JETHRO TULL 🇬🇧 – The Zealot Gene (Album Review)

Por Michael Prado

Los años pasan, y con ellos las tendencias van cambiando constantemente a un ritmo que cuesta perseguir.  No obstante, siempre habrá un tipo de gente que se resistirá a seguir ese rumbo que dicten los cánones rigentes, y en el arte suele verse eso, especialmente cuando se trata de bandas que ya cuentan con una veteranía de carrera en la cual han establecido un estilo propio.

En este respecto, algunos podrían ver en cierta forma el estilo de la mítica banda británica de Folk Progressive Rock, Jethro Tull, como una propuesta demasiado anacrónica que no tendría una aceptación debida por parte del gran público.  No obstante, la banda que desde su origen ha dirigido con su voz y flauta al brazo el mítico músico Ian Anderson, no hace mayor caso a lo que quieran sentenciar estas voces señaladoras, y para este inicio de año nos han dado el beneplácito de traernos el fruto de 4 años de composición musical, grabaciones interrumpidas, ya sea por giras o por la dichosa pandemia, que al final representa el vigésimo segundo disco de estudio en su longeva historia que data desde 1967, cuando iniciaron su andanza en Blackpool haciendo Blues Rock y Jazz Fusion muy distante todavía del Rock Progresivo con influencias de Folk y Música Clásica que los llevaría al éxito y reconocimiento mundial en los años 70.

“THE ZEALOT GENE” es el primer álbum que esta agrupación graba en 19 años (siendo su antecesor el mix de regrabaciones e inéditos de temática navideña “The Jethro Tull Christmas Album”), y también el primero desde el debut “This Was” (1968) que presenta una alineación donde no está presente el icónico guitarrista y flautista Martin Lancelot Barre.  Para esta oportunidad, Anderson se ha rodeado de Florian Opahle a la guitarra (quien ha sido el hombre a las 6 cuerdas en el grupo solista de Ian), David Goodier en el bajo (el cual además forma parte también del grupo solista de Ian a partir de “Thick As A Brick 2: Whatever Happened To Gerald Bostock?” (2012)), el teclista y acordeonista John O’Hara y el batero Scott Hammond (quien ha girado, además de la banda de Ian, con músicos del renombre de Greg Lake, Bruce Dickinson, Justin Hayward, Tina May, entre otros).

Sí, podría decirse que esta formación de Jethro Tull es nada más ponerle el nombre de la mítica agrupación al proyecto solista de Ian Anderson, lo cual no creo que a nadie le haga levantar alguna objeción (salvo algún fan nostálgico que echará demasiado de menos al señor Barre en las guitarras, lo cual es respetable y totalmente aceptable, dado el legado que dejó durante su estancia en la agrupación el gran músico nacido en Kings Heath, Birmingham, hace ya 75 años).

David Goodier (bajo), Joe Parrish-James (guitarras), Ian Anderson (voz, flautas, mandolina, guitarra acústica, whistle irlandés, percusión y harmónica), Scott Hammond (batería) y John O’Hara (piano, teclados y acordeón)

Pero ya, creo que nos hemos ido demasiado por las ramas, y sí, sé que más que una lección sobre la historia de Jethro Tull, acá ustedes vinieron a que les hable de este nuevo disco, si vale la pena o no, si las canciones son buenas y qué tanto ha cambiado la propuesta en estos 55 años que la banda lleva de estar en vigencia.  Pues bien, vamos a ello. Ahí me disculparán por ese prólogo algo extenso, pero ruego comprenderán lo apasionado que soy de esta agrupación, su recorrido histórico y gran aporte al arte.

El disco inicia con un sonido algo modernoso y ambiental tras el cual entra en escena el icónico sonido de la flauta de Ian Anderson, con el cual ya nos sentiremos más en casa, sobre todo cuando Ian empiece a tocar su instrumento en la manera que resulta más reconocible, combinando un tipo de susurro con el sonar de la flauta.  Dicho sonido en esta canción inicial, “Mrs Tibbets”, es muy alegre, contrastando mucho con la letra tan irónica que Ian ha escrito para esta canción, que además de cuestionar ciertas decisiones bélicas en la historia moderna, plantea cosas como “quizás si Lot se hubiera detenido en su lugar”.  Los solos de flauta y guitarra están a la altura de lo que se espera de esta gran banda.  Como curiosidad notable, en el libreto del álbum se han incluido pasajes bíblicos que en cierta forma tienen que ver con la canción que preceden (para esta han incluido Génesis 19:24-28).

Apelando a un sonido más Country, por así decirlo (algo que se acentúa al solar la harmónica del señor Anderson, misma que será instrumento de gran importancia en esta canción), “Jacob’s Tales” es una pieza de intención acústica (algo a lo que tomaron la decisión a inicios de mayo del 2021 a raíz de la pandemia, de que 5 canciones en este álbum fueran de este porte), donde se toma como base el relato de Génesis 25:27-33, mismo que nos relata la trampa que Jacob le tendió a su hermano Esaú para que éste le vendiera su primogenitura a cambio de un guiso de lentejas, siendo que la letra de esta corta pero profunda canción apela a esas divisiones que suelen ocurrir por nimiedades en los lazos consanguíneos.

La pieza que sigue, “Mine Is The Mountain”, tiene una atmósfera cargada de suma solemnidad (misma que se acentúa al tener ese efecto de reverberancia en su voz Ian Anderson).  Nuestro querido y ya veterano flautista y multiinstrumentista se ha definido como alguien que se posiciona “en algún lugar entre deísta y panteísta”, por lo cual no le tiembla el pulso (algo que no ha sido raro en él desde casi los inicios del grupo) para hacer una pieza que cuestione ciertos dogmas religiosos, como los que precisamente podrían estar en los versículos bajo el título de la canción (Éxodo 20:4-7 y Éxodo 30:7).  Nótese la ironía sobre todo en estas líneas:

“For I am the father, the power and the glory

And now, for God’s sake, kindly leave me alone.”

No puedo evitar sonreír con picardía (y lo digo desde la fe cristiana que me honro de seguir) el ver lo “tan selectos” que son los pasajes que Mr. Anderson (no Neo, sino el flautista, jejeje) ha seleccionado como referencias para las canciones en este álbum.  Para la pieza que da título al álbum, “The Zealot Gene”, fueron usados de cabecera Números 25:7-11 y Ezequiel 9:4-7, pasajes bíblicos que no dudarían en usar quienes adversan la fe para cuestionarla (con razón o no, ya queda a criterio de cada quién).  Pero volviendo a la parte que nos atañe, que es la musical, tenemos una pieza que ya suena un tanto más pesadito en su inicio, aunque la entrada de la flauta de Ian la endulza, creando nuevamente un contraste en el tema tan serio que tiene la letra de la canción, la cual se enfoca en los peligros del extremismo político, ya sea de izquierdas o derechas, y lamentando que las posturas moderadas “muerden el polvo” ante tal panorama.

El sonido de la flauta combinado al susurro de Ian al soplarla nos indica nuevamente que esto es Jethro Tull, mientras la elegante letra de “Shoshana Sleeping” exalta de manera sublime la belleza de la mujer.  Musicalmente la canción es del estilo Tull en todo el sentido de la palabra.  No puedo evitar omitirlo, la cita bíblica para esta canción es todo el libro del Cantar de los Cantares (más acertada alguna otra referencia del libro sagrado, imposible).

Llegamos a la segunda pieza de intención acústica en el disco, intitulada “Sad City Sisters”, que conjuga el sonido de la guitarra con la flauta y el acordeón creando una atmósfera Folk muy engalanada, mientras nos describe una historia de 2 chicas de las conocidas elegantemente como “trabajadoras de la noche”.  Como dato curioso (nuevamente), la cita de Ezequiel 23:2-11 que encabeza esta canción calza muy bien con este relato.

Pasan los años, pasan las décadas, y los buenos músicos siempre hallarán las formas de crear melodías, como ocurre con las que suenan en la flauta del señor Anderson en “Barren Beth, Wild Desert John”, cuya letra nos describe, muy al estilo de este algo irreverente músico líder de esta gran agrupación, el relato bíblico de la visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, con ciertas ironías como el olvido que la madre de Juan el Bautista tuvo después de este pasaje, pese a haber concebido a una edad muy avanzada.

Mateo 26:14-16 nos describe la forma en que Judas Iscariote traicionó a Jesús.  Esta cita nuevamente es más que apropiada para el tema que aborda la canción “The Betrayal Of Joshua Kynde”, nombre que sin dudas es un juego de palabras con el nombre de Jesucristo.  La pieza presenta elementos muy llamativos como las melodías que en el fondo crea el piano, tan bien ejecutado por John O’Hara.

Si hay una pieza que lleva un nombre con el cual uno dice “sí, es pieza de Jehtro Tull”, sin dudas lo es “Where Did Saturday Go?”.  Encabezada por Lucas 23:52-56 (que nos narra la forma en que fue sepultado el cuerpo de Cristo), nos habla sobre la extrañeza que tiene para Ian la forma en que el sábado de la Semana Mayor no tiene mayor trascendencia.  En el plano musical, la pieza es otra de las que tuvieron que hacerse de manera acústica debido a las limitaciones que sufrió la banda a raíz de los aislamientos por la pandemia.

Vaya magistralidad con la que Ian Anderson seleccionó los pasajes bíblicos que encabezan en el libreto del álbum cada una de las canciones (y no necesariamente de manera irónica o pícara).  Para “Three Loves, Three” tuvo el gran acierto de usar Juan 21:15-17, donde Jesús le pregunta a Pedro tres veces si lo ama más que los otros discípulos, para luego encomendarle que “apaciente su rebaño”.  Nuevamente tenemos otro número acústico, quizás el más lindo a mi humilde parecer de los 5 presentes en este disco.  La letra nos habla de los 3 tipos de amor (philia, agape y eros) y su preponderancia en eso que llaman la confianza y fidelidad.

Como última canción acústica del álbum, “In Brief Visitation” aparece como la penúltima canción del álbum, que nos habla sobre esos verdaderos amigos que se presentan en alguna ocasión como “chivos expiatorios” para -como se diría en el léxico costarricense- “salvarnos la tanda”.  Quizás con la intención más espiritual de todas en este álbum, Ian seleccionó Juan 21:25 y Lucas 24:12 para encabezar esta canción en el libreto.  Como añadido, en esta pieza toca la guitarra Joe Parrish-James, quien reemplaza en la alineación de Jethro Tull en conciertos a Florian Opahle desde 2019.

El álbum termina con una linda canción que, como es usual, lleva un pasaje bíblico encabezándola, y para “The Fisherman Of Ephesus” la cita elegida fue Hechos 5:40-42.  La canción tiene como temática los últimos días del Apóstol Juan, que según la tradición fue el último en mantenerse vivo, siendo líder de la iglesia asentada en esa ciudad durante muchos años, hasta ser exiliado a la isla de Patmos donde tuvo las visiones que lo llevaron a escribir el libro de ApocalipsisLa forma de canto por parte de Ian en esta pieza podríamos decir que es la más reminiscente de las mejores épocas del grupo, con ese feeling trovador y épico.  Ojalá sea de las seleccionadas para estar en directo.

Quizás ya no le salga su tan reconocible pose como en sus años mozos, pero ahí sigue dando caña el buen Ian Anderson con su música y buen humor que lo han caracterizado durante los 55 años de carrera musical. No es cualquiera el que puede presumir de ello.

Llama la atención poderosamente que la portada de este álbum es muy distinta a lo que nos ha tenido acostumbrado el grupo en sus últimos años, mas no a lo que fueron varios de sus primeros discos, mostrándonos un primer plano del rostro de Ian Anderson, con el hemisferio izquierdo de su cara en sombras y el derecho reflejando la luz que cae sobre él.  Llama la atención que del lado izquierdo pueden verse como citas bíblicas, mientras del lado iluminado de su rostro hay un fondo en negro.  Hablando de altos contrastes con un significado quizás algo profundo.

En resumidas cuentas, Jethro Tull está de vuelta para alegría y gozo de los que somos sus fans (aunque, pensándolo bien, nunca se fueron, dado que podríamos decir sin ningún problema que los últimos discos solistas de Ian Anderson, como lo son “Thick As A Brick: Whatever Happened To Gerald Bostock?” (2012) y “Homo Erraticus” (2014) -mismos que precisamente son secuelas al histórico “Thick As A Brick” (1972)– pueden pasar perfectamente como añadidos a la discografía de la banda como tal).  Sí, la voz de Ian se nota más avejentada (algo más que lógico para alguien de su edad), y la música no tiene ese nivel de complejidad que tuvo en los años 70, no solamente con “Thick As A Brick”, sino con su grandioso antecesor, el reverenciadísimo “Aqualung” (1971) y otros muy destacados de esa década como “Songs From The Wood” (1977) y “Heavy Horses” (1978), pero aún así, el arte de Ian Anderson es distintivo en su entereza, y escuchar sus creaciones nunca va a ser tiempo desaprovechado.  Siento que la gran fortaleza de este álbum está detrás de sus letras, que nos pueden poner muy bien a pensar o inclusive reflexionar.  Ruego para que no sea el último disco de este gran genio artístico, y también para que vuelvan a visitar mi Costa Rica, que ya han pasado 16 años desde su segunda venida a mi tierra.


Sello: Inside Out Music
Lanzamiento: 28 de Enero, 2022
Género: Progressive Folk Rock

JETHRO TULL – The Zealot Gene

55 años han transcurrido desde aquel 1967 que vio la génesis de la agrupación Jethro Tull, y en este año 2022, tras un largo tiempo sin hacer bulla, la flauta de Ian Anderson volverá a hacer de las suyas en el 22º álbum de esta agrupación, que si bien no se ubica entre lo más selecto y memorable de este histórico grupo, nos dará buenos y muy reflexivos momentos con sus interesantes canciones.
8.3

Producción

8.4/10

Composición

8.4/10

Replay Value

8.0/10

Valoración Personal

8.2/10

Michael Prado

De Costa Rica para el mundo. Fan de la música DE VERDAD, hecha con sentimiento y verdadero amor al arte, sin importar el género, aunque debo admitir que doy amplia preferencia a lo que ha sido creado en Metal, Rock, música Celta, Clásica, soundtracks de Videojuegos, Electrónica y demás. Un abrazo y bendiciones para tod@s.