Review Clásico: SPOCK’s BEARD – The Light (1995)
El panorama de la música progresiva en la primera mitad de los años 90 tuvo muchas encrucijadas y momentos de indecisión. En una época casi que por completo dominada por el Grunge y el Hip Hop, el estilo que más nos gusta comenzó nuevamente a ganar popularidad gracias al éxito perpetrado por Dream Theater, quienes regían absolutamente los charts con joyas del momento como ‘Images and Words’ y ‘Awake’. Pero bien sabemos que parte del éxito de los neyorkinos estuvo dado por la versátil mezcla del Rock Progresivo setentoso con el Metal pesado de bandas más actuales como Metallica, Megadeth y Pantera. Se necesitaba un exponente que devolviera la gloria al Prog melódico de corte clásico, y ahí es donde Spock’s Beard dejaría su huella para la posteridad.
Antes de convertirse en uno de los músicos más prolíficos del mundo progresivo, Neal Morse estaba transitando un camino de incertidumbre y derrota, probando suerte en la itinerante escena musical de Los Angeles y decepcionándose constantemente en el camino. Después de intentar en vano lograr el éxito tocando covers que se tornaron tediosos, el músico decidió arriesgarlo todo, volver a su Nashville natal y rendirle el mejor tributo posible a la música con la que creció. Es así que nace Spock’s Beard, como un rayo de luz en el gris panorama del momento, tomando lo mejor de los mundos melódicos de bandas como Genesis, Gentle Giant y Yes. El primer álbum del cuarteto formado por Neal Morse (voz, teclado y guitarras), su hermano Alan Morse (guitarra principal, vocales), Dave Meros (bajo) y Nick D’Virgilio (batería, vocales) pasaría a ser uno de los discos más influyentes de la década en cuanto al costado más melódico del Rock Progresivo, compuesto por cuatro himnos tan importantes como esenciales.
El resultado es un debut por todo lo alto que sacudió los cimientos de un género que necesitaba una renovación urgente. Las cuatro composiciones se tornan mastodónticas y netamente influyentes en todo lo que vendría después. El arranque se da estrepitosamente con el tema título, “The Light” viene a mostrarnos el lado más versátil y ecléctico de este cuarteto de músicos ansiosos por crear algo único. El sello de Neal Morse que más tarde reconoceremos en cada obra y cada estrofa aparece dando sus primeros empujes, creando una intro soberbia que destila riffs de teclado y guitarra seguido de unos solos imposibles y mucha psicodelia progresiva para extasiarnos. Después de una intro subtitulada ‘The Dream’ aparece la primera sección extraña de nombre ‘One Man’ donde se relata todo lo que engloba una única persona, como una apología al sentimiento de pertenencia. Neal suena agresivo, berreador, con ganas de escupir todas las penurias acumuladas. La subsección ‘Garden People’ torna la canción etérea y ambiental, como si se tratase de un sueño, pero se mezcla con repiqueteos progresivos inesperados que llegan de la nada a movilizarnos. La siguiente sección es ‘Looking Straight into the Light’ que sube las revoluciones y presenta un Prog Rock más clásico y setentoso, con mucho sintetizador y momentos memorables, poniéndose bien emotiva sobre el final, para enganchar con ‘The Man in the Mountain’, la sección introspectiva que siempre se espera en las épicas del maestro. El homenaje al hombre solitario buscando su lugar. Y esto engancha de manera inesperada con la sección más bizarra de la canción titulada ‘Señor Velasco’s Mystic Voodoo Love Dance’, una especie de flamenco español de guitarras acústicas y la inmortalizada frase sin sentido “Soy el Señor Velasco, tomo mi leche con tabasco”, el momento WTF más importante que ha dado el Prog de 1995. Una locura que merece ser escuchada y glorificada, que además desemboca en tremendo solo de guitarra aún más psicodélico que el anterior. Como un reprise de las melodías originales llega ‘The Return of the Horrible Catfish Man’, con un Neal Morse totalmente sacado y distorsionado, sonando más agresivo que nunca en una sección totalmente deformada que se acaba pronto y muestra que todo vuelve a empezar con el reprise de ‘The Dream’, en un típico momento morseniano de cierre de círculo. Y todo esto fue sólo la primer canción!
¿Cómo se puede seguir después de tan magnífica pieza?, nos preguntamos todos. Y la respuesta viene en forma de otro clásico indiscutido: “Go the Way You Go”, que comienza con un punteo memorable que nos quedará grabado para siempre, para rápidamente ponerse prog y “saltarina” con unos teclados juguetones y un bajo marcando perfectamente el ritmo. Cuando el riff explota nos entregamos al goce instantáneo. El arranque vocal es tranquilo, pausado y reflexivo, como una introducción a la canción de nuestras vidas. Un verso en formato bastante convencional pero que va ganando intensidad y se torna imprescindible para comprender el alcance. Luego un verso bien popero de múltiples voces nos deleita con la habilidad compositiva del maestro Neal, que utilizaría este recurso muchas otras veces a lo largo de todos sus lanzamientos. El aura ominosa de futuras obras maestras se puede palpar de lleno en este disco y en esta canción en particular. Aparecen secciones instrumentales de piano y guitarra que nos hacen vagar por la estratósfera musical de unos enfermos adelantados a su tiempo. Y por supuesto, el cierre por todo lo alto con el estribillo cantado a todo pulmón bajando los tiempos y acelerando los latidos y las lágrimas. Otra masterpiece ha culminado.
Ya pasaron dos grandiosas épicas, pero si conocemos a Spock’s y a Neal, sabemos que lo mejor está por venir. Y sin dudas, eso llega en la forma de “The Water”, una gigantesca pieza de 23 minutos dividida en siete secciones distinguidas de un impresionante paseo por montaña rusa. El comienzo con ‘Introduction/The Water’ muestra los dotes como pianista del maestro, quien nos deja a sus pies nuevamente. El riff vuelve a repetirse pero en formato explosivo con toda la banda prendida fuego. “I am the Water!” es una frase que quedó marcada por todos los cultores de la banda. Aparece una sección más funky con ‘When It All Goes to Hell’, con el bajo bien adelante y la guitarra distorsionada en plan blusero, una perlita. Coros angelicales marcan un solo bien fumeta y el final de la sección que desemboca en ‘A Thief in the Night’ , ominosa y emotiva, se trata de una sección bien calma basada en piano y orquestaciones con la voz de Neal en plan dramático. Aparecen coros gospel de fuerte impacto, mientras suena la banda sonora de nuestro viaje interior y nos emocionamos una vez más. Y acá se viene la parte inesperada donde se va todo al carajo, Neal suena más enojado que nunca en ‘FU/I’m Sorry’, sección que pasa a la historia por ser uno de los únicos momentos en la carrera del músico donde pronuncia sin ningún tipo de camuflaje las palabras “FUCK YOU!”, sin dudas algo que Neal no estaría dispuesto a hacer hoy en día dado el camino espiritual que fue siguiendo. Sacado, distorsionado e irreconocible, su performance vocal guía una sección que funciona como catarsis para dejar salir todo lo que nos aqueja y gritarlo sin temor. Todo se transforma y vuelve la luz y los coros épicos para darle cierre a esta parte. En plan más rockero de estadio llega ‘The Water (Revisited)’, el reprise de las primeras estrofas, para luego ponerse nuevamente funky con piano y bajo marcando el ritmo mientras sacudimos los pies y casi que nos ponemos a bailar con la parte titulada ‘Runnin’ the Race’, tremendo ejercicio de blues/funk divertidísimo. Y la sección final llega con ‘Reach for the Sky’ , introducida por un piano en plan misterioso y unos rebajes de batería y guitarra que nos llevan casi que al infierno. Todo se torna solemne y sentimental en un final que eleva todo lo escuchado anteriormente, en una sección baladezca con toda la emotividad que el maestro sabe darnos. Los coros se magnifican, la banda lo da todo y Neal Morse nos muestra la inmortalidad en un cierre de esos que solo él sabe dar. Para 1995 esto fue una fuerte bocanada de aire fresco que toda la comunidad Prog necesitaba.
Como una especie de epílogo, y con nada más que demostrar, aparece al final “On the Edge”, el cierre de toda esta historia, que con sus seis minutos palidece en comparación con los mastodontes que acabamos de escuchar, pero que cobra sentido si lo vemos como un punto final de corte más uplifting para terminar de cerrar un disco bien redondo. Neal siempre supo regalarnos estos momentos más alegres y de vibra positiva, con canciones un tanto más directas y no tan progresivas, como para desestresar un poco la mente de tanto virtuosismo y emotividad. El experimento funciona y cerramos el disco con una gran sonrisa de oreja a oreja.
Y acá es cuando me vienen a la mente aquellas palabras redactadas en la autobiografía “Testimony”: la vida comienza a los 35 años. Y Neal, precisamente a esa edad pudo engendrar un álbum que con el tiempo se ha tornado atemporal, que suena tan fresco como hace 25 años y que constituye un pilar fundamental para la música progresiva moderna. También podemos verlo como el granito de arena inicial para que todo desembocara en el encuentro Morse-Portnoy, como un preámbulo de una de las colaboraciones más importantes en el mundo Prog. Y eso es solo una de las razones por las cuales “The Light” se convirtió en una pieza de culto para todo seguidor de esta música que tanto nos apasiona. El punto de partida para un universo cada vez más rico en colores y matices, que tuvo su exponente más inspirado y sentó las bases para una carrera sumamente prolífica y excepcional. Nada más lindo que rendirse ante este disco y dejar que la luz nos guíe.
1. The Light(15:33)
a) The Dream
b) One Man
c) Garden People
d) Looking Straight into the Light
e) The Man in the Mountain
f) Señor Velasco’s Mystic Voodoo Love Dance
g) The Return of the Horrible Catfish Man
h) The Dream
2. Go the Way You Go(12:03)
3. The Water (23:14)
a) Introduction/The Water
b) When It All Goes to Hell
c) A Thief in the Night
d) FU/I’m Sorry
e) The Water (Revisited)
f) Runnin’ the Race
g) Reach for the Sky
4. On the Edge (6:11)
Spock's Beard - The Light
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9/10
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9.5/10
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9.2/10
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9.1/10
Conclusión
Spock’s Beard pudo engendrar un álbum que con el tiempo se ha tornado atemporal, que suena tan fresco como hace 25 años y que constituye un pilar fundamental para la música progresiva moderna. También podemos verlo como el granito de arena inicial para que todo desembocara en el encuentro Morse-Portnoy, como un preámbulo de una de las colaboraciones más importantes en el mundo Prog. Y eso es solo una de las razones por las cuales “The Light” se convirtió en una pieza de culto para todo seguidor de esta música que tanto nos apasiona. El punto de partida para un universo cada vez más rico en colores y matices, que tuvo su exponente más inspirado y sentó las bases para una carrera sumamente prolífica y excepcional. Nada más lindo que rendirse ante este disco y dejar que la luz nos guíe.