REIGN OF GLORY – All Will Bow (Album Review)

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El sonido clásico del heavy metal será algo a lo que siempre estarán volviendo los mas nostálgicos de nuestra comarca, somos gente con fuertes lazos que nos unen al pasado y a esas maneras iniciales, que sirvieron como raíces a este roble lleno de ramificaciones que hoy en día es el metal. Y tenemos entonces a estos muchachos viejos, que debutan bajo el nombre de Reign Of Glory, de los cuales me es necesario decir que son músicos con experiencia en otras agrupaciones.

Partamos por el bajo, con Roger Dale Martin (Once Dead, Die Happy, Vengeance Rising), luego en la bataca está Jim Chaffin (Deliverance, The Crucified, Living Sacrifice), en las guitarras tenemos a Nick Layton (FireWolfe, Q5), y haciéndose cargo de las vocales Robyn Kyle Basauri (Die Happy, Joshua Perahia). Lo que tenemos entonces es a tipos que por lo general se han desempeñado en bandas de thrash metal, pero que esta vez se arrejuntaron (así dicen en el campo chileno) para hacer heavy metal.

“Forever And Ever” nos da el vamos con un enérgico corte heavy metalero que bien se le daría a unos Manowar, es una tonada agallada, con mucha testosterona, directa, en la que las sutilezas se dejan a un lado para patearnos los tímpanos con una crudeza bien estructurada y de corriente clásica.

Con un compas que baja un poquitín las revoluciones tenemos a “Welcome To Reality”, que indudablemente nos hará mover la cabeza proporcionando unos pocos acordes de calma para descansar, tomar un respiro y retomar el cabeceo que mejor saben lucir los que gozan de una larga cabellera, jeje.

Con una intro que me evoca a los Rainbow de la era Dio, empieza “Rise Of Aslan”, otro gran corte que eso sí, nos hará desear un teclado en el apartado instrumental, que hubiera desplegado una atmósfera un mas misteriosa para esta canción que de por sí la posee. A mi modo de ver se pudo haber trabajado mejor en el estribillo al momento de componer, porque como quedó, siento que no la eleva a ese momentum que un buen tema requiere.

Y cachen ahora que título curioso nos entrega la cuarta pista de este álbum, “Samson´s Kryptonite”. Aquí, con esa inspriación de la piedra verda que debilita a Superman, asoma bastante del sonido de los Deep Purple, de hecho un riff me recuerda bastante a “Maybe I´m a Leo” del aclamado “Machine Head” (1972). Y es que ya les había dicho que esto iba de sonoridad clasiquera (diccionario de mi lengua española). Luego llega la quietud con una “Love Came To Die”, una casi balada que me hace insistir en el hecho de que, al menos a mí, me están faltando algunos coros memorables, que son los que engrandecen este tipo de música, y en esta ocasión también le aportarían mayor emotividad.

“Call Down The Thunder” se presenta como el tema malote del listado, y me refiero al de actitud siniestra, empujada por unas guitarras de medio galope que dan esa sensación de persecución sin necesidad de acelerar, y estamos aquí ante una pieza interesante, sumamente disfrutable y que se alza entre las mejores del álbum, con un solo de guitarra que sin extenderse demasiado logra ese plus que enciende junto a un tempo mas acelerado justo antes de culminar.

Como tomando un poco de las dos piezas anteriores surge “Last Daze”, había olvidado mencionarles que las estructuras por las que se mueven estas canciones, y su sonoridad, también me hacen volver a unos Leviticus y su “Knights Of Heaven”, espero alguno también me lo confirme. A falta de teclado esa guitarra limpia, sin distorsión, que va arpegiando en ocasiones, es la que aporta una atmósfera de nostalgia y sutileza a la crudeza de la banda. Lo mismo se evidencia rápidamente al partir “The Edge Of Night”, y que bueno que la banda haga uso de este recurso guitarrístico para compensar un poco (tan sólo un poco) la falta de teclados. Es una buena pieza, que quienes disfrutamos del debut de unos Alcatrazz, por ejemplo, sabremos apreciar.

“1000 Years”, marca cierta diferencia con ese efecto de guitarra al comienzo, pero rápido nos hace volver al terreno común que comparten las demás canciones, sin ser una de las mas notables. La que sí nos deja un mejor sabor de oídos es la que pone el punto final a este disco, “Writing On The Wall”, donde su vocalista por fin me hace arrancar de la punta de la lengua a un Blaze Bayley, que me costaba recordar pero ya se me hacía familiar, tiene ese timbre de voz, medio oscuro y desgarrado similar al británico que militó en los Maiden y luego continuó como solista. Esta canción le da al álbum un final bastante digno, con una nota alta de emotividad que yo ya esperaba a partir de ese título de canción. Un coro sentido se nos cuela por los tímpanos y que de seguro querremos repetir.

Otra vez podemos decir aquello de «no inventan nada nuevo», pero me agrada que gente cuya trayectoria por lo general había transcurrido por otro subgénero, se animen a realizar cosas nuevas dentro de sus carreras, y si el resultado concluye en trabajos disfrutables como el que nos convoca, bienvenido sea.