Review Clásico: ANATHEMA – Distant Satellites (2014)
Ya bastante entrada la década de 2010, Anathema se encontraba en un momento óptimo de su carrera. Comenzando con su impactante comeback ‘We’re Here Because We’re Here’ (2010), los engranajes siguieron trabajando y la evolución natural coexistente de profesionalismo y pasión culminó en lo que para muchos es uno de sus mejores discos, el seminal ‘Weather Systems’ (2012). Previamente tuvimos el gusto de reseñar ambas obras maestras en este mismo espacio, por lo que hoy llega el turno del disco que continuó con esa racha compositiva y de popularidad llegando en el momento justo para mantener esa sinergia tan positiva que la banda estaba teniendo. Estamos hablando de ‘Distant Satellites’, el cual podría definirse hasta ese instante como la culminación de todo lo que Anathema quiso mostrar a lo largo de su carrera, conteniendo todos los elementos característicos que van desde la belleza hasta el drama, desde la quietud hasta la intensidad. Luz y oscuridad retratando dimensiones musicales y emociones como pocos artistas pueden lograr.
Con la seguridad de tener a los fans en el bolsillo, y habiendo entrado otra vez y firmemente en el incesante ciclo escribir-grabar-girar, la banda parte sin anestesia con las dos partes ‘The Lost Song’, continuando la tradición iniciada con ‘Untouchable’ en el disco anterior de dividir las canciones en secciones bien diferenciadas. En este caso la estructura de la canción es muy similar al hitazo de ‘Weather Systems’, la primera parte dota de protagonismo al gran Vincent Cavanagh y su garganta de oro, arrancando de manera calma pero con un riff de batería bastante acelerado y atípico, mientras que la canción va ganando intensidad hasta manifestarse en ese cóctel explosivo de emociones, sumando la voz femenina con una Lee Douglas brillante y ya bien afianzada a la banda. Para la segunda parte, y tal como pasaba en ‘Untouchable’, la canción se vuelve acústica, etérea y ambiental, Lee toma la posta vocal y nos entremecemos de ternura. Y nos damos cuenta que el tema se convierte en una continuación espiritual de aquel gran himno, tocando temas de amor, ruptura, dolor y pasión, como sólo ellos saben lograr. Hacernos erizar la piel desde el arranque es sin dudas un buen augurio para el resto del álbum.
Un par de joyitas continúan en una línea similar y bastante homogénea. ‘Dusk (Dark is Descending)’ es otra erupción volcánica emocional que debe gran parte de su crédito a un sensacional Vincent que deja todo en la cancha en dueto con Lee también, en un combo de en sueño. Es la clásica canción de Anathema post-2010, crescendo, explosión, calma y nueva explosión. Fórmula conocida pero ganadora. La cosa se pone más introspectiva con ‘Ariel’ una hermosa balada guiada por un piano exquisito, que tiene a la voz femenina como protagonista hasta la mitad de la canción, donde la cosa se pone potente, pesada y sinfónica, sin perder la calidez de canción tranquila pero poderosa. “Un amor tan duro que duele” entonan los cantantes, así como el que nosotros tenemos por esta banda maravillosa.
Lo que sigue es una sorpresa. Resulta que la canción de apertura que ya mencionamos, ‘The Lost Song’, no terminaba allí ya que hay una tercera parte. Y resulta extraño que venga luego de dos canciones que no están conectadas, pero ¿quienes somos para cuestionar las mentes maestras de los Cavanagh? Así pasa ‘The Lost Song, Pt. 3’ que se sucede con un paso más acelerado y con una base rítmica más dispar con respecto a las primeras partes, pero obviamente se nota el hilo conductor temático y melódico y se corona como una destacada conclusión a una hermosa trilogía de canciones.
El punto más alto del álbum está dado por la siguiente canción. Y acá quiero detenerme ya que estamos ante algo inusual. La banda eligió titular a esta canción nada más ni nada menos que ‘Anathema’. Poner de nombre a un tema el nombre de la banda, cuando ya tenés casi 25 años de carrera es sin dudas un movimiento arriesgado, que también viene de la mano de una declaración de principios. Pero todo queda más claro cuando empezamos a desentrañar esta pieza atemporal. Anathema paraleliza las idas y vueltas de una relación amorosa con las propias vivencias de la banda. “Nos reímos, lloramos, peleamos, tratamos, fallamos… pero te amé”, una frase tan potente como desgarradora, apología de la vida, de las relaciones y de lo profesional. Y si vamos a la música, explicar lo que se vive con esta canción es algo muy difícil, así que lo voy a ejemplificar con mi vivencia personal: en 2014, con el disco recién salido del horno, iba manejando tranquilamente por la calle cuando pasó la mitad del tema y el grito desgarrador de Vincent Cavanagh da paso al solo de guitarra más intenso y emotivo que habré escuchado en mucho tiempo. La piel se me eriza, el sudor corre por mi cuerpo, el corazón comienza a latir más fuerte, los ojos se empañan de lágrimas. ¿Qué acaba de pasar? ¿Me chocaron, fui al cielo y no me di cuenta? La canción termina con ese piano etéreo y lejano, y siento como si toda mi vida hubiese pasado ante mis ojos. Así de importante es este tema. Cuando mi abuelo falleció en el año 2017, hice un video dedicatoria con esta canción de fondo, una sentida y cálida manera de rendirle homenaje.
Pasamos el momento fuerte, nos relajamos y prestamos atención al volantazo artístico que da el álbum en su último tercio. El lado más experimental y electrónico de Anathema sale a relucir para el tramo final, con la primera de estas canciones siendo ‘You’re Not Alone’, un ejercicio hipnótico de música electrónica y movimientos arriesgados por parte de la banda, que se muestra sin miedo a probar cosas distintas, distantes. No es la primera vez que encontramos sonidos de este estilo en la propuesta de Anathema, pero siempre sorprende el enfoque y la ejecución de esta caja de sorpresas. La siguiente ‘Firelight’ funciona como interludio instrumental, un ejercicio de relajación casi meditativo, únicamente adornado por un órgano de iglesia, anticipando el final de las cosas, y enganchando perfecto con el tema que da título al álbum. Nuevamente la electrónica se hace presente en ‘Distant Satellites’, pero en plan más introspectivo y melancólico. Las baterías programadas y los arreglos de teclado suenan bien experimentales, como las canciones que pueden encontrarse en proyectos como Lunatic Soul o Blackfield. La canción nos transporta en un viaje donde efectivamente podemos observar esos “satélites distantes” resguardándonos desde el más allá. Un tema muy interesante, adictivo, visceral y a la vez ambicioso.
Y todo esto desemboca en un final que es la amalgama perfecta de ambos mundos, ‘Take Shelter’ tiene un comienzo minimalista con toquecitos electrónicos para luego dar paso a un final rimbombante y de gran crecimiento, como es característica en esas canciones de Anathema que nos regalan explosiones emocionales y nos dejan con el corazón en las manos. Es un cierre que ejemplifica lo que nos quisieron transmitir con ‘Distant Satellites’, el disco que no hace más que afirmar la potencia que se volvió Anathema en el mundo del Prog atmosférico y emocional. Una banda que supo nutrirse de sus comienzos más oscuros, pudo ver la luz y volvió de las cenizas en un renacimiento lleno de amor y fraternidad. Este es el disco definitivo para entender el sonido de Anathema en la década pasada, y lo que nos depara el futuro todavía está por verse, pero la inyección de vitalidad que tuvo el quinteto de Liverpool en estos últimos años sin dudas dará frutos. Se viene un mañana hermoso.
Tracklist:
01. The Lost Song – Part 1
02. The Lost Song – Part 2
03. Dusk (Dark Is Descending)
04. Ariel
05. The Lost Song – Part 3
06. Anathema
07. You’re Not Alone
08. Firelight
09. Distant Satellites
10. Take Shelter
Anathema - Distant Satellites
-
9.1/10
-
8.9/10
-
8.8/10
-
9/10
El disco que no hace más que afirmar la potencia que se volvió Anathema en el mundo del Prog atmosférico y emocional. Una banda que supo nutrirse de sus comienzos más oscuros, pudo ver la luz y volvió de las cenizas en un renacimiento lleno de amor y fraternidad. Este es el disco definitivo para entender el sonido de Anathema en la década pasada, y lo que nos depara el futuro todavía está por verse, pero la inyección de vitalidad que tuvo el quinteto de Liverpool en estos últimos años sin dudas dará frutos. Se viene un mañana hermoso.