Live Review: DREAM THEATER en Buenos Aires, Argentina
En el aire había algo especial, desde hace ya bastante tiempo. Esta no era una visita convencional de Dream Theater a Buenos Aires, como tantas hubo en el pasado. Si bien la excusa para girar nuevamente por todo el mundo vino de la mano del enorme disco editado este mismo año (Distance Over Time, puesto #10 en nuestros 100 Mejores Álbumes de 2019), el verdadero aliciente por el cual muchos dijeron presente fue la celebración por los 20 años de un disco fundamental para todo el género Progresivo, y para la música toda: Metropolis pt. 2: Scenes From A Memory. Y la ocasión fue tan especial que la banda decidió interpretar el álbum íntegro y en su orden original, evento que no sucedía desde 2005 cuando pisaron suelo argentino por primera vez con sus míticos shows en el Estadio Obras Sanitarias.
Otra cuestión a destacar para esta visita fue que se trató del primer show de música pesada brindado en el recientemente estrenado Movistar Arena, ubicado en el corazón del barrio de Villa Crespo. Una imponente estructura capaz de albergar a 15.000 personas, cuya disposición logística y estructural responde en características a los recintos ya existentes en la región (como el mismo Movistar Arena en Chile o el Antel Arena en Uruguay). Esta locación inaugurada apenas el mes pasado brindó el marco perfecto para lo que sería el show progresivo del año en latinoamérica, y una noche que los fanáticos de Dream Theater no olvidaríamos jamás.
La noche abrió puntualmente a las 20:00 hs (incluso unos minutos antes) con los locales Against, mientras la mayoría de la gente aún no había llegado y muchos aún se estaban acomodando en los asientos. La banda oriunda de Buenos Aires deleitó a los presentes con su Thrash/Heavy melódico y aguerrido, presentando temas de su último y muy recomendable trabajo Nueva Cultura Pesada (2018) en un show breve, enérgico y con algunos problemas sonoros que no dejaron disfrutar por completo de la propuesta como es debido. No obstante, fue un agradecido puntapié inicial para una gran banda que ahora también ostenta el récord de ser la primera banda de Metal de la historia en presentarse en el Movistar Arena bonaerense.
Tras media hora de ansiedad, nervios, mordidas de uñas, caminatas incesantes y un público enardecido que clamaba por su banda favorita y provocaba la desesperación de los acomodadores que no lograba contener a la gente en sus asientos respectivos, las luces finalmente se apagaron y a las 21 hs se empezó a proyectar en la pantalla gigante (de dudosa calidad) un video que recorre la discografía de la banda reimaginada como elecciones de un androide futurista, aludiendo a la portada y temática del Distance Over Time. De esa forma todo comenzó con Unthetered Angel, canción que abre el disco y que resulta de los temas menos interesantes de la placa, pero que sirvió para calentar los motores y presentar a la banda de nuestros sueños. El sonido aún no se había acomodado y la batería de Mike Mangini provocaba un eco que hacía difícil distinguir algunos pasajes, la voz de James LaBrie muestra claros signos de desgaste (cuestión que ya se sabe hace muchos años, pero que parece tener sus altibajos en distintos puntos del tiempo), la guitarra y la presencia de esa eminencia que es John Petrucci nos hizo erizar la piel durante todo el concierto, los teclados del carismático y más veterano miembro del grupo Jordan Rudess se sintieron omnipresentes y hasta muy altos por momentos, y sí, John Myung seguía siendo John Myung, inamovible, vampiresco y solemne, una prueba de que para algunos el tiempo no pasa.
Lluvia y truenos no pueden indicar otra cosa que no sea ese himno agobiante que es A Nightmare To Remember, una oda a la desolación y desesperanza que se basa en un accidente que tuvo Petrucci siendo niño. Con sus 16 minutos de duración se convirtió en el tema más largo presentado esa noche, paseándonos por todo el espectro del Progressive Metal en esa joyita pesada proveniente de Black Clouds & Silver Linings (2009), último disco con la participación de Mike Portnoy. Una diferencia sustancial y curiosa es que los “guturales” que Portnoy brinda en este tema son ahora suplantados por un cántico leve y poco poderoso de James LaBrie, restándole violencia a una sección de la canción que realmente la necesita. Una interpretación potente y directa para un tema contuntente en el catálogo de los neoyorkinos.
Le siguieron dos representaciones más del flamante nuevo álbum. Por un lado, Paralyzed ofició de momento ganchero y straightforward, siendo que es el tema más directo y menos progresivo del Distance over Time (única variación que podría haber en el setlist, ya que en el resto de la gira lo vienen alternando con Fall Into The Light), y luego con Barstool Warrior, mi favorito personal del disco, mostrando su costado más melódico y prog que los acerca a sus mayores influencias como Rush o ellos mismos en los 90. La apología del ebrio del bar que recuenta sus penas y reflexiona sobre su vida fue un punto especial del show para un público argentino que ya se encontraba en estado de éxtasis.
De aquel ya lejano Systematic Chaos (2007), sonó solamente la primera parte de In The Presence of Enemies, lo cual es una pena ya que la cortaron en el mejor momento, pero también es comprensible dado el alcance y magnitud de tan gigantesca canción cuya duración total alcanza los 25 minutos. Derroche de virtuosismo y magia por doquier con secciones instrumentales que resaltan los dotes de cada músico, que hacen ver como lo más simple la ejecución de esta música tan compleja. John Petrucci figura absoluta en cada solo, riff e intervención. Una leyenda viviente.
Otro de los temas nuevos se hizo presente, tratándose de Pale Blue Dot, un ejercicio de maestría progresiva como pocas veces se haya visto, con una sección intermedia que pone a prueba la habilidad de cada uno de los integrantes, con un Mike Mangini meticulosamente matemático en cada golpe y cada breakdown, y un Jordan Rudess disparando toda su magia desde sus teclados y demás dispositivos por los que ya es conocido. Tremendo cierre para una primera parte, que en menos de una hora se había liquidado y las luces se volvieron a apagar. Sabíamos lo que se estaba por venir, por lo que se agradecieron esos 15 minutos de pausa donde en todo el recinto se anticipaba algo increíble y la ansiedad iba creciendo hasta darse con el techo del Movistar Arena.
Hasta este momento estaba siendo un recital correcto pero nada descollante. No era secreto lo que se venía, y cuando se volvió a encender la pantalla, la proyección comenzó con el relato de Scenes From A Memory, la obra cumbre de una banda en su mejor momento. La historia sería contada con peculiares animaciones que se quedaban a medio camino entre el animé y el cómic tradicional, con personajes de características bien marcadas y detalles que hasta este momento escapaban al cuento original. Una interesante forma de enriquecer una historia ya archiconocida. Cuando el reloj empezó con la clásica cuenta hacia atrás, todos volvimos a ser parte de esa mágica regresión, y nos encontramos nuevamente en el consultorio del terapeuta, a través de la piel de Nicholas.
“Close your eyes and begin to relax…”, frase que quedó inmortalizada para siempre y que hoy en día cobra una vigencia sobrenatural. El recinto se vino abajo en estos momentos, pero más aún cuando la clásica Overture 1928 comenzó a sonar con toda la banda derrochando talento y virtuosismo. Volver a sentirse como el primer momento en que descubrimos esa joya del Prog es una sensación inigualable. Y así en su orden original pasaron himnos atemporales como Strange Déja Vu y Fatal Tragedy mientras no podíamos creer lo que se presentaba ante nuestros ojos. El sonido se fue acomodando, o quizás haya sido una ilusión que quisimos creer por estar perdidos y extasiados en ese momento tan mágico, pero lo cierto es que de acá en adelante el concierto se volvió perfecto y memorable. Sabemos de memoria el orden en que se desarrollaría este segmento, pero eso no impidió que cuando sonaron los primeros acordes de Beyond This Life, la totalidad del público festejó con euforia desmedida como si se tratase de una gran sorpresa. La disposición de asientos no permitió un mosh propiamente dicho, pero la gente no dejó de agitar y saltar en sus lugares. Volvemos a remarcar la importancia de John Petrucci y sus riffs marca registrada, así como sus sentidos solos interpretados al pie de la letra y en perfecta coordinación con John Myung, su eterno compañero desde hace 34 años en los tiempos de Majesty. Se nota que la banda conoce este disco y lo tiene aceitado en su interpretación y en su mente, por lo que la performance no puede salir de manera más perfecta y cuidando todo el detalle de la grabación original.
No vamos a ahondar en detalles sobre la increíble historia que cuenta este álbum. El trágico relato de la muerte de Victoria Page y su posterior investigación es conocido por todos los fanáticos del Rock Progresivo, y volvió a sentirse vigente y actual en esa noche tan especial. Volver a recorrer sus pasos siendo parte de la regresión, aprender todo de aquella inocente joven y su fatídico final, y emocionarse literalmente hasta las lágrimas cuando nos cae la ficha de lo que está pasando al sonar Through Her Eyes, esa inmensa balada con un poder superlativo para conmover. En lo personal era la primera vez que escuchaba esta canción en vivo y no pude evitar emocionarme y llorar como un niño, viviendo lo que estaba viviendo Nicholas en el relato, totalmente inmerso en una experiencia de otro planeta.
Y acá es cuando se hace un corte y James LaBrie nos adiverte que la cosa se va a poner pesada, y comienza el enigmático riff arabesco de Home, pieza fundamental del álbum y la canción con más nodos y referencias a la Metropolis original (Metropolis pt. 1: The Miracle and the Sleeper, eterno clásico de Images and Words). Un poco por falencia propia y un poco por interacción, LaBrie pide al público que lo ayude a cantar ese estribillo hipnótico, y así es coreado por todos los presentes. La habilidad (o maldición) el público argentino de corear cada riff y hasta cada solo se hizo notar muchísimo esa noche, dotando al show de un magnetismo especial que no suele encontrarse en ninguna otra parte del mundo. El tramo final será un recorrido increíble por la historia de la música. El virtuosismo desmedido en The Dance of Eternity se transformó en una de los ejercicios de destreza técnica más envidiados del mundillo del prog, por lo que presenciarla en vivo y en directo sin fallo alguno es un deleite auditivo y visual. One Last Time apela a la melancolía y el anhelo de que todo esté bien, pero es en The Spirit Carries On cuando la cosa se pone realmente conmovedora y el Movistar Arena llora al unísono. Un clásico que no falta en casi ningún concierto de Dream Theater y que esta noche adquirió otra magnitud al ser interpretado como parte de la historia completa y en el orden correspondiente. Poderosísima balada que cuando alcanza su clímax es imposible no abrazarte con tus compañeros y entonar ese coro de ángeles embelleciendo el más allá.
Todos sabemos como termina esta cuestión, y es en Finally Free que se develan los misterios y los verdaderos motivos de la tragedia salen a la luz. El verdadero asesino es descubierto mientras nos rodea el extasis y el virtuosismo sonoro. El solo de batería que aparece al final del tema claramente tiene el sello de Mike Portnoy, y Mangini le da su propio toque pero no le llega ni a los talones de su pasional intérprete original. La banda se retira y en la pantalla observamos el twist de la historia cuando el terapeuta sigue a Nicholas a su hogar para asesinarlo, y abruptamente nos encontramos ovacionando a una banda que cumplió son lo prometido y presentó en su totalidad el disco definitivo del prog moderno ante nuestra atónita presencia.
Curiosamente y a modo de encore la banda presenta At Wit’s End, otro registro de Distance over Time, que algunos dirán que dado todo lo vivido anteriormente se puede tornar innecesario, pero pienso que da un cierre circular a esta extensa noche, mostrando como el presente de la banda es tan relevante como su glorioso pasado. Además la canción posee un final que se presta especialmente para una despedida en vivo con LaBrie saludando al público y un John Petrucci despegadísimo interpretando en hermoso y melancólico solo que finaliza el tema.
Por más de dos horas y media vivimos hechizados e hipnotizados en un trance regresivo que nos paseó por los cimientos de la música progresiva moderna y además tuvimos el honor y el privilegio de presentar uno de los discos más fundamentales del género, interpretado por cuatro de sus cinco integrantes originales. Ser contemporáneos de Dream Theater es algo que no todos podrán decir en futuras generaciones, y haber presenciado este disco, más allá de las falencias sonoras o vocales, es un regalo divino que satisfizo con creces las ansias de los presentes. Todos hicimos en algún momento una lista, una checklist de los eventos que necesitamos completar antes de nuestra muerte. En el caso de la música, para mi estaba muy alto en la lista presenciar el Scenes From A Memory en su totalidad. Hoy puedo decir que ese item fue tachado de la lista y la sensación de realización y completitud que recorre mi cuerpo es algo difícil de describir con palabras. Pero acá estamos, más de 2.000 palabras después completando un review que fue tan extenso como gratificante. Gracias por leer, ya pueden abrir sus ojos.
SETLIST
Dream Theater @ Movistar Arena, Buenos Aires – 13/12/2019
Act 1:
Untethered Angel
A Nightmare to Remember
Paralyzed
Barstool Warrior
In the Presence of Enemies, Part I
Pale Blue DotAct 2 – Metropolis, Part 2: Scenes From a Memory):
Regression
Overture 1928
Strange Déjà Vu
Through My Words
Fatal Tragedy
Beyond This Life
Through Her Eyes
Home
The Dance of Eternity
One Last Time
The Spirit Carries On
Finally FreeAt Wit’s End
Live Review: Alejandro Melgar