70.000 TONS OF METAL 2018 – Recordando la mejor experiencia de mi vida
ACLARACIÓN: Esta nota fue escrita originalmente en Febrero de 2018, poco después de esa edición del crucero, por lo que se debe tener en cuenta el momento en que fue redactada al leer.
Como buen metalero “vieja nueva” escuela, mi sueño siempre fue poder asistir a uno de esos mega festivales que reúnen decenas de bandas y suelen ocurrir a miles de kilómetros de nuestra pequeña escena nacional. Wacken era la apuesta obvia, siendo el festival original y el más emblemático por excelencia. Con los años uno se hace más caprichoso y menos aguantador, por lo que la experiencia de Wacken no sonaba del todo alentadora: Sí, la tierra soñada con las bandas soñadas en el ambiente soñado, pero ¿dónde está la comodidad? Estar parado por varios días intentando ver algo entre 100.000 metalheads, casi sin descanso u higiene. Empecé a pensar que eso no era para mi. Considero que para poder disfrutar a pleno de una experiencia, uno tiene que estar cómodo para enfocarse de lleno en lo que está presenciando, de lo contrario factores externos al espectáculo pueden incidir en la evaluación final del mismo, como me ha pasado varias veces y casi siempre en shows grandes de estadio. Resulta que desde 2011 se realiza todos los años el crucero “70000 Tons of Metal”, que reune a 60 bandas en 4 días, en donde cada pasajero tiene acceso ilimitado a 120 shows, meet & greets, alojamiento y comida. Sonaba demasiado bueno (y cómodo) para ser verdad. Investigando y con el paso de los años, pude comprobar que en efecto se trataba de la experiencia soñada y lo que realmente estaba buscando presenciar. Metalheads de todo el mundo reunidos en un crucero por el caribe durante 4 días experimentando todo tipo de emociones en una montaña rusa de shows que no da respiro, y encima limitado a 3000 tickets, lo que genera una experiencia totalmente íntima, muy alejada de la inmensidad de los festivales multitudinarios.
Con paciencia y perseverancia, apunté todos mis objetivos a poder cumplir este sueño, y después de varios intentos fallidos, finalmente pude asistir a la edición 2018 de este imponente festival móvil, y déjenme decirles que es un viaje sin retorno y supera toda expectativa que uno pueda tener. Les dejo mis impresiones de la experiencia más gratificante de mi vida.
La Previa
El hotel Clevelander, ubicado en el corazón de South Beach, es un centro turístico que la mayor parte del año alberga públicos totalmente diferentes a lo que se vivía ese 30 de Enero. Durante estas fechas se convierte en la sede oficial de las previas al crucero, donde cientos de metaleros se juntan a conocerse o reencontrarse. Esa fue mi primer parada durante mi aventura. Allí pude conocer mucha gente de todo el mundo dispuesta a dar todo por la experiencia. Mucha buena onda y ninguna preocupación. Ese es el lema de todo esto.
Al día siguiente, cruzando el mitico bulevar de Ocean Drive desde el Clevelander, se lleva acabo la Beach Party, la verdadera previa “oficial” al crucero, organizada por fans, que año a año crece cada vez más y está catalogada como la fiesta de playa metalera más grande del mundo. Acá es donde medios oficiales toman la clásica foto grupal que muestra a miles de personas ansiosas por tener la experiencia de sus vidas. Muchas banderas de muchos países se hacen presentes en un ámbito distendido que sirve para seguir conociendo gente, tomar algo y disfrutar de las hermosas playas de Miami. Este evento se transformó en un clásico, algo así como un “hacer puerta” de un toque pero a nivel masivo y en un ambiente totalmente diferente. Es parada casi obligatoria para todo participante del crucero.
Luego de la playa, la fiesta continúa sin parar en el Clevelander, pero el descanso es fundamental si se quiere estar fresco para lo que serán los próximos 4 días. A prepararse que se viene una de las experiencias más intensas de la historia.
Día 1 – 1 de Febrero de 2018
Un Uber nos traslada a mi y a un grupo de metalheads desde South Beach hasta Port Everglades, en Fort Lauderdale, y al llegar a las inmediaciones del puerto ya se puede contemplar la inmensidad del Independence Of The Seas, el enorme barco que será el hogar de 3000 metaleros por los próximos 4 días. Ese primer encuentro a la distancia funciona como cable a tierra de lo que está sucediendo, las fichas empiezan a caer, la experiencia se siente real.
Después de un proceso de check-in que se sintió eterno, finalmente pongo un pie en el barco y el sueño se hace real. Las Pool Girls reciben a los navegantes entregándoles el programa para todo el crucero, y una vez dentro uno es libre de recorrer toda su inmensidad. En ese momento son casi las 12 del mediodía y el barco no zarpará hacia cerca de las 17, que es cuando darán inicio los shows, por lo que hay un tiempo considerable para familiarizarse con el crucero, almorzar e instalarse en la habitación.
El Windjammer Café es uno de los restaurantes libres del barco, y ofrece una interesante variedad de comidas en formato espeto corrido, uno va y se sirve lo que quiere y se sienta a comer, así de simple. Nos salvaría la cabeza (y el estómago) en más de una ocasión. Está ubicado en el deck 11 y tiene una hermosa vista al mar, pero en este momento el barco aún no ha zarpado y nos encontramos observando Port Everglades mientras almorzamos y empezamos a organizar la agenda de shows para las próximas horas. Luego del almuerzo procedo a desempacar y conocer mi habitación en el deck 7, la cual compartiré con otros 3 roommates durante toda la estadía. Modesta y pequeña pero rendidora, tiene todas las comodidades necesarias, teniendo en cuenta que nadie pasa mucho tiempo adentro. Dormir, bañarse y poca cosa más, la diversión está afuera! Faltan aproximadamente 3 horas para que den comienzo los shows, por lo que es un buen momento para recorrer los lugares más interesantes.
En el deck 5 nos encontramos con el abrumador Royal Promenade, una especie de paseo de compras y restaurantes super lujoso, que funciona como punto central de encuentro para la mayoría de la gente. Acá es donde otra ficha comienza a caer: los músicos deambulan por todo el buque sin restricción alguna. No hay backstage, la experiencia es íntima, y te podés cruzar con cualquiera en cualquier momento. Recorriendo los bares, selfie con Mat Sinner. Recorriendo el casino, selfie con Ralf Scheepers. Recorriendo los distintos pisos, selfie y charla con Zetro Souza. Salgo de mi habitación y Mikael Stanne está entrando a la suya. Así de simple, así de cercano. Es la magia del 70000 Tons.
Pasan las 17 horas y un pequeño atraso (el único de todo el crucero) hace que nos encontremos esperando para entrar al Ice Rink, el escenario donde dará comienzo la avalancha. La banda elegida para iniciar la experiencia no es otra que Primal Fear, y desde el primer momento salen a dejar todo a la cancha, como nos tienen acostumbrados. Un set contundente de 45 minutos, que necesita un poco de renovación, pero que no deja de ser una bomba. Scheepers grita y el Ice Rink vibra. Se trata de una pista de patinaje sobre hielo, con una gran sección de plateas por los que optan por ver el show sentado (característica que necesité muchas veces más adelante). Nota alta para los Primal, y me voy corriendo para alcanzar el arranque del siguiente show.
Más o menos 5 minutos es lo que toma llegar del Ice Rink al siguiente escenario, Alhambra Theater, en mi opinión el mejor de los cuatro. Un teatro inmenso con gran capacidad, excelente sonido, butacas super cómodas y una sección de plateas con visibilidad impecable. La banda elegida para inaugurar el mismo es Leaves’ Eyes, quienes manchan de sangre vikinga las tablas, bajo el comando de la reciente incorporación Elina Siirala en voces, quien brinda una gran performance y demuestra humildad y buena onda con la gente. Alexander Krull sigue berreando como puede para mantener a flote su criatura, pero se lo ve más interesado en perseguir minitas a lo largo del barco. Me voy antes de ver el último tema para ver el arranque del siguiente show. Minutos antes Primal Fear había hecho lo suyo en el mismo escenario, pero ahora era el turno de Destruction para hacer hervir el Ice Rink. Los legendarios thrashers repartieron
violencia en un set bien balanceado y duro, con un Schmier totalmente en forma y berreando esos cánticos podridos que bien podrían pertenecer a una banda de Black Metal. El pogo se sentía y los circle pits comenzaban a tomar protagonismo, pero este show decidí verlo desde la platea. Hay que reservar energías!
Siendo las 19:30, me dirijo nuevamente al Alhambra Theater para presenciar uno de los shows más memorables del crucero, y la primer banda que hasta ahora no había visto nunca en vivo. Swallow The Sun sería la única banda del crucero que se presentaría 3 veces, con cada set dedicado a cada uno de los tres discos de su más reciente “Songs From The North”. Apuesta arriesgada pero no menos interesante. Muchos músicos en escena, melancolía, sufrimiento y dejarse llevar. Un show super emotivo y cargado de esa densidad que solo los amantes del Doom podrán comprender. Lamentablemente, no pude presenciar los otros 2 sets, pero este era el que más me interesaba. Acá largué mi primer llanto.Una hora después, a correr otra vez hacia el Ice Rink (no nos dan respiro!), donde se estaría
presentando otra banda muy esperada: Insomnium. Este lo vi bien desde el costado del escenario, el recinto estaba repleto, y la banda mostró profesionalismo desmedido. Otra cuota de melancolía nórdica que muestra el costado más melódico del Doom. No defraudaron con un set en el que optaron por recorrer clásicos, con un cierre espectacular que contó con la participación de Mikael Stanne de Dark Tranquillity, haciendo crowd-surfing y todo. La noche venía insuperable, pero todavía no terminaba.
Continuaba el ping-pong de escenarios, corriendo nuevamente al Alhambra Theater para ver otro de los shows más esperados. La increible reunión de Rhapsody! La banda que me hizo descubrir el Power Metal se presentaba con su formación más emblemática (menos un tecladista que se hace la diva), y desde el arranque fueron una máquina. Un intocable Fabio Lione (que se las arregla para estar siempre en el barco con bandas distintas), un enchufadísimo Luca Turilli que corre de un lado para otro siendo una pesadilla para los fotógrafos, y una base contundente conformada por Patrice Guers en bajo, Dominique Leurquin en guitarra y Alex Holzwarth en batería. Centrados en la etapa 1997-2002, un set lleno de clásicos y un show memorable promediaban la noche que se acercaba a las 22 horas. Detalle bizarro, entre el público se encontraba Chris de Alestorm, fichita que me encontraría varias veces más mirando otros shows. Las bandas también miran bandas!
Cuando uno tiene una banda fundamental atrás de otra y sin respiro, actividades básicas como ir al baño, comer o caminar pueden hacer que te pierdas una o varias canciones de tu banda favorita. Uno trata de minimizar estos riesgos pero puede lograrse bastante imposible. En el Ice Rink, Enslaved arrancaba su set con grandes problemas sonoros que hacían saturar demasiado hasta el punto de peligrar lesiones al oido. Esto provocó salir corriendo del lugar y perderse el resto de la presentación. Una pena ya que era una de las grandes esperadas para mi. Veremos si se tiene más suerte 3 días después en su segunda presentación.
Volvemos al increíble Alhambra Theater para otra presentación obligada: Kreator. El gigante del thrash teutón se presentaba a sala llena con un set balanceado perfectamente y con mucho material de su reciente y laureado “Gods Of Violence”, discazo del año pasado. Desde aquella emblemática presentación de 2009 en Montevideo junto a Exodus que no veía a Kreator, y no han perdido ni un poquito de su energía, pasión y violencia. Mille Petrozza es un frontman como pocos y su efervescencia logra enardecer al público, que poguea y crowd-surfea como loco. Con un set de hora y cuarto (duración más larga para show de banda en el crucero), pasamos la medianoche y esto aún no tiene ni miras de terminar.
Después de presenciar algunos temas de Kataklysm, con su genial mezcla entre groove y death, voy por primera vez al pequeño y molesto escenario de Pyramid Lounge, donde la visibilidad es privilegio de unos pocos, y donde se suelen hacer los shows de bandas más pequeñas. Allí se estaba presentando Evertale, banda que podría definirse como los calcos de Blind Guardian versión 20 años más jóvenes. Una enérgica presentación con un gran sonido me tuvo cautivado mirándolos (es un decir, no se lograba ver mucho), cómodamente desde un sillón al costado del escenario. Y siendo casi las 3 de la mañana, con mucho cansancio encima, me dirijo al presenciar el que sería el último show de mi noche.
Hay que aguantar y hacer sacrificios si se le quiere sacar el jugo al barquito. Un par de porciones de pizza de Sorrento’s y sigo mi camino. Alhambra Theater cerrará mi noche con Amberian Dawn, banda que hace mucho quiero ver en vivo. Poquísima gente queda en pie pasadas las 3 de la madrugada. Unas 50 personas se reúnen en las vallas del escenario. La banda prueba sonido como si se tratara de un show local, frente a todo el mundo. Yo me quedo en las primeras filas de la platea central, la visibilidad es excelente en un lugar tan grande y con tan poca gente. Los Amberian salen a la cancha y todos somos felices. Un show de 45 minutos del más puro y agradable Symphonic Metal, comandado por la carismática (y más tarde ebria) Capri en vocales, y el cabecilla de todo esto, “el otro” Tuomas del metal sinfónico, que me deja satisfecho mostrando casi exactamente lo que esperaba ver. Al Día 1 le quedan tres shows por delante, pero mi cuerpo y mente ya no dan más. Es momento de irse a dormir por unas pocas horas, que mañana será un día largo donde las bandas comienzan a tocar a las 10 AM. Me voy a la cama con el hermoso recuerdo de presenciar 10 shows en un día, y de sentir que la magia de la que todo el mundo hablaba es finalmente real. Estoy en el 70000 Tons of Metal y esto recién está empezando!
Día 2 – 2 de Febrero de 2018
Con menos de 5 horas de sueño, el segundo día a bordo nos espera a toda máquina. La jornada es una de las más demandantes de la experiencia ya que ocurren muchas actividades a la vez y se hace una tarea realmente difícil armar un cronograma. Cuatro escenarios en simultáneo con shows desde las 10 AM sin parar, sumado a que durante ese día las 61 bandas ofrecen sus respectivos Meet & Greets (al mismo tiempo que ocurre el show de otras bandas!). Sin dudas iba a ser un reto, pero uno de los retos más hermosos de la vida. Desayuno en el Windjammer, recojo numerito para compra de merchandising (me tocaría recién al otro día, la gente compra mucho!), y me dispongo a conocer el escenario que faltaba. El Pool Deck Stage se habilita siempre en el Día 2 ya que el primer día se arma desde cero, y es el único escenario abierto del barco, ubicado en la cubierta, donde se viven varias de las experiencias más mágicas de todo el crucero, al aire libre, en un espacio enorme y con un jacuzzi en el medio! Con esta premisa surrealista, me encuentro allí poco antes de las 10 para recibir el primer show del día.
Bajo el amenazante sol del Caribe, Masterplan serían los encargados de abrir la jornada en un Pool Deck con todavía poca gente. Esto me permitía recorrer todas las inmediaciones inspeccionando mejores ángulos, ver el show de cerca, de lejos, incluso desde el hot tub! Todo era posible. Los Masterplan dan un show enérgico, sin sorpresas en el setlist, centrados en los clásicos de la etapa Jorn Lande, donde Rick Altzi hace un correcto trabajo de emulación vocal, mientras Roland Grapow no disimula su cara de ojete (o de cansancio, no supe definir cuál de las dos era). El show estuvo bueno pero sirvió más como introducción al excelente escenario que otra cosa. Mucho más nos depara para este día. Venían un par de bandas que no me interesaban, así que fue el momento perfecto para asistir a algunos Meet & Greet. Llevando mi bandera uruguaya con la intención de conseguir todas las firmas posibles, Sepultura fueron los primeros que escribieron el manto. Con buena onda todos, el M&G no deja de ser el formato estándar pasando por la mesa, pero está bueno para tener a toda la banda reunida en un mismo lugar y lograr buenas fotos.
Al mismo tiempo a unos metros de allí, Evergrey ofrecía su propio encuentro, por lo que llegué sobre el final y pude charlar unos minutos con el gigante (en todo sentido) Tom S. Englund, quien me adelantó su posible futuro tour latinoamericano. Fingers crossed! En un ratito “libre”, me tiré para el Pool Deck y presencié un poco el show de Benediction… desde el jacuzzi! Increíble experiencia en donde no importa tanto la banda que esté tocando, sino divertirse con la gente en una locación única. Paraíso, my friends. Y pasando el mediodía, aproveché a mechar un par de
M&G más, Amberian Dawn, por debilidad y favoritismo, quienes se mostraron super amables, y ya que estábamos, en la mesa de al lado estaba Witherfall (banda no muy conocida, quienes darían un show increíble esa misma noche, más sobre eso luego). Por ahorro de tiempo y espacio, muchos de los Meet & Greets juntaban a 2 bandas en una misma mesa y horario, situación que vino ideal. Sonata Arctica también daba su M&G a unos metros, pero solo llegué a verlos de lejos, había mucha gente en la fila, se hacían las 13 horas, y el show que seguía no me lo podía perder por nada.
Volvemos al Pool Deck, donde se presentaría la banda fiestera por excelencia de nuestra actualidad: Alestorm. Espadas de goma, patitos de hule gigantes volando por el público, crowd-surfing a más no poder, un jacuzzi que explotaba con agua saltando para todos lados y gente tirándose a lo bomba. Una auténtica fiesta de Folk y Power Metal pirata como solo Alestorm sabe brindar. Parecíamos estar en el barco al que hacen referencia tantas de sus letras. Christopher Bowes es un frontman super carismático que no deja de ser profesional cuando se lo requiere, pero que es un total desenfrenado en otros momentos. Prueba de esto fue verlo durante muchos shows como parte del público, borracho, bailantero, mandándose bizarreadas, era uno más de nosotros. Aproveché un poco la sequía de shows interesantes para lograr algún que otro Meet & Greet más, así que me dirigí a la parte más alta del barco, donde en un bar estaban terminando su Meet tanto Aborted como Benighted, y en el mismo lugar se venían Samael y Septicflesh. Ambas bandas con mucha disposición, firmaron todo y se colgaban a hacer chistes. Septicflesh recordó su brutal show en Montevideo unos meses antes. Al mismo tiempo, Rhapsody estaba dando su M&G unos cuantos pisos más abajo, así que antes de terminarse el tiempo corrí hasta allá, y logré unas hermosas fotos, firmas, y charlas bizarras como cuando Fabio Lione me dijo “no tiene sentido discutir cual es el verdadero Rhapsody”. Chan! Luca Turilli se cagaba de risa de todo, un fenómeno.
Luego pasó algo increíble. Kreator también estaba dando su Meet & Greet a la misma hora, y la cola de gente era inmensa. Al verla dije “no tiene sentido, ya está por terminar y no voy a llegar”. Entonces voy a tomarme el ascensor para el siguiente show, y quién está ahí? El mismísimo Mille Petrozza! No lo podía creer. Había salido antes de su Meet & Greet y estaba esperando el ascensor junto conmigo. Nos sacamos fotos y charlamos sobre aquel lejano show en el entonces Complejo Troya de Montevideo. Otro momento surrealista.
Siendo ya las 4 de la tarde, el Pool Deck explotaba de gente esperando otro de los shows más fiesteros: Korpiklaani. Los finlandeses vienen hace mucho practicando ese Folk Metal alegrón y se les notan sus años, no en el mejor sentido precisamente. El show estuvo lindo y fue divertido, pero algo está fallando, y se les empieza a ver eso de que “están cumpliendo un laburo”. Más sobre esto en el segundo set, aún más decepcionante. De todas formas gozar con sus himnos en el medio del Caribe con el sol a pleno es una experiencia muy gratificante.
Turno para lo que serían mis últimos Meet & Greets, para luego dedicarme de lleno a los shows. Sirenia y Leaves Eyes daban el suyo en el mismo lugar, cosa conveniente para mi dado que me interesaba ir a ambos. Las bandas estaban prontas y empezaron a recibir gente, pero Emmanuelle Zoldan (cantante de Sirenia) no había llegado. En el preciso instante en que me toca a mi conocerlos y sacarme la foto, aparece la mina. Le arriman una silla en el mismo momento que me están sacando la foto y listo, plantel completo. Otro de esos momentos irrepetibles. En la misma mesa Krull y los suyos me recibieron, donde también hice la pregunta protocolar de si recordaban su show de Leaves Eyes en Montevideo hace unos años. Aproveché y le dije a Elina Siirala: “vos no te vas a acordar porque todavía no estabas”. Chistes chotos pero rendidores (?). Muy buena onda todos, fotitos y terminamos con los Meets.
El show de Exodus ya tenía unos minutos de empezado cuando llegué, pero pude disfrutar de un montón de clásicos viejos y nuevos, y una actitud desgarradora. Sin Gary Holt comandando el barco (pun intended), el quinteto de la Bay Area sigue destrozando todo a su paso con un frontman super carismático como es Steve ¨Zetro¨ Souza. “Hace 30 años era impensado estar en un barco lleno de metalheads, viendo sus bandas favoritas, tomando hasta arruinarse en el medio del Caribe” fueron las palabras para describir la situación soñada que se estaba viviendo. Una lección de violencia totalmente necesaria.
Volviendo al Pool Deck, y ya con el sol ocultándose sobre las 18 horas, Evergrey hace su aparición en escena con toda su melancolía característica. Un show que esperaba hace mucho tiempo, exponenciado por la imponente presencia vocal de su frontman Tom S. Englund. Show emotivo que salpicó toda su carrera, y nos salpicó literalmente de agua mientras la gente enloquecía en el jacuzzi al lado mío.
La noche y el cansancio ya se hacían presentes, pero todavía quedaban un montón de joyitas por presenciar. Siendo las 19 hs, Sonata Arctica ya llevaba 15 minutos de show, pero mi decisión había sido no perderme nada de Evergrey, por lo que sacrificar un poquito de Sonata parecía lo correcto. Fue una de las mejores decisiones que tomé ya que su show fue lo que varios llaman un “snoozefest”. Mala elección de temas y una banda que se muestra con muy poca energía en el escenario, una sombra de lo que supieron ser en otros tiempos donde la energía y el Power Metal estaban a la orden del día, hoy parecen relegados a transitar por aguas turbulentas, aún cuando nos regalan un par de clásicos. Decepción de la noche.
Rajando al Ice Rink, era el momento de Septicflesh, show que pude presenciar desde muy cerca, espejando lo que fue su imponente presentación en Montevideo 3 meses atrás. La banda comandada por Siro Anton nos regala 45 minutos de exquisito Death Metal Sinfónico, donde la agresión y la majestuosidad van de la mano. Los momentos durante la intro de “Pyramid God” son el ejemplo perfecto de calma antes de la tormenta. Qué moshpit!
En el relegado Pyramid Lounge, Freedom Call estaba dando un show super feliz y enérgico, pero la mala visibilidad me hizo retirarme dos pisos más abajo, donde Sepultura se proponía derribar el Alhambra Theater. Cómodamente desde la platea, pude ver como los brasileros destrozaban todo a su paso en un show que mezcló pasado con presente, presentando su reciente y muy destacado “Machine Messiah”. Uno de los platos fuertes estaba por venir.
Una correteada con ascensores de por medio, y el Pool Deck nuevamente se hace presente para albergar a Sabaton, banda que nunca había visto en vivo y tenía muchas ganas de ver. La convocatoria es imponente, el arrastre de los suecos es innegable. Carisma y coreografía, ejecuciones prolijísimas, juegos vocales increíbles, Sabaton lo tiene todo y su frontman Joakim Brodén sabe como enardecer a las masas. El setlist de cada noche queda a elección de las bandas, algunas repetirán parte de su repertorio los dias siguientes, otras tendrán repertorio exactamente igual, pero Sabaton se la juega y anuncia que el próximo show tendrá un setlist completamente distinto a este. Un jacuzzi descontrolado y una masa de gente eufórica cierra una de las mejores presentaciones de todo el crucero.
Pasadas las 23 hs, y luego de que el tanque sueco me pasara por arriba, poca energía ya quedaba, pero me dirijo al Alhambra Theater para presenciar otro show muy esperado: los enfermitos de Meshuggah. Le prestaría más atención al show que darían 2 días después, pero esta banda te mete en un trance del que es difícil salir. Con su ejecución perfecta y matemática, Meshuggah es un acto único en su especie y precursor de todo un género.
Pasa la medianoche y Dark Tranquillity toma el Pool Deck y no lo suelta. Increíble performance dotada de una emotividad suprema, en gran parte dada por su despegado frontman Mikael Stanne, que se muestra super contento y amable con todo el mundo. Un ejemplo de perseverancia, profesionalismo y auténtico sentimiento de felicidad por lo que uno ama. Divino show. Y van quedando los descuentos.
Una de las perlitas que ansiaba ver hace muchos años se presentaba a la 1 de la madrugada en el Ice Rink. Se trata de Obscura, un acto de Death Metal Progresivo super técnico y con una capacidad incalculable. Una de mis compras en el merch stand fue una remera de ellos. El show los mostró muy concentrados en lo suyo pero dando una performance rabiosa y calculada, donde su guitarrista Rafael Trujillo brilla con solos de otro planeta.
Siendo ya las 2 de la madrugada, chequeo un poco de la performance de Samael, banda que me entró a gustar dado su excelente álbum “Hegemony” del año pasado. Un show muy enérgico y vibrante dotado de Metal Industrial como pocas bandas mostarían. Pero mi plato fuerte para cerrar la noche fue lo que ocurrió a continuación. Una de las sopresas del crucero fue Witherfall, banda que practica un Progressive Metal muy en la vena de los difuntos Nevermore, con una performance vocal desmedida y dramática, y composiciones que van desde lo oscuro a lo exquisito. Un marco inmejorable con un Alhambra Theater casí vacío (por la hora y por la banda), me permitió ver un show increíble, donde la banda ejecutó casi completo su impresionante debut “Nocturnes And Requiems” del año pasado. Momento destacado: los hermanos de un miembro fallecido suben al escenario para esparcir sus cenizas. Powerful stuff… a veces lo que estás viviendo parece surreal. Sentimiento que se mantuvo durante toda mi estadía, y que me hace culminar la jornada con otra sonrisa, esa que queda impregnada de tantas emociones fuertes. Y mañana nos vamos a la playa!
Día 3 – 3 de Febrero de 2018
Una hermosa mañana caribeña nos encontró con el barco varado en las hermosas islas de Turks & Caicos, más específicamente en Cockburn Town, la capital de Grand Turk. Un pequeño paraíso lleno de restaurantes, tiendas de regalos y las más hermosas playas que haya podido vislumbrar. Sentarse a tomar sol en una reposera, disfrutar un trago y observar la majestuosidad del Independence Of The Seas a lo lejos. Una imagen que cuesta describir con palabras.
La opción está de quedarse en el barco y descansar, ya que los shows retomarán cuando el barco vuelva a zarpar a las 17 horas, pero lo cierto es que casi todos (músicos y fanáticos), salen al menos un rato a disfrutar de las playas. Allá pueden darse más encuentros casuales, como cuando me saqué una foto con el fenómeno de Mikael Stanne… en el medio del agua! Más aportes a la experiencia surrealista. Alexander Krull persigue rubias. Mille Petrozza es correteado por fans para fotos. Joakim Brodén hace un reportaje trucho que luego será visto en el canal oficial de Sabaton de YouTube. Todos están para pasar un buen rato.
Vuelvo al barco unas horas antes de zarpar, para almorzar tranquilo y recorrer la gigantesca nave sin presiones. Y también para descansar un poco, las quemaduras del sol caribeño estuvieron bravas! A las 17 horas, el Pool Deck ya se estaba llenando y le tocó el turno a los alemanes Die Apokaliptischen Reiter, que hacen un Industrial Metal bastante fiestero y disfrutable. Me encuentro a Fabio Lione mirando el show desde un costado, le ofrezco un trago de cerveza, no quiere, pero me saco una selfie con el que quedó oscurita. Un par de temas de los alemanes y me voy para agarrar el siguiente show completo, uno que no me quería perder por nada.
Llegó el turno de Battle Beast, banda que me había perdido el primer día porque tocaron a las 5 de la mañana y yo ya estaba en el quinto sueño. Esta vez era un mejor horario y un mejor lugar, así que me ubiqué cómodamente en las butacas del Alhambra Theater para presenciar un show espectacular. La presencia escénica de Noora Louhimo es algo de otro planeta. La garra que le pone, la buena onda, la actitud vocal from hell, una frontwoman con ovarios bien puestos, que enardeció una presentación basada casi en su totalidad en su flamante “Bringer Of Pain” del año pasado. Banda despegada, una de las revelaciones del crucero.
El numerito que había agarrado el día anterior se estaba recién acercando, así que me comí una horita en la fila de merchandising, perdiéndome la segunda presentación de Exodus. Todo no se puede, pero al menos conseguí ropa exclusiva del 70K para atesorar por siempre. Cuando por fin tuve mis compras, corrí hacia el Alhambra Theater porque ya hacía 15 minutos que estaba tocando Evergrey, en su segundo set. Una performance con canciones distintas a la primera, dotadas de emotividad y melodía, mostrando su costado más melancólico. Snoozefest para algunos, paraíso para mi. Este tipo te llega al alma.
Después de chequear un rato la segunda presentación de Benediction, ceno algo a la carrera y me voy a esperar la segunda vuelta de Korpiklaani, esta vez en el Alhambra Theater. Me ubico en el sector superior de la platea con una visibilidad increible, y presencio el show más aburrido de todo el crucero (de la banda que pretende ser una joda viviente!). No se que les pasa a los finlandeses pero deben remarla mucho para repuntar el desgano que muestran en escena. Una lástima y definitivamente la mayor decepción del crucero.
Pasadas las 22 horas, Meshuggah estaba haciendo de las suyas en el Pool Deck, y fui a presenciar un rato el trance más hipnótico bajo la luz de la luna. Me dejé llevar más que en su primer presentación y es increíble lo que logran estos tipos. Música super calculada y matemática, riffs entrecortados del carajo y un frontman que se posesiona a niveles sobrehumanos. No por algo son los padres del Djent.
Me fui para el Ice Rink para agarrar completa la presentación de una banda a la que le tengo mucha simpatía: Sirenia. Si bien son una sombra de lo que fueron en su momento, la banda de Morten Veland le pone onda y carisma, en gran parte gracias a su vocalista Emmanuelle Zoldan, quien se muestra de buen humor y brindando una actuación correcta. La lista de temas es punto a parte, necesita renovación urgente, centrada mucho en la etapa “poppy” de la banda y en temas que no generan mucho desafío para los músicos. Morten es el Timo Tolkki del Gothic Metal, en aspecto, haraganería y composición. Puntos a tener en cuenta para futuras canciones y presentaciones en vivo.
El segundo set de Sonata Arctica se llevaba a cabo en el Pool Deck, navegando entre puntos flojos de su discografía, aunque arriesgándose a entregar rarezas, destacándose ambas partes de “White Pearl, Black Oceans” de corrido, sin dudas una perlita para fans. Más allá de eso, se los muestra desganados, faltos de revoluciones y sufriendo del síndrome “esto es un trámite”, por lo cual terminaron siendo una de las grandes decepciones del crucero. Mención aparte para Chris de Alestorm, disfrutando del show muy borrachín, haciendo bailecitos bizarros y tocándole el trasero a su novia. Practice what you preach, dicen.
A toda velocidad me dirijo al Ice Rink para ver una banda de esas que son desconocidas para la mayoría, pero muy esperada por mi: October Tide. Estos suecos maestros del Doom Metal dieron cátedra de cómo viajar a los confines más agobiantes de la tristeza, y volver al mundo de los mortales con una victoria bajo el brazo. La capacidad de transmisión de desesperación, melancolía y angustia te hacen entrar en un trance del que cuesta escapar. En palabras de su frontman Alexander Högbom: “estamos haciendo música para que se sientan miserables, por qué están tan contentos?”. Y no pude evitar recordar aquellas sabias palabras del maestro Steven Wilson en un show años atrás: “a mi la música deprimente me pone contento”. No se si será eso lo que habrá pasado esa noche, pero por 45 minutos nadie pudo sacarme la sonrisa miserable del rostro.
Ya pasaban las 2 de la mañana y la batería humana estaba en un 10% de capacidad. Con la energía que me quedaba volví al Pool Deck para presenciar otro excelente show de Insomnium, quienes dedicaron esta segunda vuelta a interpretar en su totalidad su más reciente trabajo, el muy recomendable “Winter’s Gate”. Broche de oro para una jornada que estaba llegando a su fin, al menos en mi caso.
A las 3 de la mañana, un casi vacío Alhambra Theater albergaba el show de Triosphere, banda que tenía curiosidad por ver, por los tintes progresivos de su propuesta. Su vocalista Ida Haukland tuvo un problema vocal que no les permitió presentarse el primer día, y si bien ahora pudo cantar un par de temas, la banda se valió de versiones instrumentales para completar su set, y de la participación de la siempre poderosa Noora de Battle Beast. Sin ser su culpa, terminó siendo otra de las decepciones del crucero, dado que no se pudo ver una performance a la altura. Pero no se pierde esperanza, será la próxima! Y con esto, siendo las 4 AM, mi cuerpo dice basta y terminamos por el día. Esta vez me voy a dormir con una sensación distinta: esa de saber que mañana será el último día para después volver a la realidad. Esas 5 horitas de sueño serían vitales para aprovechar al máximo lo que vendría.
Dia 4 – 4 de Febrero de 2018
Todo lo bueno tiene un fin, y llegando al último día del crucero, me propuse exprimirlo al máximo para sacar provecho de todas sus bondades musicales. La mañana arrancó tempranito con los veteranos Exciter, detonando el Pool Deck con su Speed Metal arrollador y la particularidad de que su baterista Dan Beehler también es su cantante! Con sus 3 miembros promediando los 60 años, los canadienses dieron cátedra de buen metal a las chapas. Grandes bandas del momento como Enforcer o Night Demon deben mucho a su propuesta. Linda forma de comenzar la jornada con un sol aplastante y mucha adrenalina.
Adentrándonos en los confines del barco, la oscuridad del Ice Rink ocultó el hecho de que aún era temprano, y me metí de lleno en el show de Diablo Blvd, unos belgas que se las traen, con una propuesta que va desde el Metal Alternativo al Hard Rock e incluso cositas Stoner. Tremendo show cargado de actitud y energía, para una banda de la cual conocía muy poco y me dejó una gran impresión.
A las 11:30 volvemos al Pool Deck, con un sol a rajatabla para presenciar el segundo set de Destruction. En el último día la gente tiene la tradición de disfrazarse, por lo que es bastante común presenciar pogos con gente disfrazada de Rick Sanchez, Pikachu, un dinosaurio enorme, un Power Ranger rosado y muchas bizarradas más. Incluso Jesús hizo su aparición, mientras los veteranos thrashers entonaban “Nailed To The Cross”. No se puede ser más épico que eso.
Sobre el mediodía se celebra el infame “Belly Flop Contest”, donde gente pasada de peso se tira de panza a la piscina y se somete al escrutinio de un jurado conformado por gente de Threshold, Enslaved, Sirenia, Triosphere y Battle Beast. Me perdí del bizarro concurso para poder asistir a la presentación de Seven Kingdoms, banda que me interesaba ver por su temática enteramente dedicada a Game Of Thrones, además de practicar un Power Metal Sinfónico con cositas que hacen recordar a Hammerfall. Correcta presentación, nada demasiado destacable pero fue entretenido el show.Una pausa para almorzar tranquilamente y por última vez en el Windjammer, y me dirijo a lo que será un show bastante histórico.
Tradicionalmente en el último día del crucero se realiza el All Star Jam, un show de hora y media hosteado por Jeff Waters de Annihilator, en donde más de 50 músicos de todas las bandas presentes se unen a tocar clásicos del metal, y en donde se pueden ver mezclas tan disímiles e increíbles como Rick de Masterplan con Eloy de Sepultura y Per de Meshuggah, o Noora de Battle Beast con Elias de Sonata Arctica y Sinner de Primal Fear, por nombrar algunas. Capri de Amberian Dawn hizo añicos “The Number Of The Beast” de Iron Maiden, entrando a destiempo y causando estragos en sus compañeros de turno (músicos de Primal Fear, Masterplan, Dark Tranquillity y Sonata Arctica). Pero la frutilla de la torta fue una crudísima versión de “Whiplash” de Metallica, cantada por Mille Petrozza de Kreator junto a Schmier y Vaaver de Destruction, Andreas Kisser de Sepultura y Matt Harvey de Exhumed. Mezclas increibles para un jam histórico, distendido y entre amigos y conocidos de toda la comunidad metalera. No se puede pedir más.
Ya entrada la tarde voy para el Ice Rink para disfrutar de una propuesta diferente: los folk metaleros de Metsatöll, provenientes de Estonia. Una banda fuertemente arraigada en las raíces musicales folkóricas, utilizando instrumentos atípicos de la música pesada como gaitas, flautas y otros instrumentos de nombre impronunciable. El show fue muy divertido y variado, poniéndole una cuota de diversidad al crucero.
Diversas clínicas se sucedían a lo largo de todo el barco, con músicos grosos enseñando sus secretos, pero no había tiempo para eso, en el poderoso Alhambra Theater, Primal Fear desataría toda su furia con su segunda presentación. Setlist casi idéntico (hasta los discursos de Ralf eran iguales). El cantante luego me explicaría que la poca renovación del setlist se debe a que están dedicados a full a la grabación de su siguiente álbum (que para cuando leas esto ya va a estar terminado). Aún así siempre es disfrutable ver a los Primal, que no dejan de ser una máquina de guerra super aceitada. Para saciar un poco la cuota extrema, y por recomendación de todo el mundo, partí hacia el Ice Rink para vichar un poco de la presentación de Aborted. Death Metal a las chapas con mucha actitud y un frontman que deja literalmente todo en escena, corriendo de un lado para otro como un enfermito. Un derroche de violencia e intensidad para uno de los shows más caldeados de la noche. Y unos minutos antes de su final, voy saliendo para agarrar completo el próximo show, esperadísimo para mi.
Los británicos de Threshold se presentaban en el Alhambra Theater, show que no quería perderme por nada. Practicando un Progressive Metal muy melódico, con tintes a Dream Theater, era una de las pocas propuestas íntegramente Prog del barco. Con un show muy centrado en su recomendadísimo “Legends Of The Shires” del año pasado, la banda brindó una ejecución soberbia, tanto en lo instrumental como en lo vocal. Una performance muy sentida para canciones que elevan su intensidad en vivo, transportándote a una tierra donde las emociones brotan por todos lados. Nota altísima para Threshold.
El primer show de Enslaved había decepcionado el primer día, así que procuré chequear su presentación del Pool Deck, en donde el sonido mejoró notoriamente, pese a que la performance no fue del todo lo esperado. Su música transporta y se ejecuta con brillantez, pero es el claro ejemplo de banda que en vivo no rinde todo lo que podría. Sin llegar a decepcionar, me quedé con gusto a poco. De todas formas un show muy disfrutable.
Turno para la segunda vuelta de Septicflesh, esta vez en el laureado Alhambra Theater. Ya había vivido muchos shows desde la platea, pero esta vez mi emoción pudo más y me metí en el centro de todo, en el hervidero, el pogo más brutal y la actitud más enferma de una banda con una propuesta única, brutal y majestuosa a la vez. Setlist con algunas variaciones y una banda que se va para arriba con cada presentación.
De acá en más solo quedarían segundas presentaciones para mi. Y la que vino fue épica por donde se la mire: Rhapsody Reunion incendiando el Pool Deck con una performance brillante, sentida y coreada por todos. Cientos de metalheads desatando batallas en el jacuzzi, pogos medievales y bailes festivos. Un ambiente insuperable para una banda que se ve realmente feliz en el escenario. Una reunión necesaria y una despedida por todo lo alto. Dentro del público que disfrutaba del show se encontraban Noora de Battle Beast y Capri de Amberian Dawn, juntas y bastante ebrias, muy amigables con cualquier fan que se les acercara. Un ejemplo del ambiente distendido y de disfrute que se vive tanto para fans como para músicos. Grandes valores las chicas.
Al término de Rhapsody, me dirijo al ascensor para agarrar el siguiente show. “Atoma” de Dark Tranquillity estaba sonando y alguien dice “eso debe ser la radio, suena muy radio para mi”. Error! El set ya había arrancado varios pisos más abajo y la espera de ese ascensor fue asesina. “Soy tan fan de Rhapsody como de Dark Tranquillity y me está matando esto!” pronunciaba un fan. Ejemplo perfecto de la puntualidad absoluta. No podés ver un show completo sin perderte algunos minutos del siguiente. Efectivamente Dark Tranquillity estaba desatando todo su arsenal en el Alhambra Theater y brindaron otro show brillante, sentido, y con un Mikael Stanne que abrazaba a cada crowd-surfista que llegaba hasta adelante. Me coloqué en lo que sería un super pullman de platea y gocé como loco de un show sublime.
La experiencia está por llegar a su fin y los shows más bombásticos quedan para el cierre. Sabaton vuelve a tomar por asalto a los presentes con un show demoledor en el teatro. Como lo habían adelantado 2 días antes, ninguna canción del setlist fue igual, y vivimos otra fiesta de puro Power Metal sueco y desgarrador. Una máquina de coreografías, coros coordinados y ejecuciones soberbias. Luego de este show Sabaton se convirtió en mi banda favorita del crucero, a base de perseverancia, actitud y variación de setlists. Arrolladores.
Pasaba la medianoche y Kreator ya llevaba 15 minutos de su set en el Pool Deck (penúltimo show de todo el crucero). Los pogos asesinos se vivían desde cerca y la gente con disfraces se hacía cada vez más presente. Agua volaba para todos lados mientras la gente entonaba el mega pegadizo estribillo de “Satan Is Real”. Una fiesta de Thrash inigualable. Antes de los bises, Andy “Skipper” sube al escenario y da un discurso de agradecimiento a los presentes. “El año pasado fueron 74 países, este año llegamos a 75”. En ese momento una imagen aparece en la pantalla gigante y se me paraliza el corazón. Ver la bandera uruguaya entre todos los países presentes me llenó de emoción, orgullo y una sensación de realización indescriptible. Lágrimas inundaron mis ojos, el objetivo estaba cumplido. Uruguay estuvo representado por primera vez en el crucero de metal más grande del mundo, y yo era el responsable directo de ello. “75 países, qué locura” gritaba Mille Petrozza, queda algo más por decir?
El broche de oro para cerrar la noche fue un set cortito y super divertido de Alestorm en el Alhambra Theater. Decenas de disfraces y una actitud fiestera inundaba el recinto, mientras sonaba a todo volumen “Bohemian Rhapsody” de Queen antes del arranque. Alestorm sale a la cancha y la gente enloquece. Pogos, baile, filas de conga de un lado a otro, hasta presencié una forma de agite que nunca había visto: en los temas lentos la gente se sienta y simula estar remando en un barco, práctica sumamente efectiva en himnos de taberna como “Nancy the Tavern Wench”. El patito de hule se hace presente en una gran versión de “Hangover”, y para el final del tema es masacrado por el público. “Asesinos! Por esto es que no pueden tener cosas lindas” gritaba Christopher Bowes, divirtiéndose como loco. Nos regalan una versión bizarra de “Drink” pero para perros, que consistió en “ladrar” durante casi todo el tema en lugar de cantar la letra. Increíble show, increíble cierre.
Qué acababa de pasar? Todo esto fue real? 50 shows y 39 bandas presenciadas, decenas de horas de música. En ese momento no tenía esa estadística, pero se sintió como una aplanadora. El cuerpo decía basta pero el alma quería seguir. La fiesta continúa en la cubierta del barco donde cientos de metaleros se reunen para celebrar el final de una experiencia única, adornada con sesiones de Karaoke donde todos son libres de participar. Me encuentro con Andy, el responsable de todo esto, quien recibe agradecimientos y abrazos por parte de todo el mundo. Le explico que yo soy “el país nro 75” y no lo puede creer. Nos abrazamos y brindamos por todo lo que fue, es y será. Todo terminó, pero esto recién comienza.
Conclusiones – PCD
Me habían hablado de la “Depresión Post Crucero” (Post Cruise Depression – PCD), y no entendí a qué se referían hasta esa calurosa mañana del 5 de Febrero. Juntar las valijas, desayunar, recorrer el barco una vez más, y despedirse del Independence Of The Seas hasta un nuevo encuentro. Qué tarea más difícil! Al abandonar la nave sentí una mezcla de tristeza y alegría. Trámites de aduana, chequeos varios, y subirse a un taxi para abandonar Port Everglades y volver a la vida de mortal. Se había terminado, pero me dejo el recuerdo de la experiencia más intensa de mi vida.Esto va a sonar a cliché, pero si sos apasionado por esta música y disfrutaste lo que acabás de leer, no renuncies nunca a tus sueños, que si le metés cabeza y ganas, se van a cumplir. Esta experiencia es algo que todo metalero de ley debe vivir al menos una vez, y cuando se vive una vez, se va a querer vivir siempre. Y digo esto porque de ninguna manera voy a dejar que esta haya sido mi única vez. Estoy en esto de por vida, y si el bolsillo lo permite, habrá 70.000 Tons Of Metal para rato. Muchas gracias por leer!
Crónica y Fotos por: Alejandro Melgar