FORGED IN BLACK – Lightning In The Ashes 🇬🇧 (Album Review)

Por Michael Prado

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Es interesante ver cómo un concepto tan particular como el de la geografía puede determinar cómo va a ser la música que se espera de un determinado lugar en el mundo.  Y es que, por ejemplo, tenemos los casos puntuales de cosas como Noruega siendo un lugar del cual lo más habitual es lanzamientos de Black Metal, tenemos también a Alemania con su infalible Power Metal, Finlandia con su receta más melódica y hasta sinfónica en varios casos, Italia con el legado que dejó de manera tan poderosa la guitarra de Luca Turilli, Inglaterra con su Heavy Metal (del cual son cuna) y Estados Unidos, donde tuvo génesis la tralla y poderío del Thrash Metal, mismo que ha influenciado de manera bastante notable vertientes como la del Power Metal hecho mayoritariamente en esta nación.

Ahora bien, el caso que nos atiene no hace preciso uso de estas notoriedades territoriales, aunque el estilo artístico que manejan nos hará de manera infalible el pensar que se trata de Power Metal hecho en la tierra del dólar, lleno de influencia de Thrash Metal del Bay Area, mas, si nos fijamos en la procedencia de la banda que hizo el disco que detallaremos a continuación, nos daremos cuenta de que esta agrupación no viene de allá, sino más bien del otro lado del mundo, siendo más precisos, del Reino Unido.

FORGED IN BLACK es una agrupación que fue creada en el año 2007 en Southend-on-Sea, en el condado inglés de Essex.  Llamada originalmente Merciless Fail y cambiando su nombre al actual en 2013, es integrada en la actualidad por el cantante Chris Stoz Storozynski, los guitarristas Andy Songhurst y Chris Bone, el bajista y corista Kieron Rochester y su hermano el batero Kevin Rochester (el cual, tristemente ha debido anunciar recientemente su retiro de la banda).  Para el presente año, este cuarteto ha decidido traer a disposición del gran público metalero su tercera producción discográfica, a la cual han dado el nombre de “LIGHTNING IN THE ASHES”.

Dicho disco inicia con la energía de los instrumentos (donde debemos notar la presencia bastante fuerte del bajo, algo que le da amplia prestancia al potente sonido de estos chicos) en la intensa pieza inicial “Be One With Fire”, que cuenta con esas melodías siniestras, las cuales bien podrían encajar de manera inequívoca en alguna producción de sus coterráneos Black Sabbath.  Hay que destacar el pulido y muy elegante trabajo vocal que tiene la voz de tenor dramático de Chris Stoz Storozynski, quien también logra proveer algunos momentos de voz más agresiva cuando se requiere.

Si algo hay que destacar en este álbum también, es la fuerza en los riffs de guitarra (que son bastante enriquecidos por el sonido del bajo), y esto será parte de lo que hace tan disfrutable “Lightning In The Ashes”, la cual sigue con la apuesta bien Heavy y llena de momentos dramáticos e intensos en la voz de su cantante, mientras Andy Songhurst labra melodías intrincadas y misteriosas, en tanto que la batería de Kevin Rochester (la cual, debo decir, no suena tan bien acompasada en la mezcla final con respecto al resto de instrumentos, como que le hace falta algo de fuerza a su volumen) nos trae diversidad de momentos, dependiendo de cómo vaya la pieza (subiendo la intensidad a un momento bastante movido al llegar el solo de guitarra).

Quizás no tengamos la intensidad de los 2 primeros números cuando lleguemos a “Dusk Breather”, pero las dinámicas habituales del Heavy Metal que fue forjado a partir de los años 70 en la tierra abanderada por el Union Jack, más el legado estadounidense a esta rama pesada de la música, seguirán haciendo deleite de las masas que aman el sonar estridente de las guitarras una vez más (sobre todo al llegar el hermoso solo de guitarra).

Cual si de una metralla destrozadora se tratase, los redobles del snare con los bolillos en manos de Kevin Rochester serán punto de partida a la entretenida e intensa “Dark Lord Requiem”, donde precisamente el batero será punto importante para lo que veremos en esta pieza, eso en conjunto con el gran poderío del bajo que maneja su hermano Kieron.  Y si a eso le agregamos la ración de cantos potentes y garbosos de Chris Stoz (mismos que se encrudecen de nueva cuenta al acercarnos al final de la pieza), tenemos receta para otro gran festín metalero.

No nos dejemos engañar por la guitarra acústica inicial de “War Torn Skull” (y de la trompeta luctuosa que la acompaña), puesto que posterior a ello, el slapping del bajo y las construcciones melodiosas de la guitarra serán embestidas por la energía cuasi Thrashera de la batería, para que luego Chris Stoz les una de nuevo el drama en su voz para seguir demostrando que esa ausencia de 4 años tras “Descent Of The Serpent” (2019) no ha sido en vano, y que vienen más fuertes que nunca para seguir su carrera musical.

Dios, que esta gente no escatima en sacarle melodías intensas y agitadoras de las masas a la guitarra de Andy Songhurst, hecho que se hace evidente prácticamente desde el inicio tan espectacular de “Chains of the Damned”, al cual le sigue un desarrollo bastante potente, alimentado con gran valía en esa efectiva y veloz labor tras los parches del señor Kevin Rochester (una pena que la producción le jugara tan feo al trabajo que dejó grabado en su instrumento).  Para terminar de cuadrar una ecuación ganadora, el estribillo logra tener mucho gancho (quizás el más pegadizo del álbum).

Nuevamente la máscara de la guitarra acústica al inicio nos seduce para dejarnos llevar de manera posterior en otro vendaval de poderío metalero dentro de “Building A Beast”, la cual apuesta mucho dentro de su selección de ritmos en el apartado de la batería a lo que ha dejado de legado lo labrado en los 70 y 80.  Sin dudas podríamos decir que es la pieza más imbuida del legado imperecedero del NWOBHM, aparte de ser la pieza donde escuchamos el canto más serio, desenfadado y agresivo de Chris Stoz.

Y ahora, llegado al punto tan desenfrenado de “Brother’s Keeper”, tenemos la canción que más nos recordará a agrupaciones como Metal Church, Jag Panzer, Apollo Ra, e inclusive mucho de los triunfales inicios de Iced Earth (sobre todo las etapas donde Gene Adam y John Greely fueron los cantantes de esta icónica banda norteamericana).  Las voces más intensas, la fiereza en las cuerdas (tanto de guitarra como de bajo) que nos harán tener remembranzas de lo que los Mustaine, Hetfield y demás pioneros del Thrash Metal forjaron en California a inicios de los 80, son varios de los elementos distintivos de esta genial canción.

Las evocaciones a lo que se crea en Inglaterra vuelven a tomar preponderancia en la composición musical dentro de “Hellucinator”, que también nos trae con más énfasis la gran variabilidad entre dramatismo y ferocidad en la voz de Chris Stoz, mientras Kevin Rochester parece querer demoler el suelo con su batería al marcar la senda que seguirán las cuerdas de la banda para otra pieza de mucha garra y poderío.

Hemos tenido bastantes inicios engañosos a lo largo del álbum, y ahora toca el turno de que una melodía de piano nos dé entrada al número final del álbum, el cual rebosa en energía y tralla.  Sí, señores, “Detonation Ritual” sigue manifestando esa llama de fuerza imparable que estos chicos tienen, donde alabo nuevamente ese trabajo de batería y aparte, que el estribillo es bastante coreable.

A veces duele cuando bandas como ésta se toman tanto tiempo para sacar nuevo material, pero lo bueno es que cuando eso ocurre, hay calidad garantizada en la escucha que se le dará, y bueno, si es cantidad cuantiosa de tiempo lo que requieren para construir trabajos tan sólidos, pues valdrá la pena sufrir esa espera.  Por ahora, añadamos este tercer álbum de Forged In Black a la lista de excelentes lanzamientos de este 2023.