Review: IN FLAMES – I, the Mask
Los suecos de In Flames son considerados una institución dentro del género del Death Metal Melódico, son pioneros del llamado «sonido de Gotemburgo» junto a sus compatriotas de At the Gates y Dark Tranquillity en la década del 90. De las bandas mencionadas, In Flames es la que más experimentación sonora tuvo a lo largo de sus casi 3 décadas de carrera.
“I, the Mask” es su disco de estudio número 13, y todo parece indicar que es el disco en el que planean ganarse nuevamente a los fanáticos que perdieron en el camino. Su sonido en general puede caracterizarse como una vuelta a sus raíces, sin olvidar la melodía y el gancho que ganaron a lo largo de toda su extensa carrera. Sus últimos álbumes, particularmente “Siren Charms” (2014) y “Battles” (2016), los mostró alejados de su sonido característico, coqueteando con el Metal Alternativo en pos de un enfoque más mainstream, lo cual no fue muy bien recibido por los fans de su sonido clásico. Con este álbum vuelve la agresividad, pero también se apuesta al gancho y a la melodía, con estribillos muy pegadizos y memorables, en lo que tal vez podría caracterizarse como un intento exitoso de convergencia de sus dos etapas.
El arranque con “Voices” marca una presencia arrolladora de riffs electrizantes, y sobretodo mucho groove, característica que se mantendrá por todo el disco. El mítico vocalista Anders Fridén suena mejor que nunca, agresivo y a la vez melódico. Violento y melancólico. Un combo explosivo. El tema que da nombre al disco “I, the Mask” no pierde ni un segundo en meternos de lleno en la locura. Guitarras filosas, doble bombo, tempos acelerados, para un track que nos hace querer agitar la cabeza constantemente (o querer romper algo). “Call My Name” suena decidida con un marcado ritmo de batería a cargo del debutante Tanner Wayne, que sitúa a la canción en el territorio del mosh, con un estribillo a base de breakdowns incitadores al headbanging.
“I Am Above” es otro ejemplo de machaque agresivo que tan bien le sienta a esta banda, comandada por un riff complejo y sin perder el groove, también es poseedora de uno de los estribillos más memorables y melódicos del disco. Coreable por donde se lo mire “Follow Me” baja las revoluciones para entregar un verso de balada que desemboca en un puente y estribillo de esos de estadio, que se cantan con el puño bien en alto. Riffs complejos y a la vez grooveros determinan la marcha de otra gran canción. El comienzo de “(This is Our) Hose” con un coro agresivo a capella parece incitar a que te aprendas ese estribillo de memoria. La canción experimenta con la voz de Fridén, mostrando toda su capacidad vocal, desde la agresividad limpia hasta las voces de ultratumba en tono gótico.
El disco fluye naturalmente y no se torna aburrido en ningún momento. Ya entrando en su segunda mitad “We Will Remember” es un medio tiempo con mucha fuerza y otro estribillo muy recordable y melódico. Sin dudas el balance entre gancho y fuerza está perfectamente logrado. El punto flojo del disco viene con “In This Life”, una pseudo-balada que no termina de arrancar y se torna densa y un tanto aburrida. Las cosas vuelven a tomar fuerza con “Burn”, que destila melodeath por los cuatro costados. Una canción corta y directa, que te pasa por arriba como una aplanadora, con un estribillo hecho para saltar. “Deep Inside” retoma el groove con un riff de esos que te quedan sonando en la cabeza. Fridén no abandona la agresividad y le pone su impronta clásica a otro tema medio tiempo que no defrauda.
Acercándonos al final, “All The Pain” trae un comienzo desgarrador con guitarras acústicas y vocales bien sentidas, para desembocar en un riff bien prog y una canción con mucho sentimiento. El cierre del disco viene de la mano de “Stay With Me”, una balada acústica con mucho feeling y mucha melancolía. Las voces limpias toman protagonismo para una despedida muy emotiva. Sobre el final la canción agarra fuerza y entra la distorsión, en lo que se vuelve el cierre perfecto de un disco redondo.
Punto aparte para la producción cristalina a cargo de Howard Benson (My Chemical Romance, Motörhead), con quien ya vienen trabajando desde el anterior “Battles”. Todo suena en su lugar y
de manera contundente, factor fundamental para la evaluación de un disco, e imprescindible para los tiempos que corren. En ese sentido “I, the Mask” tampoco defrauda y nos entrega un sonido demoledor y muy limpio.
In Flames logra posicionarse nuevamente como un pilar fundamental del Death Melódico, pudiendo generar un balance perfecto entre la agresividad y la melodía, en un disco que logrará recuperar a los fanáticos más escépticos, así como mantener la base de fans que venían generando en sus últimas incursiones. Muy disfrutable y entretenido, “I, the Mask” es un gran exponente para un género que no parece tener freno.