Review: DEATH ANGEL – Humanicide
Dentro del seminal movimiento Thrash de los 80, la camada de bandas surgidas en la Bay Area de San Francisco fue una de las más prolíficas en su momento, y continúa generando hasta hoy material vibrante como en sus mejores etapas. Por un lado, en un podio imaginario indiscutido tenemos a los intocables “Big Four”: Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax, y en una categoría más abajo, pero sin quitarles mérito (de hecho muchos pueden argumentar su preferencia por sobre los cuatro primeros) tenemos a Exodus, Overkill, Testament y por supuesto, Death Angel, quienes sobre el final de la década mencionada entregaron un par de discos fundamentales para el género, y luego entraron en un prolongado hiato que los mantuvo separados hasta su reformación en 2001.
Desde ahí la maquinaria no ha parado y han entregado regularmente álbumes de calidad, sin abandonar nunca su sonido thrashero y su actitud agresiva que los mantiene relevantes con una vitalidad y creatividad poco vislumbradas para una banda tan longeva. “Humanicide” los encuentra más en forma que nunca, entregando un disco directo y sin vueltas, donde las buenas composiciones y la actitud aguerrida de dientes apretados reina por sobre todas las cosas, ayudando a llenar un vacío que había quedado desde su anterior y recomendadísimo “The Evil Divide” (2016).
Con este background tan próspero, el álbum irrumpe instantáneamente con el tema título “Humanicide”, un himno thrashero de pura cepa que arranca con un descomunal grito de Mark Osegueda (a lo Tom Araya) y nos pone la piel de gallina para lo que se vendrá: riff filosos, vocales desgarradoras, actitud guerrera, solos del infierno. Lo que se conoce en mi país como “palo y a la bolsa”. Sacudir la cabeza al unísono es lo mínimo que esta canción incita a hacer.
Las revoluciones suben aún más con “Divine Defector”, una bomba nuclear breve pero muy efectiva, de cadencia casi Death Metal, que incita a un moshpit asesino sin dar respiro convirtiéndose en uno de los temas más pesados del disco. Desembocando luego en “Aggressor”, una intro acústica no tarda en romperse para meternos de lleno en el mundo de los riffs pesados y la batería atronadora. La canción tiene un interesante puente groovero que da pie a un estribillo de Thrash old school que no tardará en ser recordado por los más veteranos de la batalla. Sobre el final, el mítico guitarrista Rob Cavestany entrega un solo antológico que pone a prueba los límites de la sanidad.
Otro bombazo de 3 minutos llega con “I Came For Blood”, y si el nombre no es más claro, es una de esas canciones donde no se pierde el tiempo y vamos directo al grano: up-tempo feroz y sin respiro, vocales aguerridas y un estribillo moshero que hará las delicias de todos, para terminar con otro de esos solos que pondría orgulloso a cualquier veterano de la Bay Area.
“Immortal Behated” es la canción más larga del disco, que comienza con una intro acústica casi baladezca para irrumpir en un medio tiempo bien pesado, con una base de bajo y batería insuperable y un Mark Osegueda prendido fuego en vocales. Se podría decir que esta es la canción “épica” del álbum, con un intermedio muy bien construido, entre puentes acústicos y solos melancólicos, es una gran canción que sin perder agresividad proporciona un respiro ante tanta bomba que nos viene cayendo. La forma perfecta de promediar un álbum que nos está pasando por arriba.
Volvemos a la tormenta con “Alive and Screaming”, otro paseo corto por el infierno que además contiene uno de los estribillos más pegadizos del disco. Un temazo con todas las letras, que en menos de 4 minutos nos da una verdadera lección de violencia, como dirían sus colegas de Exodus. Y siguiendo con la efectividad y los temas directos, “The Pack” brilla con luz propia al mostrar una actitud vibrante donde se hace un uso perfecto de los clásicos coros thrasheros que incitan a una descomunal versión en vivo.
Entrando en la recta final, “Ghost Of Me” arremete con una base thrash bien marcada que le hace honor a la vieja escuela. Los riffs, los coros y los solos vertiginosos están a la orden del día y fácilmente colocan a la canción como un nuevo clásico dentro del género, mostrando que el disco no para ni un segundo.
“Revelation Song” se perfila como el tema más experimental del disco, con una base groovera y melódica, bastante alejada de lo que estaríamos acostumbrados en una canción de thrash, acercándose más a los sonidos del Heavy Metal más moderno, donde se nos regala un solo que enorgullecería al mismísimo Dimebag Darrell. Y para el final termina de caer la última bomba y nos entregamos rendidos ante “Of Rats And Men”, otro hitazo de ritmo acelerado y riffs filosos que incita al headbanging constante y al mosh violento, convirtiéndose en una manera perfecta y adrenalínica de cerrar el álbum.
En tiempos donde el Metal se ha enriquecido con un infinito abanico de géneros y matices, a veces necesitamos volver a nuestro lugar seguro y simplemente dejarnos llevar. Esto es lo que logra Death Angel con un disco directo, visceral, enérgico y agresivo, con todos los ingredientes para transformarse en un clásico del Thrash siglo XXI, en donde la actitud aguerrida y los puños cerrados en alto conviven para lograr desconectar tus sentidos pensantes y hacerte gozar recordando épocas más simples donde poner Play nos transportaba a un plano gratificante y brutal.
Calificación: 9/10
1. | «Humanicide» | 5:42 |
2. | «Divine Defector» | 3:24 |
3. | «Aggressor» | 5:11 |
4. | «I Came for Blood» | 3:12 |
5. | «Immortal Behated» | 6:08 |
6. | «Alive and Screaming» | 3:36 |
7. | «The Pack» | 3:33 |
8. | «Ghost of Me» | 4:34 |
9. | «Revelation Song» | 5:33 |
10. | «Of Rats and Men» | 4:08 |
Line-up:
- Mark Osegueda – lead vocals
- Rob Cavestany – lead guitar, backing vocals
- Ted Aguilar – rhythm guitar
- Damien Sisson – bass
- Will Carroll – drums
Review por: Alejandro Melgar
Gentileza Nuclear Blast Records