos metálicos brillantes que estaban en gran parte ausentes en el disco lanzado dos años antes. En un esfuerzo por querer recuperar la fan base original, el onceavo álbum de estudio del “Sacerdote” no terminaría de convencer debido a una pobre producción musical y una precaria inspiración compositiva.

Estas curiosas circunstancias explican sus canciones relativamente olvidables y prescindibles (una vez más con letras poco imaginativas y carentes de carácter significativo), ninguna de las cuales ha disfrutado de una saludable vida después de su respectiva gira de presentación, a pesar de contar con el mérito de apuntar a la máquina de Metal en la dirección musical correcta.

Halford abre el álbum con un grito penetrante de agudos a graves, lo que marca el inicio de uno de sus temas más candentes hasta la fecha; ‘Ram it Down’. Una crisis de identidad sería la verdadera ruina del disco, ya que trajo pistas más fuertes en ‘Hard as Iron’ y el emocionante ‘I’m a Rocker’, pero esfuerzos mediocres en ‘Heavy Metal’ y ‘Love You to Death’. Si bien esta colección de canciones apenas figura entre las favoritas de los fans, ‘Blood Red Skies’ se destaca como una pieza que utiliza legítimamente sus elementos sintetizados para llevar una potencia a las masas de seguidores.

Calificación: 6.5 / 10

#17. Rocka Rolla (1974)

La banda que debutó en 1974 con «Rocka Rolla» tiene muy poco en común con el Judas Priest que todos conocemos y amamos. Sí, cuatro de los cinco músicos clave ya estaban arraigados en sus roles familiares y la producción estaba a cargo de Rodger Brain (Black Sabbath, Budgie) pero aún faltaba la química de la banda y su composición no tenía el enfoque centrado en el Heavy Metal que se convertiría en su marca registrada.

Si bien la banda denostaría a su placa debut como un álbum prototípico, queriendo borrar todo rastro de su existencia, éste sería representado en la épica gira Epitaph World Tour, contando en su flamante set list con la pista ‘Never Satisfied’ y, con el debido tiempo, «Rocka Rolla» no estaría exento de ser considerado, por parte de los fans más geek, como una joya de culto.

Lo que le falta al disco en cuanto a cohesión final lo compensa con un modelo de Hard Rock “floreciente” y psicodélico, con un punto de apoyo todavía fuertemente cimentado en territorios de Rock expansivos. Los primeros esfuerzos suelen ser crudos, pero Priest presenta un lote pulido de cortes apreciables en ‘One for the Road’ y ‘Cheater’. Sumergiéndose en elementos más embriagadores; ‘Run of the Mill’ trae riffs Doom y hermosos pasajes suaves que van y vienen, demostrando el sentido de composición dinámica de la banda tan temprano en su carrera.

Calificación: 6.8 / 10

#16. Nostradamus (2008)

Casi tan vilipendiado como «Demolition», aunque por razones completamente diferentes, el primer y único álbum conceptual de Judas Priest, «Nostradamus», fue una propuesta innecesariamente larga, exagerada e inconsistente, y es, hasta el día de hoy, motivo de debate entre los seguidores de la banda.

Tres años después de su álbum de regreso («Angel of Retribution», 2005), con Halford nuevamente al mando vocal, Judas Priest compensó el tiempo perdido con un álbum epopéyico doble; basado en las premoniciones del profeta francés Michel Nostradame. De naturaleza codiciosa y producción grandilocuente, la ambición del álbum terminó siendo su ruina definitiva, dotando al proyecto de un sonido atmosférico y ambiental, de características sinfónicas y operísticas.

Si bien todas las pistas aquí, especialmente ‘Prophecy’ y la canción que comparte nombre con la placa en cuestión, son más que formidables, la banda no logra destacar en su tiempo de ejecución de una hora y cuarenta minutos. A cada canción en sí se le da una sensación épica, que se vuelve obsoleta al final de culminada la obra y deja la sensación de que servirían mejor con un ritmo narrativo más dinámico y vertiginoso, como lo esperado normalmente en los trabajos de esta agrupación.

Calificación: 7 / 10

#15. Point Of Entry (1981)

La intención era volver a la sensación de Rock directo en «Point of Entry» y, con ello, “americanizar” su Heavy Metal para volverlo más comerciable en el mercado de los Estados Unidos, pero terminó siendo un álbum que casi no logra destacar más allá de su propuesta amigable hacia las estaciones de radio de dicho país.

Puede que no sea de lo peor, pero «Point of Entry» es probablemente el álbum más desconcertante de la larga carrera de Judas Priest, enclavado junto con canciones superficiales y líricamente sin sentido, añadido a la presión del sello discográfico para ofrecer una continuación del gran éxito de «British Steel» del año anterior, una apretada agenda de giras y una miríada de distracciones basadas en sustancias durante el proceso de grabación.

La mayor gracia salvadora aquí es ‘Desert Plains’, que se encuentra entre sus canciones más subestimadas y verdaderamente una de las mejores, la cual se mantiene en constante vigor y se puede tocar en diferentes tempos sin perder su impacto. ‘Heading Out to the Highway’ y ‘Hot Rockin’ representan los otros verdaderos cortes aquí, mientras que el resto, aunque no es ofensivo, no es entusiasta, especialmente cuando se compara con el resto del material lanzado entre los años setenta y mediados de la década de los ochenta.

Calificación: 7.3 / 10

#14. Turbo (1986)

«Turbo» es el LP más divisorio de Judas Priest, un experimento con sintetizadores de guitarra de vanguardia que produjo algunos sonidos interesantes pero que molestó a muchos fanáticos de toda la vida por el camino direccionado hacia aristas mucho más Pop. Dicho esto, la estratagema ciertamente funcionó cuando se trataba de seducir a más fanáticos de la música en el medio del camino en Estados Unidos, que en ese momento estaba envuelto en la locura del Hair Metal y llevaron a «Turbo» al estatus de multi platino por sus ventas en dicho país.

Este siempre ha sido un álbum relativamente difamado, pero cualquiera que haya estado en un show de los “Dioses del Metal” sabe que la multitud no se vuelve mucho más ruidosa como cuando comienzan a sonar los teclados en el inicio del single ‘Turbo Lover’. Claro, los sintetizadores marcaban un cambio drástico en su dirección musical, pero su estilo de himno encaja perfectamente con esa nueva dirección.

El corte de difusión ‘Locked In’ y la canción ‘Reckless’ (la cual fue descartada como pieza musical para la banda sonora de Top Gun) pueden ir cara a cara con otros destacados del grupo inglés. Mientras que ‘Out in the Cold’ es una balada poderosa de primer nivel y los momentos más descarados se desarrollaron en ‘Parental Guidance’ y ‘Private Property’, que fueron musicalmente hábiles, pero líricamente no dieron en el blanco.

Calificación: 7.5 / 10

#13. Jugulator (1997)

Judas Priest podría haber abandonado todas las canciones de «Jugulator», su primer esfuerzo con Tim «Ripper» Owens, luego del reintegro de Rob Halford, pero al menos llevaron el sonido de la banda a nuevas alturas de fuego y azufre, haciendo de este posiblemente su álbum más pesado y violento hasta la fecha.

El tiempo tiene la capacidad de ser el gran ecualizador en álbumes polarizadores como «Jugulator», y con un Ripper entonces al mando de los trabajos vocales, los fanáticos simplemente no estuvieron receptivos sino más bien escépticos a un nuevo álbum sin el “Dios del Metal” en sus filas, incluso teniendo el agravante de haber soportado un hiato de siete años sin lanzar nuevo material de estudio desde el emblemático «Painkiller».

Dos décadas y media después, el lanzamiento se percibe bajo una luz diferente y divisoria donde temas como ‘Blood Stained’, ‘Burn in Hell’ y la pista que da nombre al álbum han demostrado ser dignos del legado de la banda. Por otro lado, la épica ‘Cathedral Spires’ brinda una ambientación hipnótica al track list mientras que ‘Bullet Train’ y ‘Death Row’ son piezas fuertes en sí mismas, pero no denotan una impronta innovadora a lo que ya se apreciaba en la escena del Metal durante los años noventa.

Calificación: 7.8 / 10

#12. Redeemer Of Souls (2014)

Cuando K. K. Downing anunció en 2011 que dejaría Judas Priest, muchos temían que el movimiento significaría el final de la carrera del bastión del Heavy Metal. Su reemplazo, el verdaderamente desgarrador (y por entonces infravalorado y desafortunadamente comparado) Richie Faulkner trajo un estilo intrépido de tocar y una nueva sensación de energía renovadora al seno de la banda.

Podemos destacar que nos estamos abriendo camino a través de un catálogo notable cuando el renacimiento triunfal de Judas Priest, «Redeemer of Souls», ni siquiera se ubica en el Top 10 del ranking. Pero así son las cosas, y el tiempo y la perspectiva aún pueden elevar este decimoséptimo álbum de estudio a nuevas alturas a medida que pasan los años.

‘Halls of Valhalla’ es el destacado indiscutible aquí, épico en el sentimiento e impecable en la ejecución. La canción homónima y ‘Battle Cry’ representan las canciones con un estilo más semejante a su etapa de Heavy Metal clásico, pero la variación viene con un guiño a los años setenta en ‘Sword of Damocles’, el sencillo rockero ‘Down in Flames’ y el Doom pesado ‘Secrets of the Dead’. Es la falta de cohesión y la producción obsoleta y precaria lo que finalmente arrastran a este lanzamiento hacia abajo… muy hacia abajo.

Calificación: 8 / 10

#11. Angel Of Retribution (2005)

Después de catorce largos años, Judas Priest regresó con su primer álbum encabezado por Halford desde 1990. El resultado fue «Angel of Retribution», un regreso triunfante y muy necesario a la forma con el “Dios del Metal” de vuelta en el lugar que le corresponde, para darle el lugar emblemático y merecido a la banda insignia del género de cara al nuevo milenio que comenzaba.

Producido por el laureado músico e ingeniero Roy Z, «Angel of Retribution» marca un renacimiento calculado pero totalmente bienvenido del sonido más querido de la banda, con varios guiños a sus años dorados, mientras que obviamente se beneficia del reavivado triunvirato de composición de Halford/Tipton/Downing.

Todos los sellos distintivos del sonido de Judas Priest estaban en su lugar, desde el abridor ‘Judas Rising’ hasta otros abrasadores como ‘Demonizer’ y ‘Hellrider’, todos tocados con una sensación de vigor revitalizado. Las pistas más pegadizas, ‘Deal With the Devil’ y ‘Revolution’, trajeron los familiares momentos emocionantes que envían a los fanáticos de la banda al éxtasis puro. Mientras que la intro ‘Eulogy’ y la longeva ‘Lochness’ parecieran dar un spoiler de la dirección que la banda tomaría en su siguiente lanzamiento.

Calificación: 8.2 / 10

#10. Firepower (2018)

Había comenzado a parecer que nunca volveríamos a tener otro álbum de Judas Priest verdaderamente grandioso después de la salva de discos que precedieron a «Firepower». Reunidos con su equipo de producción clásico, el espíritu juvenil de Judas Priest prevalece con su álbum más vigorizado desde «Painkiller», manifestándose a sí mismo como una declaración de principios.

En caso de que hubiera alguna duda (y no debería haberla), «Firepower» demuestra que nunca se puede acusar a Judas Priest de ablandarse con la edad. El décimo octavo álbum del «Sacerdote» es una bacanal que revienta los intestinos con riffs de Speed Metal, voleas de doble bombo y gritos que hacen estallar los vasos sanguíneos, todo diseñado para lograr el máximo impacto por el productor Tom Allom y el coproductor/guitarrista de gira Andy Sneap.

La palpitante canción principal y el furioso galope de metal tradicional de ‘Lightning Strike’ abren «Firepower» con un rugido, mientras que ‘Children of the Sun’ y ‘Rising From Ruins’ brindan ritmos de medio tiempo que hacen temblar la tierra. Mientras tanto, ‘No Surrender’ y ‘Never the Heroes’ son el tipo de himnos clásicos de “puño en el aire” en el que Priest sigue siendo incomparable.

Calificación: 8.4 / 10

#9. Invincible Shield (2024)

«Invincible Shield» continúa donde lo dejó «Firepower» de 2018, ofreciendo la colección de Metal de alto octanaje más feroz de la banda desde «Painkiller», pero mostrando otras aristas estilísticas que no se veían en la banda desde los años ochenta. Repitiendo el equipo de producción con Andy Sneap, los veteranos nos adelantaban que el producto y la calidad de sonido volverían a ser óptimas.

El estado vital de la banda estaba siendo puesto a prueba nuevamente, y sin la necesidad de tener que probarle nada a nadie, Judas Priest daría otra lección de Metal a todos los dispuestos a usurpar su trono. Se trata de historias épicas, basadas en riffs, sobre el bien venciendo al mal, narradas con una ferocidad que desafía la edad por Rob Halford. Más de medio siglo después de iniciar su carrera, los Metal Gods todavía suenan invencibles.

‘Panic Attack’ vira efectivamente hacia el territorio del Power Metal con sus guitarras y sintetizadores en duelo, mientras que el stomper de medio tiempo ‘Escape From Reality’ presenta rupturas absolutamente pulverizadoras. Por otro lado, los cortes más pesados como ‘The Serpent and the King’ o ‘As God is my Witness’ presentaban las dosis de Speed Metal que tanto se añoraban, mientras que ‘Crown of Horns’ o ‘Devil in DIsguise’ dan un cambio de ritmo entre tanto sonido metalizado.

Calificación: 8.5 / 10

#8. Killing Machine/Hell Bent For Leather (1978)

Judas Priest estableció su fórmula antes mencionada poco más de un año después con el lanzamiento de «Hell Bent for Leather» (rebautizado fortuitamente por su título en el Reino Unido «Killing Machine»). Impulsado por una batería de clásicos, el álbum en muchos sentidos cristalizó el sonido y la imagen de Judas Priest de una máquina de Heavy Metal con tachuelas de cuero, que conduce una Harley y pone en peligro los tímpanos.

Este es también el último álbum de estudio del baterista Les Binks, quien se unió a la banda a principios de 1977 a tiempo para la gira «Sin After Sin»; se le atribuye haber ayudado a desarrollar el sonido de percusión tradicional de Priest. Binks fue despedido y reemplazado por el baterista Dave Holland después de la gira de 1979 debido a un desacuerdo financiero.

Himnos como ‘Hell Bent for Leather’, ‘Running Wild’ y ‘Delivering the Goods’ son temas crudos nacidos en la calle que tenían una ventaja intangible. Un poco de la influencia de Queen se deslizó en ‘Evening Star’ y ‘Take on the World’, mostrando la creciente diversidad de la banda como compositores y manteniendo un sonido distintivo y cohesivo que solo Priest poseía. Mientras que la versión de Fleetwood Mac, ‘The Green Manalishi (With the Two-Pronged Crown)’, quedaría estampada en la mayoría de sus sets en vivo.

Calificación: 8.7 / 10

#7. Sin After Sin (1977)

El debut de Judas Priest en un sello importante (CBS Records) y su tercer álbum de larga duración, «Sin After Sin» fue algo así como un puente, conectando sus viejos coqueteos progresivos con sus futuras ambiciones más accesibles, ya que la banda todavía luchaba por encontrar un baterista permanente y un sonido característico que los definiera como banda.

Este álbum fue producido de manera dificultosa por el bajista de «Deep Purple», Roger Glover, ya que la química entre él y la banda no fue la mejor, exhibiendo una relación tensa en el trabajo de producción y optando por la adhesión del baterista de sesión Simon Phillips en la grabación del mismo, para no integrar de manera oficial a un nuevo integrante ante un eventual “estrellado” proyecto.

Acompañado por dos clásicos de todos los tiempos en el alegórico ‘Sinner’ y el glorioso ‘Dissident Aggressor’, la carne del álbum a menudo se encuentra en sus sombras, excepto por la versión de ‘Diamonds and Rust’ de Joan Baez. El Rock duro de ‘Starbreaker’ inmediatamente trae a la mente imágenes de Tipton y Downing y su balanceo sincronizado. Uno de los cortes de Priest más subestimados cierra el Lado A con ‘Last Rose of Summer’, una hermosa balada donde el canturreo de Halford es tan efectivo como cualquiera de sus falsetes.

Calificación: 8.8 / 10

#6. British Steel (1980)

Judas Priest entró en la década de 1980 con lo que probablemente sea su álbum más icónico y distintivo. La mano que agarra la hoja de afeitar en la portada de «British Steel» se ha convertido en sinónimo de la banda como su emblema tridente. En otras palabras, Judas Priest es «British Steel», y este LP, el primero producido por Tom Allom, es una selección digna para definir el estilo de la banda.

«British Steel» vio a la banda retomar el sonido comercial que habían establecido parcialmente en «Killing Machine», ya que en su mayoría arroja pistas por el camino de ritmos atrofiados, abandonando uno de los sellos distintivos del sonido que habían establecido previamente a favor de una nueva dirección más directa y simple. Esta vez, abandonaron algunos de los temas líricos oscuros que habían sido destacados en sus lanzamientos anteriores, para así sí generar una mayor convocación en el público.

‘Rapid Fire’ encarna un espíritu desenfrenado rítmicamente, dando paso a ‘Metal Gods’, decididamente más lento y pisando fuerte. Por supuesto, ‘Living After Midnight’ y el siempre efectivo ‘Breaking the Law’ vieron a Judas Priest romper la corriente continua después de lanzar cinco álbumes en la década anterior. También encontrarás tantos fanáticos dispuestos a defender cortes de álbumes como ‘Grinder’, ‘You Don’t Have to Be Old to Be Wise’, ‘Steeler’ y tal vez incluso el peculiar Reggae Metal de ‘The Rage’.

Calificación: 9 / 10

#5. Sad Wings Of Destiny (1976)

Si bien a Black Sabbath se le atribuye el nacimiento del Metal, su sonido es más o menos un género en sí mismo. Lo que llegó a ser el sonido tradicional del Heavy Metal se debió indiscutiblemente a álbumes como «Sad Wings of Destiny», que puede considerarse el primer disco de verdadero Metal. Sus estructuras compositivas y su atmósfera oscura lo hacen un disco esencial en el género y una de las piezas más trascendentales de cara a todo lo que ocurriría en el futuro.

«Sad Wings of Destiny» captura a Judas Priest en su cénit cargado de fatalidad, extraído directamente de las mismas acerías de Birmingham que años antes nos dieron a Sabbath. Es posible que el segundo LP de la banda no tenga la mejor de las producciones, pero sigue siendo la piedra angular de su carrera y del Heavy Metal en general.

‘Victim of Changes’ estableció el estándar tanto en el sonido como en la composición, con grandiosos arreglos rítmicos y solistas en el trabajo de guitarras. ‘The Ripper’ es un himno dinámico y tétrico sobre Jackel Destripador”, que nuevamente destaca la interacción entre K.K. Downing y Glenn Tipton. Finalmente y todavía arraigada a mediados de los años setenta, ‘Dreamer Deceiver’ es una melodía caprichosa en la que Halford muestra algunos de sus trabajos vocales más asombrosos.

Calificación: 9.2 / 10

#4. Defenders Of The Faith (1984)

Injustamente eclipsado por «Screaming for Vengeance», el único pecado de «Defenders of the Faith» fue tener un pequeño declive sobre el final, constando con un par de pistas prescindibles sobre el cierre del disco. Sin embargo, el álbum fue un éxito inmediato, solo quedó un lugar por debajo de «Screaming for Vengeance» en la lista de álbumes Billboard 100 de Estados Unidos. No obstante, algunos críticos objetaron la falta de un sencillo destacado comparable a ‘Breaking the Law’ o ‘You’ve Got Another Thing Comin’ para así sí quebrantar el estatus del álbum que presenta a la mascota The Hellion en su caratula.  

Estilísticamente, «Defenders of the Faith» no se apartó mucho de su predecesor y presentaba una fórmula similar con himnos de Metal cortos y acelerados, con coros de gritos para resonar en estadios y enormes arenas. Aunque los elementos progresivos regresaron en algunas pistas, la placa en cuestión se retroalimentaba del sonido directo y rimbombante del clásico Heavy Metal de los años ochenta.

En un tour de puro Heavy Metal, desde el furioso tema de apertura ‘Freewheel Burning’ recalando en la controversial ‘Jawbreaker’, Judas Priest puso todo de sí en exhibición. Rob Halford es captado en su estado más acrobático con la versatilidad de su voz ejemplificada en ‘The Sentinel’, así como la magistral composición de K.K. Downing y Glenn Tipton. En la mitad posterior, ‘Love Bites’ es una pieza de medio tiempo conmovedora, que da paso a la más rápida y sensual ‘Eat Me Alive’.

Calificación: 9.3 / 10

#3. Stained Class (1978)

Mientras que «Sin After Sin» fue una progresión lógica después de «Sad Wings of Destiny», Judas Priest se volvió un poco más rápido y un poco más pesado en la magistral «Stained Class». Su cuarto álbum de estudio es posiblemente su álbum definitivo de los años setenta: la combinación perfecta de pasado y futuro se fusiona en una selección de pistas monstruosas que quedarían impregnadas en la memoria de sus fans más acérrimos.

Es el primero de los tres álbumes de Judas Priest que presenta al baterista Les Binks, así como el primero en presentar el ahora conocido logotipo de la banda y el único álbum del grupo que incluye la composición de canciones de los cinco miembros de la banda, haciendo de este un proyecto fundamental en la influencia de subgéneros que se desprenderían de él, como el incipiente movimiento NWOBHM.

Abriendo con la primera canción de Speed Metal, ‘Exciter’, estaba claro que el grupo británico estaba haciendo grandes avances sónicos. A medida que las influencias del Blues y el Rock comenzaron a desvanecerse en favor de himnos acorazados como ‘Saints in Hell’ e ‘Invader’, Priest estaba estableciendo los planos para un disco de Metal puro. Volvieron a complacer sus inclinaciones expansivas en el magnífico ‘Beyond the Realms of Death’, profundizando en su lado más progresista solo para obtener un mayor efecto en lugar de un retroceso musical.

Calificación: 9.4 / 10

#2. Screaming For Vengeance (1982)

Después de un paso en falso con «Point of Entry», Judas Priest regresó con un álbum realmente devastador en «Screaming for Vengeance», dando a los fanáticos la única disculpa que sintieron aceptable. Considerado el gran avance comercial de la banda, ha sido certificado doble platino en los Estados Unidos y platino en Canadá, dando a la banda su más extensa gira mundial hasta la fecha, y siendo, hasta el día de hoy, su obra más laureada.

Mientras que la «British Steel» ha sido siempre referido como la obra maestra de la banda, «Screaming for Vengeance» fue el gran avance de Judas Priest hacia Norteamérica. Aunque la banda había logrado un seguimiento de culto entre el público estadounidense desde 1979 y podía encabezar sus propias giras, vendieron relativamente pocos discos allí hasta el lanzamiento de su octavo álbum de estudio. También contó con un éxito mundial sin precedentes.

La primer pista es un doble gancho al mentón: ‘The Hellion/Electric Eye’ se encuentra entre las mejores entradas de álbum en todo el Heavy Metal, creando tensión con el trabajo principal antes de destrozarlo todo en un abrir y cerrar de ojos. La canción principal y ‘Riding on the Wind’ encuentran a Halford una vez más haciendo añicos el cristal, mientras que números de medio tiempo como ‘You’ve Got Another Thing Comin’ y ‘Devil’s Child’ completan los aspectos más comerciales, en última instancia, cerrando la brecha entre los himnos rítmicos de «British Steel» con el doble ataque solista de las guitarras que fueron pioneros en los años setenta.

Calificación: 9.5 / 10

#1. Painkiller (1990)

Para 1990, muchos veían a Judas Priest como guerreros de capa caída, tratando desesperadamente de mantener su relevancia entre las fuerzas del Pop Metal superficial y el ascenso de sub géneros más extremos, como el Thrash o el Death. Pero donde la mayoría de las bandas, en una posición similar, simplemente morirían, Priest se recuperó con uno de sus mejores álbumes de todos los tiempos: el decapitador «Painkiller», que reinventó su sonido y puso a todos los retadores a su trono en su lugar.

Después de lanzar «Turbo» y «Ram it Down», lo último que esperaban los fanáticos de Priest era un álbum como «Painkiller», que bombea pistones y escupe fuego en su andar. Su lanzamiento se dio en un punto ideal, donde el Metal más comercial comenzaba su declive, los géneros más alternativos aún no se apoderaban del mundo, y el “álbum negro” de Metallica se estaba cocinando, destinado a cambiar el destino de la música pesada… para siempre. 

La canción principal es la pista más devastadora en todo el canon del Metal con los penetrantes falsetes de Halford arrojando letras nacidas en el infierno, tomando el asiento trasero solo mientras Downing y Tipton intercambian solos incisivos y ensordecedores. Ya sea el ritmo constante y machacante de ‘Hell Patrol’, ‘Night Crawler’ o ‘All Guns Blazing’, o el tema pesado de medio tiempo ‘A Touch of Evil’, todo hacía afirmar que el «Sacerdote» estaba de vuelta, y esta vez, con una obra maestra eximia del más puro Heavy Metal, exprimida hasta los límites del estilo, convirtiéndose, a sí misma, en una de las más perfectas cosificaciones del género.

Calificación: 9.8 / 10


Santino G. Barbas

Aficionado a la música, sobre todo a géneros dentro de la ramificación del Rock n' Roll, ya sea Heavy Metal o Hard Rock. Coleccionista de álbumes y misceláneas relacionadas a lo mismo. Seguidor y simpatizante de la cultura pop en lo que respecta a películas clásicas, series y animaciones.