JUDAS PRIEST – Invincible Shield (Album Review)
- 🎸 Heavy Metal
- 🌎 Reino Unido
- 💿 Epic
- 📆 08 de Marzo, 2024
Por Santino G. Barbas
Todavía sosteniendo el estandarte en lo más alto y liderando la carga, unos cincuenta y cinco años desde que se formó la agrupación, Judas Priest solo parece volverse más poderoso con la edad; los rigores del tiempo no parecen detener la marcha del quinteto que aún cabalga una motocicleta de alta cilindrada, mientras viste una chaqueta de cuero y accesorios con puntas filosas.
Su gestación y su cátedra setentera hasta la transformación en “Dioses del Metal” durante los años ochenta y los altibajos de su carrera desde entonces han sido bien documentados, pero el hecho de que todavía estén lanzando grandes éxitos, a tan avanzada edad en su carrera, muestra una férrea determinación y compromiso con la música que hacen.
Comenzando donde terminó el último álbum, «Firepower», aquí encontramos a un “Sacerdote” más rebuscado y versátil, pero también uno que trae algunos de los giros inusuales de su producción anterior. Ciertamente, hay toda la contundencia que esperábamos, pero también hay pasajes inesperados y un gran uso de la melodía que lo distingue como uno de sus álbumes más diversos (al menos desde que Rob Halford volvió a las filas del gigante de acero).
Este 8 de marzo de 2024 es lanzado mundialmente, vía Epic Records en los Estados Unidos y Columbia Records a nivel mundial, «Invincible Shield»; décimo noveno álbum de larga duración de los emblemáticos Judas Priest.
Para aquellos preocupados de que la banda estuviera regresando al territorio tan difamado de las teclas pesadas que trajo el álbum «Turbo» (1986), los primeros momentos de ‘Panic Attack‘ pronto ven el familiar y monstruoso ataque de guitarra gemela que se ha convertido en la marca registrada de Judas Priest, con una ferocidad apenas controlada. Inmediatamente corremos el riesgo de sufrir daños graves en el cuello cuando la monstruosidad ruge por los parlantes, acompañado por la extraordinaria y desafiante voz de Halford. Si bien los estribillos son directos y minimalistas, los pasajes previos a los solos de guitarra, influenciados por Rush, son más que evidentes y la banda busca, con ello, ampliar el espectro compositivo de su tan afamado y laureado heavy metal. Ganchero, directo, y con un inesperado segundo solo de guitarra final, ‘Panic Attack’ es un efectivo tema para dar punta pie inicial al flamante nuevo álbum.
No hay tregua en esta aventura mientras la pista de “vieja escuela”, pero atracada con menuda moderna producción, ‘The Serpent and the King‘ empuja la aguja del catalizador de pesadez hacia el rojo vivo. Las reminiscencias a añejos clásicos como ‘Freewheel Burning’ («Defenders of the Faith», 1984) o ‘Ram it Down’ («Ram it Down», 1988) son dignos de compatibilidad en una pista que emana velocidad, contundencia e intensidad, mientras el propio Rob deja la vara muy alta en términos del alcance de registro vocal y desgaste sonoro. Los estribillos son tan directos y persistentes como los de ‘Panic Attack’, pero en esta ocasión, la voz desgarradora de Rob no se ralentiza jamás. Luego del solo de Faulkner, las métricas cambian radicalmente, al tornarse a un giro de corte doom, que emana la clara influencia de Black Sabbath en sus coterráneos. Una pista brutalmente pegadiza y demoledoramente cañera que da como propósito una sensación de doble gancho en conjunto con la pista inicial.
Para el tercer asalto, justo antes de que el peso de la “bola de demolición” de la canción principal traiga sus riffs cortantes, ritmos de sierra de hueso y trastes armónicos, el baterista Scott Travis se aleja de su versión de hombre para pasar a ser una máquina absoluta de machacar los parches de su instrumento. En el corte más longevo del álbum, el cual comparte nombre con la placa en cuestión, las progresiones y la mixtura de riffs evidencian un carácter épico de himno también anclado en las obras de mediados de los años ochenta, cuando Judas Priest dominaba el mundo occidental a entereza de puro y clásico heavy metal. Melódica y accesible, con una agradable inyección de interludios musicales y progresiones en los compases a lo largo de la canción. Los trabajos solistas de guitarras son de otro mundo, mientras que el estribillo es una clara determinación de principios.
Las cosas se ralentizan un poco para ‘Devil in Disguise‘ con su equilibrio entre valor y melodía creando su propio estado de ánimo. Si bien la cuarta pista del flamante nuevo álbum agrega otros condimentos y baja ciertos cambios durante el pasaje de la obra, el impresionante trabajo en solitario añade un toque real de moderación entre tanta furia estridente. Un poco más de blues y hard rock a base de guitarra en esta ocasión, donde la canción se redime a los estallidos musicales y la interpretación rítmica del “halcón” Faulkner. Una de las canciones más memorables de toda la obra, con estribillos que recuerdan a la épica ‘I’m a Rocker’ («Ram it Down», 1988), y la cual probablemente compita como una de las pistas con el mejor solo de toda la obra en cuestión.
De manera similar, ‘Gates of Hell‘, mantiene una vibra muy ochentera, pero con una personalidad más asemejada a los clásicos cortes típicos de los guitar heroes que podemos encontrar en cortes de Van Halen u obras del mismo Rhandy Rhoads. Los fills de guitarra y el espectro compositivo de sus leads hacen que nos perdamos en una diversificación del sonido de Judas Priest, mostrando las varias caras que este gigante posee. El trabajo de guitarra en esta pista también es una hipérbole de sí mismo, y también se puede relacionar con las obras más gancheras presentes en el divisorio pero accesible «Point of Entry» (1981), debido al carácter de himno y semejanza radio friendly que la canción posee. Judas Priest en su forma más pura y sincera en uno de los puntos altos del nuevo disco, la cual se espera sea interpretada en vivo, porque credenciales para ello le sobran.
El tercer single lanzado, ‘Crown of Horns‘, tiene grandes ganchos que permanecerán en tu cerebro durante días y una moderación que deja que todo respire; edificante y lleno de los toques que podrían asemejarse a una versión heavy de Ghost, la cual los vio ascender a rangos estratosféricos. Luego del intro a puro fills de guitarras, las aristas de tipo himno melódico y sensacional pueden retrotraer a las fibras halladas en la inmensa ‘Worth Fighting For’, del álbum «Angel of Retribution» (2005). Las métricas aquí están perfectamente equilibradas, los versos y los coros son emocionantes como geniales, y el solo del “halcón” Faulkner es tan preciso como precioso y justa labor para lo que necesita la canción. Se agradece toda esta dosis de frescura en su sonido últimamente tan metalizado, mientras que el efecto de desvanecimiento (fade out) al final, nos genera una sensación de emotividad pocas veces encontrada en los últimos lanzamientos de la agrupación.
Siendo Judas Priest, la bola de demolición nunca está demasiado lejos, y ‘As God is My Witness’ regresa a la velocidad y al caos de características speed metal, todo resaltado por la precisión de la brillante producción de Andy Sneap que equilibra la cantidad justa de cromo pulido con terrenidad. Quizás sea la pista que más refleja el perfil estilístico del metal de los años ochenta, con claros puntos de encuentros con el clásico de Ozzy Osbourne, ‘Bark at the Moon’ (en lo que concierne al riff introductorio de la canción), y una clara reminiscencia al sonido clásico e intenso de ‘Leather Rebel’ («Painkiller», 1990). Después de haber estado de gira con la banda como segundo guitarrista, Sneap tiene ya una idea clara de lo que encaja con la banda y también aporta sus años de experiencia trabajando con grupos de metal de primer nivel, puesto que las capas que aporta a su sonido aquí son algo que brinda nuevos placeres mientras se es escuchado reiteradas veces.
Le sigue el segundo corte de difusión del álbum, ‘Trial By Fire’: una clara reminiscencia al clásico ‘Judas Rising’, del álbum «Angel of Retribution» (2005), escuchamos al entonarse las primeras notas de guitarras en una increscencia que inicia la canción. Pero no son los riffs demoledores lo que rompe el paradigma aquí, sino una serie de riffs y melodías entre cortadas, con variaciones en los tempos de las mismas, las cuales dan lugar a los fraseos vocales de Halford que emula correctamente lo que los guitarristas están replicando. Los estribillos transmiten un sentimiento de fragilidad y derrota, pero con fuerza y la firmeza necesaria para sostenerse como uno de los puntos fuertes de la nueva placa. Más allá de todo, pudiésemos estar hablando de una de las pistas que genere mayor polaridad entre los seguidores de la banda, puesto que no se asemeja a las obras de los años dorados de la banda, ni tampoco evoca un aire nuevo de innovación en las composiciones del veterano grupo británico.
Durante la casi psicodélica experimentación en ‘Escape from Reality’, encontramos una pista diferente a lo que hace al resto de la obra que estamos escuchando. La influencia de Black Sabbath siempre está presente, y esta pieza de corte heavy doom no es la excepción. El cambio de medio tiempo fue una acertada ideación por parte de Glenn Tipton, y aporta una diferenciada textura al álbum, tanto en lo sonoro como en la melodía vocal. El fraseo vocal quejumbroso en el puente suena como a una versión de Ozzy Osbourne de los años noventa, mientras que las variaciones estilísticas dan la sensación de esas “progresiones” de las que Richie Faulkner hacía alusión en entrevistas previas al lanzamiento del nuevo álbum. Quizá sea la pista que más “oculta” quede en el track list, o esa canción a la que le tome más tiempo hacerse un lugar entre el gusto de los seguidores de la banda.
‘Sons of Thunder’ tiene una semejanza al clásico y alegórico ‘Hell Bent For Leather’ (del álbum «Killing Machine», 1978). Una ejemplificación clara, concisa y directa de lo que puede representar Judas Priest, y otra criatura parida de las entrañas compositivas de Tipton. Demostrando, nuevamente, la variedad de arreglos que tiene este álbum, y lo directo y «al hueso» que pueden ser aún los veteranos de Birmingham. Una pista veloz, agresiva y directa; en la cual te puedes imaginar al mismo Rob Halford conduciendo su Harley por el escenario en su próxima gira mundial.
La cinemática y panorámica ‘Giants in the Sky’, con su calado que recuerda al enorme Ritchie Blackmore la podemos ver como un tributo a los soldados caídos del rock y el metal. Con afinaciones claramente más bajas, un estilo marcadamente más groovero, contundente y pesado, aunque también posee el carácter atmosférico y grandilocuente, que la haría encajar acertadamente en el álbum «Nostradamus» (2008), sumado a esto, una ralentizada sección con un solo de guitarra acústico muy armonioso y bello. Aquí podemos encontrar mucho que absorber ya que Rob Halford, en las tareas de letrista, tiene la capacidad de ser muy significativo y, a la vez, ambiguo, y las últimas letras de la canción: “You will never die”, son un claro tributo al legado que tantos gigantes de la música nos han dejado. Correcto y sentido homenaje a los héroes caídos del heavy metal en la clausura del nuevo álbum.
Está disponible también una edición especial de «Invincible Shield», con varios bonus tracks: el grito de batalla funky que late en el pecho de ‘Fight for your Life’; una canción himno e inspiradora con un gran coro edificante. La acérrima y ganchera ‘Vicious Circle’: muy basada en riffs con armonías de guitarra similares al riff de ‘Hell Patrol’, pero quizás un poco más genérico que el resto del material aquí encontrado. Y el final con la maravilla teatral y operística de ‘The Lodger’: con su estilo de rock clásico de los años setenta encarnado por el espíritu de Alice Cooper, hace que el círculo se complete con la interrelación de sentimientos del “rock de kimono” satinado presenciado en el debut de la banda en el programa británico de la BBC ‘The Old Grey Whistle Test‘, mientras interpretaban ‘Rocka Rolla’ y el gancho ‘Dream Deceiver’/‘Deceiver’, hace casi cinco décadas, con todo en lo que se ha convertido Judas Priest en estos más de cincuenta años de gloriosa existencia.
Miembros de la banda:
- Rob Halford – Voz.
- Glenn Tipton – Guitarras.
- Richie Faulkner – Guitarras.
- Ian Hill – Bajo.
- Scott Travis – Batería.
- Andy Sneap – Guitarras adicionales.
JUDAS PRIEST - Invincible Shield
Emocionante, envolvente, aplastante y finalmente triunfante, "Invincible Shield" está hombro con hombro con algunos de los mejores trabajos del catálogo de Judas Priest. Algunas bandas simplemente necesitan prepararse con mucha moderación y cautela para cuando la edad avanza demasiado rápido o cuando la química ya no está ahí. Judas Priest, sin embargo, podría estar en su apogeo en este momento, unas cinco décadas después de su formación, y sin la necesidad de probar nada a nadie. Cada aspecto de la producción de "Invincible Shield" sobresale. Cada sonido de este disco tiene un propósito. El Sacerdote está de vuelta, y está vez, en su forma definitiva, brindando su mejor versión a tan avanzado punto en su carrera, con una mezcla de intensidad y poder con emoción y sensibilidad. The Priest is Back!Pros
- Producción grandilocuente y sonido espectacular.
- Excelsa producción que retrotrae a los sonidos clásicos pero con una mezcla fresca y moderna
- Admirable labor vocal por parte de su vocalista.
- Ideal interrelación entre las diferentes etapas de la banda en este conjunto de canciones.
Cons
- La falta de confirmación acerca de que guitarrista grabó qué puede generar escepticismo.
- Se le puede hallar ciertos atisbos de auto plagio o "fan service".
Summary
Producción
9
Composición
9
Replay Value
9.5
Valoración Personal
9.5
Tremendo trabajo
Enorme obra!! Para una banda tan longeva que no tiene nada que probar, que editen material de este calibre es un regalo divino 🤘🏼