Live Review: METALLICA en Buenos Aires, Argentina (Campo Argentino de Polo, 30 de Abril de 2022)
Texto por Alejandro Melgar
Fotos por Alejandro Melgar – BsAs Metal Shows – DF Entertainment – Argentina For All
Lo que muchos dábamos por perdido finalmente sucedió y pudimos disfrutar de un show con todas las letras, como los de antes. La sexta venida de Metallica a Buenos Aires originalmente estaba pactada para 2020 cuando explotó lo que todos ya sabemos, y nos guardamos nuestros tickets por mucho tiempo, casi que perdiendo la esperanza. Finalmente y después de muchos atrasos que incluyeron la pandemia y el ingreso a rehabilitación de James Hetfield, el 30 de Abril de 2022 el Campo Argentino de Polo sería el recinto que albergaría el show de Metal más popular y convocante del mundo. Podríamos discutir por horas el status y favoritismo de Metallica con respecto a las elecciones personales de cada uno, pero no hay dudas que se han convertido en la banda más grande del Metal, pese a quien le pese. Y esa noche fuimos testigos de eso y mucho más.
Triste pero cierto: Distribución de Sectores
De lo primero que voy a hablar, y uno de los puntos que me dejó más disconforme, es de la distribución de sectores. El Campo Vip vino para quedarse y no hay nada que podamos hacer al respecto. Soy de los que están a favor del mismo y considero que si alguien puede darse el lujo de pagarlo, tiene derecho a tener una experiencia más íntima y disfrutable, siempre y cuando se respete la cuestión “Vip” de la denominación, algo que no pasó ese día. Lamentablemente el Campo Vip, donde yo me encontraba, cubría muchísima extensión, haciendo que la visión sea dificultosa desde el mismo. Y ni que hablar del sector de campo general, donde aún desde la valla divisoria apenas se podía vislumbrar lo que estaba ocurriendo, teniendo que recurrir a la ayuda visual de las pantallas gigantes.
Hay quienes dicen que las plateas fueron la mejor forma de apreciar este show, pero desde el Campo Vip se veían muy lejanas y generaban una desconexión con el ambiente de fiesta que se estaba viviendo desde abajo. En definitiva estamos ante un gran recinto para recitales pero que necesita ser mejor distribuido para hacer justicia a las ubicaciones que se prometen. Ya había pasado con el show de Kiss una semana antes y volvió a pasar acá, y lamentablemente las productoras y organizadoras no se fijan en estos detalles mientras haya signos de dólares en sus retinas, por lo que sospecho que veremos cada vez más este tipo de configuraciones nefastas en futuros shows masivos.
Combustible para las polillas: Los Soportes.
Mientras me encontraba llegando al recinto y caminando unos cuantos metros para todo el proceso de entrada y compra de merchandising, puntualmente como estaba anunciado a las 18:30 dio el comienzo del espectáculo con la soporte local Marina Fages, de quien solo diré que fue una artista elegida por conveniencia y momento de popularidad en el espectro musical argentino, ya que su propuesta de Pop/Indie de tintes rockeros no calza de ninguna manera con el espectáculo que propone Metallica, y habiendo tantas bandas que realmente merecen esta distinción, es una lástima que sigan pasando este tipo de cosas. Se entiende el porqué, pero no se comparte, y son esta decisiones que hacen ver que esto a veces funciona como una fábrica de dinero, favoritismo y un concurso de popularidad, más que una celebración de la pasión por la música que amamos.
Otros que se presentaron como soporte fueron Greta Van Fleet, banda que viene acompañando a Metallica en este paso por sudamérica, y que están teniendo un estrepitoso ascenso de popularidad que nos obliga a pararles la oreja. Su propuesta está basada en el Hard Rock setentero y más clásico que toma muchos elementos de blues y es muy comparada con los emblemáticos Led Zeppelin, particularmente el histrionismo, excentricidad y tono vocal de su cantante Josh Kiszka. La banda dio un show muy sólido de unos 50 minutos, presentando mayormente material de su trabajo más reciente “The Battle at Garden’s Gate” (álbum que obtuvo el puesto #47 en nuestros Mejores Discos de 2021). Con carisma, actitud y una gran performance rockera se ganaron al público presente que disfrutó de un show de calidad y nos transportó a otra época. Pulgares para arriba para los Greta y su excelente presente que augura grandes momentos para su futuro.
Montando el relámpago: Setlist y efectos especiales.
Finalmente y después de una espera que en el reloj no fue tanta pero que para nosotros pareció eterna, aproximadamente a las 21:15 comenzaba a sonar la clásica “It’s a Long Way to the Top…” the AC/DC, seguida de la inmortalizada intro de “The Ecstasy of Gold”, himno de Ennio Morricone que desde tiempos inmemoriales es la abridora oficial de los conciertos de la gran M. Y cuando las luces se apagaron y empezaron a sonar los acordes de esa gema de la gestación thrasher que es “Whiplash”, todo el recinto se vino abajo. La joyita de aquel fundamental “Kill’Em All” (1983) fue la encargada de abrir el show de los cuatro jinetes que se mostraban totalmente en forma y con ganas de llevarse todo por delante.
Cinco pantallas gigantes adornaban un enorme escenario que proyectaba imágenes y efectos distintos con cada canción, nada que no se haya visto antes en shows de Metallica pero que obviamente se transforma en un gran aliciente y eleva las canciones a otro lugar. Clásicos como “Ride the Lightning” o “Seek and Destroy” (ubicada mucho antes en el set de lo esperado) fueron vitoreados al máximo, mientras que “Fuel” (única representante de “ReLoad” (1997) y uno de los dos temas diferentes al show que había dado la banda en Chile tres días antes) le puso la cuota ganchera y más rockera a la noche, con inmensas llamaradas saliendo desde el escenario y las torres de control, generando una imponente sensación de calor para los que estábamos cerca de la acción.
“Holier than Thou” de aquel enorme disco bisagra que fue “Metallica” (1991, más conocido como el Black Album), también se diferenció del show de Chile donde en su lugar habían tocado “Through the Never” del mismo disco. Hay clásicos y momentos del show que nunca cambian, como esa intro extendida llena de explosiones y fuegos artificiales que da lugar a ese espectáculo que es “One”, pero lo que si podemos decir que es atípico es ver a James Hetfield saboreando unos mates mientras se dirige al público para presentar “Sad But True”. Un gran momento festejado también fue “Moth Into Flame”, ese himno moderno perteneciente al último trabajo de estudio hasta la fecha (“Hardwired… To Self-Destruct”, 2016), de hecho el tour se sigue llamando WorldWired en honor a este disco (algo un poco exagerado o “robaplatas” ya que pasaron 6 años del mismo).
Mencionamos antes el laureado Black Album que hace poco cumplió sus 30 años de existencia, por eso es lógico que sea el disco con más representaciones en el setlist. De allí se desprendió la imprescindible “The Unforgiven” con una versión sentida y apabullante, para luego dar paso a los clásicos ochenteros “For Whom the Bell Tolls” y “Creeping Death”, dos clasicazos de “Ride the Lightning” (1984) que al sonar juntos generaron una explosión de adrenalina. Una de las “sorpresas” vino de la mano de “No Leaf Clover”, aquel temazo que aparecía por primera vez en el disco en vivo “S&M” (1999) y que no cuenta con versión oficial de estudio. Una gran interpretación acompañada de grandes efectos visuales hicieron de este tema uno de los highlights de la noche.
El cierre antes de los encores vino de la mano de “Master of Puppets” (el tema más interpretado en la historia de la banda, tocado 1701 veces según setlist.fm), una canción que se sigue manteniendo totalmente vigente y la banda se muestra arrolladora al interpretarla en vivo. Los encores vinieron de la mano de “Spit Out the Bone” (también del “Hardwired…”), en una versión que arrancó a destiempo y sin fuerza (más sobre esto en el próximo párrafo), pero que significa un gran himno thrashero moderno, y el cierre definitivo sin sorpresas vino de la mano de “Nothing Else Matters” pegado con “Enter Sandman”, a esta altura clásicos eternos de la música pesada en general. El final pareció un festejo de año nuevo con todos los fuegos artificiales que se dispararon, en un despliegue que quedará para el recuerdo de todos los que mirábamos hacia el cielo maravillados.
Imperdonable, pero los perdonamos: La Performance
Vamos ahora a uno de los puntos polémicos. Es sabido que los integrantes de Metallica andan todos entre los 57 y los 59 años de edad, por lo que es lógico que este factor esté influyendo en la performance, en los recursos que utilizan para “tomar atajos” y principalmente en los errores o “pifies” que se vieron a lo largo de todo el concierto. Esto no es nuevo, Metallica en vivo hace muchos años que comete errores y parece no interesarles, pero ahí está la clave: poder brindar un enorme show complementario que oculte parcialmente el hecho de que la banda no está tocando como hace 20 o 30 años.
La figura indiscutida de todo este barco es y siempre ha sido James Hetfield, mostrándose (casi) entero tanto en lo vocal como en la guitarra, un frontman que arenga a las masas a diestra y siniestra y siempre sale victorioso con actitud y presencia. Lars Ulrich hace de las suyas tras los parches con sus caras y movimientos bizarros, siendo claramente el más desprolijo del grupo a la hora de interpretar (o asesinar) algunas canciones. Te queremos Lars, ¡pero como le pifias! Kirk “Wah-wah” Hammett disfruta recorriendo el escenario y soleando con el manual en la mano, pero se lo ve enérgico y distendido, dio una buena performance. Y Robert Trujillo (que ya hace casi 20 años que está en la banda y algunos le siguen diciendo “el nuevo”) proporciona una base sólida de bajo con sus clásicas piruetas y artimañas de circo, pero cuando llega el momento de berrar los coros, la cosa baja bastantes puntos.
Mientras nos maravillamos con el enorme escenario, las pantallas gigantes, los efectos especiales, las animaciones y los fuegos artificiales, a veces nos olvidamos la cantidad de errores que se cometen sobre las tablas: entradas a destiempo, simplificar algunas secciones o bajar las revoluciones de otras son algunos ejemplos de lo que vivimos esa noche. Y está bien, se comprende que una banda con 40 años de trayectoria intachable pase por estas cuestiones, y más que una crítica es una advertencia de que a medida que pasen los años, esto se estará evidenciando cada vez más. Vean a Metallica cuanto antes y todas las veces que puedan: esto no durará para siempre.
Nada Más Importa: Conclusiones
Que no se malinterprete. Todos los palitos que estoy tirando no opacan una experiencia que fue trascendental para cada uno de los que estuvimos allí viendo escribirse una nueva página en la historia metalera de los shows en vivo. Y si de SHOW hablamos, nadie lo hace como Metallica, quienes ponen producción y efectos al servicio de unos fans ansiosos por espectáculo, particularmente después de dos años en donde todo esto no existió, y casi perdíamos la esperanza.
Todo nos sirvió para mostrar que Metallica siguen más vivos que nunca y siguen siendo los más grandes en convocatoria, popularidad y nivel de espectáculo. Con errores humanos, cuestionables decisiones de producción para distribución de sectores y algunos detalles negativos más, claramente, pero con un show increíble, una banda que aún tiene nafta en el tanque, un setlist que recorrió toda su historia de manera satisfactoria, y la sonrisa de todos los presentes que dejamos ese campo con la sensación de haber presenciado algo masivo e histórico, una vez más. Nada mal para unos chicos de San Francisco que solo querían matarlos a todos.