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BEAT EN ARGENTINA🇦🇷; Del legado a la reinvención. La superbanda cautivó a Buenos Aires. LIVE REVIEW 

Por Eliana Giselle Rodríguez

El viernes 02 de mayo, Beat, la banda que rinde homenaje a King Crimson con su identidad propia, se presentó en el Movistar Arena ante muy buena convocatoria. Ovación total en el marco de una noche inolvidable.

Y de aquellas viejas raíces, ha nacido nueva vida…
El viernes 02 de mayo, Beat se presentó en el Movistar Arena, logrando emocionar y retrotraer al público a un tiempo en donde la música, no pedía permiso para romper estructuras.

Para aquellos que aún no tienen la grata sorpresa de conocerlos, esta superbanda nace como proyecto en homenaje a King Crimson, enfocándose en sus dorados años ’80 (En la trilogía de álbumes icónicos como Discipline, Beat y Three of a Perfect Pair).

Está compuesta por el cantante Adrian Belew (voz de KC en 1980), Tony Levin (bajo y Chapman Stick, miembro fundamental de KC desde 1981), Steve Vai con su estilo propio bien marcado en guitarra y Danny Carey en batería, un Ser único con su inconfundible sello (Tool).

Pero ojo, Beat no es una banda convencional de covers repetidos al pie de la letra. Posee un nuevo ADN, distinto del original, en el que convergen la
contemporaneidad -aportada por Carey y Vai– con el rock clásico de época.
El resultado es un sonido propio, profundamente identitario, del cual cada integrante se adueña con su impronta y estilo.

Aún me cuesta procesar el impresionante despliegue que vivieron mis oídos, con una calidad que resulta difícil de poner en palabras. Y no sólo abruma el talento de cada uno de ellos, sino también la compleja historia que los respalda, y que da sentido al contexto en el que hoy podemos celebrar a Beat (ya la repasaré lo más breve posible).

Comienza el evento 21:07hs para finalizar pasadas las 23hs. No logré llegar mucho antes para saber quién teloneaba pero existieron rumores que estuvo a cargo de el señor misterioso de On Off… No pude validar esa información en ningún lado… En fin, con un setlist super completo, diría que una selección de los mejores temas de cada álbum referido. El show se divide en dos partes, separados por un interludio, del que luego pedirán disculpas por el lapso apenas extenso (totalmente innecesarias las disculpas).

Arranca con una seguidilla de canciones sin mediar palabras al público; Neurotica, Neal and Jack and Me, la pegadiza, Heartbeat y la transportante; Sartori in Tangier, dejando entrever el peso y la locura que cada integrante aporta a este tipo de composiciones complejas. Desde el inicio, queda claro que el viaje será un vaivén emocional entre piezas técnicas y otras cargadas de una sensibilidad única.

La experimental Industry llega como una declaración a la imaginación sin límites, envolviéndonos en un clima denso y maquinal. Pero es con The Sheltering Sky donde el trance se vuelve total: una pieza transportante, con solos que te hacen pensar «qué privilegio estar vivo
para presenciar esto». Fue un momento suspendido en el tiempo.

Larks’ Tongues in Aspic cierra la primera parte intensa, antes de comenzar el interludio, comienzan a preparar el terreno para Waiting Man -una de las más esperadas, por mí, para alucinar con el despliegue de el baterista californiano. Ver cómo montaban todo fue suficiente para decirme: no pienso moverme de este asiento!
Qué canción del bien junto a un Carey disfrutando cada minuto con Belew, completamente conectados. Creo que el integrante Tooliano, no puede creer lo que está viviendo a esta altura de su vida…

Le siguieron Sleepless y Frame by Frame, con un Levin desplegando toda su elegancia y virtuosismo en el Stick. Para luego, jugar con nuestras emociones a flor de piel junto a temas como Matte Kudasai y Three of a Perfect Pair. Una belleza que rebalsa.

Y a modo montaña rusa, sacudirnos una vez más, con los tecnicismos y desbordes expresivos de Elephant Talk y una descomunal Indiscipline (ipor favor, Danny, qué manera de brillar!…)
Cuando parecía que ya lo habiamos vivido todo, Ilega el cierre con Thela Hun Ginjeet, dejándonos con una mezcla de éxtasis y ganas de que no se termine nunca.

No puedo culminar sin antes mencionar ¿Cómo se dió esta formación? ¿Cómo se llegó a esto?.
Beat nace gracias a Adrian Belew y su deseo de tocar nuevamente música de KC, ya que consideraba que ese repertorio, en especial el de los años ’80, merecía seguir vivo en los escenarios.
Al ser consultados Fripp y Bruford, declinaron cortésmente, ninguno estaba seguro de la idea de tributar al rey carmesí. De igual manera, Bruford ya se encontraba oficialmente retirado hacía años, desde 2009.
Además, es válido recordar que cuando Fripp en 2013, contactó a Belew para formar la nueva era KC, pero bajo sus propios criterios, le pidió que solo cantara y no tocara la guitarra. El cantante simplemente dijo; «I don’t want to be in a band where I can’t play guitar»…
No fueron peleas, sino más bien, ideas artísticas ó visiones diferentes.
Lo cierto es que Beat, no es una imitación, sino una reinterpretación de su propio legado. Una continuidad o prolongación de KC, donde se da paso a la improvisación emocional por sobre la formalidad y control milimétrico en búsqueda de la perfección.

Conclusiones finales;
Se los vió felices, sueltos, cómodamente «jugando» a como diera lugar en cada tema, con una conexión increíble entre ellos.
Hubo tres razones que me llevaron a sentir
la necesidad de estar ahí; Primero, la
oportunidad de escuchar en vivo algo
vinculado a King Crimson, banda que
nunca llegué a ver. Segundo, la
imponente presencia de Danny Carey, de
quien soy fan absoluta. Y tercero, el
escepticismo -sí, confieso- ante la
figura de Steve Vai «reemplazando» al venerado Robert Fripp (Si bien me sobrepasó su talento y encaja a la perfección, me sigue faltando la esencia de la banda, que sólo lo consigue Robertito…).

Complejidad vs. Emotividad: Quizá esas
sean las palabras que mejor resuman el
show.
La libertad creativa como núcleo central para entender el fruto de hoy.
A veces, no se trata de controlar cada detalle (SÍ, va con cariño para vos, querido Fripp), sino de soltar las riendas y confiar en el instinto, en la intuición compartida, en los talentos de quienes no necesitan probar nada porque su arte habla por ellos.
En medio de la exigencia y la obsesión por la perfección, se permiten ciertos cabos sueltos, grietas por donde se filtran otros mundos posibles. Y es en esa intersección donde nace un Universo Mayor; desde «submundos personales» que convergen en un hermoso y caótico equilibrio.
Son únicos. Siempre únicos.


Eliana Rodriguez

Estudiante de lic en psicologia y futura profesora de ello. Amor por la música, por la lectura, la psicologia, filosofía. Amor por temáticas que ahonden en problemáticas ambientales, animales, sociales y alimenticias. Activista. Repensar y replantear (se) absolutamente todo en esta época, es fundamental. Apoyo fuertemente la deconstrucción en todo sentido, en especial, la musical 🤣

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