Review: SONATA ARCTICA – Talviyö
El camino de los que una vez fueron reyes del Power finlandés ha sido mayormente estrepitoso durante la última década. Es bien sabido que desde el divisorio “Unia” (2007), Sonata Arctica transitó una senda de experimentación que los acercó a sonidos más emparentados con el Hard Rock, el Rock Progresivo y el Metal Sinfónico edulcorado. Lo preocupante de todo esto no es el cambio de estilo, a fin de cuentas muchas bandas del género han sabido transformar su propuesta y evolucionar acorde a su visión: se me viene a la mente Kamelot con su etapa oscura y progresiva entre 2007 y 2010; Avantasia/Edguy que desde hace más de una década coquetean con el Hard Rock, el Folk y otros sonidos que se alejan de su Power Metal que los vio nacer; o incluso Stratovarius, banda hermana y coterránea de Sonata, quienes sin dejar de lado el Power adaptaron sonidos más modernos y una producción renovada que les valió grandes lanzamientos en los últimos diez años. Repasemos entonces la historia reciente de Sonata Arctica para entender qué salió y está saliendo mal.
El problema con Sonata Arctica no es el cambio de estilo: no se puede estigmatizar una banda solo porque no hacen lo que te gusta o lo que los hizo exitosos (una banda no debe trabajar para los fans sino para ellos mismos, los fans vienen solos si las cosas están bien hechas). El problema es el pilóto automático en el que se encuentran hace mucho, mucho tiempo. ¿Qué quiero decir con esto? La falta de alma, el desgano y el sentimiento general de dejadez que plaga a sus lanzamientos post-Unia. Desde “The Days of Grays” (2009) hasta “The Ninth Hour” (2016), los finlandeses entregaron unos cuantos álbumes olvidables y tan genéricos que parecen fusionarse unos con otros y difícilmente recordemos canciones emblemáticas.
Como excepción, voy a quebrar una lanza y decir que considero a “Pariah’s Child” (2014) un gran álbum que usa a su favor la experimentación y entrega un puñado de canciones dignas que coquetean con el Hard Rock y los sonidos más progresivos, rodeado de una actitud tanto irreverente como dramática cuando tiene que serlo. Es un álbum que no tuvo una recepción tan cálida pero guarda un lugar especial en mi corazón por tratarse del único disco de su época reciente que escucho con ganas y vuelvo a revisitar cuando necesito una buena dosis de Metal Sinfónico.
Y entonces, ¿qué pasa con “Talviyö”, el álbum que nos compete? En pocas palabras: más de lo mismo. El álbum pasa sin pena ni gloria entre medios tiempos hechos sin ganas, baladas carentes de alma e interpretaciones que no pasan de lo correcto. El característico timbre vocal de su frontman Tony Kakko suena cada vez más apagado, como si lo escucháramos cantar las melodías pensando en cuántas copias del disco se van a vender y si será suficiente para sobrevivir girando hasta que se cumpla el ciclo del álbum y volver a empezar con todo el proceso. Los singles liberados hasta el momento: “A Little Less Understanding” y “Cold” parecen haber salido de la fábrica de composiciones más genéricas del bosque finlandés más recóndito. Nos damos cuenta que pasamos la mitad del álbum y todo está envuelto en un aura de mediocridad que nos hace querer adelantar las canciones a ver si aparece un rayo de luz en estos días grises que vienen durando años.
Pero no todo es tragedia. Por allá aparece “Ismo’s Got Good Reactors”, un instrumental virtuoso salido de la nada que protagoniza uno de los únicos momentos destacados del álbum. Con claras influencias orientales (tanto arábicas como japonesas), el track es una bocanada de aire fresco en un mar de mediocridad: un momento de lucimiento para que estos grandes músicos den rienda suelta a su creatividad, lleno de solos y punteos mágicos y una velocidad que no se ve en estos días por el campamento Arctico. “Storm the Armada” es otra canción estándar pero con una sección instrumental experimental donde el bajo y el teclado protagonizan unos segundos interesantes. “Demon’s Cage”, si bien olvidable, presenta un dramatismo que muestra la faceta más shakesperiana de Tony Kakko y musicalmente muta de medio-tiempo a up-tempo con consistentes riffs de guitarra agresivos. Eso hasta que aburre, siempre llega un momento que aburre. El tema “épico” está ampliamente desperdiciado, “The Raven Still Flies With You” tiene una sección intermedia y mística bastante recomendable, pero su desarrollo general es de aburrimiento y dejadez nuevamente. Y qué decir del cierre del álbum, “The Garden” es una bella balada… para dormir. No tengo nada en contra de las baladas bien hechas que saben conmover, pero esta manera de cerrar un álbum que nos aburrió por casi una hora, no es la mejor manera de rematar una experiencia que nos dejó quizas 5-10 minutos entretenidos contra 45 de bostezos y rascadas de cabeza.
No podemos decir que estamos ante un disco malo, como tampoco podemos decirlo de todos los anteriores a este. Simplemente la chispa hace rato que se está apagando y lo único que tenemos son breves destellos de brillantez que se ven opacados por una sensación de conformismo. Esta actitud desganada se refleja también en las actuaciones en vivo: tuve oportunidad de ver un show reciente de Sonata Arctica en 2018 y puedo decir que también se los ve con pocas luces sobre el escenario. Como quien hace su trabajo disconforme y desmotivado, cumpliendo un trámite. El tiempo dirá si el público seguirá apoyando a una banda que supo regalarnos momentos memorables y recuerdos imborrables, pero lo cierto es que con “Talviyö” y su dirección actual, lo que están haciendo es ponerle un clavo más a su ataúd.
Tracklist:
01. Message From The Sun
02. Whirlwind
03. Cold
04. Storm The Armada
05. The Last Of The Lambs
06. Who Failed The Most
07. Ismo’s Got Good Reactors
08. Demon’s Cage
09. A Little Less Understanding
10. The Raven Still Flies
11. The Garden
Calificación: 5,5 / 10
Album Review: Alejandro Melgar – Gentileza Nuclear Blast Records