Review Clásico: METALLICA – Death Magnetic 🇺🇸 (2008)
- 🎸 Thrash/Heavy Metal
- 💿 Warner Bros. Records
- 🌎 USA
- 📆 12 de Septiembre, 2008
Por Michael Prado
UNA BANDA QUE GENERA AMOR Y ODIO POR IGUAL…
Alguna gente cree que para ciertos músicos, que han logrado labrar una carrera exitosa, es muy sencillo hacer lo que hacen, y que todo lo hacen nada más “por los números que le dejen las ventas de discos”. Eso es parte de la cruz de críticas inmisericordes que estos insignes artistas, que han logrado labrar una carrera exitosa -por los factores que sean- deberán cargar durante lo que estén activos en su andanza creativa.
En el caso particular de Metallica, la popular agrupación californiana, considerada uno de los 4 pilares más importantes en la génesis y primigenio desarrollo del Thrash Metal, varios de estos mantras se desarrollan de una manera algo exacerbada. Yo soy de los que piensa que todo debe tener un equilibrio, y en el caso de la agrupación que cuenta con James Hetfield a la guitarra rítmica y la voz, Lars Ulrich en la batería (con un desempeño que ha sido sumamente cuestionado a lo largo de su carrera), Kirk Hammett a la guitarra solista (de la cual, muchos ya se sienten empachados por su excesivo uso del pedal “Wah-Wah”) y el bajista Robert Trujillo (quien, desde su llegada al grupo en el 2003, para suplir al muy querido Jason Newsted, ha sido blanco injustísimo de mucho odio gratuito, que para mí no tiene razón de ser), ni son tan malos como muchos creen y viven despotricando, ni tampoco son “la última Coca-Cola del desierto” en cuanto a calidad musical.
A día de hoy, los “Four Horsemen” (mote que llevan desde la icónica canción que forma parte del legendario disco debut “Kill’em All” (1983)), pueden jactarse de un estilo de vida que añoran muchos seres humanos tener, donde cuentan con cuentas bancarias plagadas de cifras de escándalo, y, lamentablemente, eso genera que, para muchos escépticos, se cree una idea de que “se toman la música como un negocio”. Pero vamos, ¿acaso no es eso algo que hacen todos los artistas? Yo creo que ya es hora de superar ese argumento tan rebuscado y cansino, sobre todo cuando la agrupación, de haber querido seguir haciendo billete gordo, la tenían tan fácil como seguir girando sin grabar nada, o hacer otro “Black Album”. Pero no ha sido así, y a día de hoy, ninguno de los discos que salió después de “Metallica” (1991), ha conseguido el volumen de ventas y boom mediático que les generó en ese momento el dejar el Thrash Metal para enfocarse más en un sonido Heavy Metal con tendencias más modernas, evidentes en la producción tan exquisita que Bob Rock logró en ese entonces (misma que me lleva a defender a capa y espada este magnífico álbum ante quien sea).
COMPLACER AL FAN… O HACER LO QUE LES NAZCA… HE AHÍ EL DILEMA DEL ARTISTA…
No sé si James, Lars, Kirk y Rob se cansaron de las quejas de muchos de sus “fans” lloriqueando con que volvieran a hacer Thrash Metal, o bien les nació el querer hacer algo que fuera reminiscente de esa época donde se dieron a conocer. El caso es que, tras el fallo que se pegaron con “St. Anger” (2003) (otro ejemplo de que a ellos no les importan tanto las ventas como muchos bobaliquean, sino hacer lo que mejor les siente hacer, y en ese momento donde todo era caos entre ellos mismos inclusive, pues fue lo que salió), decidieron, entre otras cosas, retomar su logo clásico, apartarse de Bob Rock como su productor, sustituyéndolo con Rick Rubin (quien ha trabajado en el pasado con grandes nombres como Slayer, Trouble, Johnny Cash, Mars Volta, entre otros, e inclusive tiene en su currículum el majestuoso álbum “13” (2013) de Black Sabbath como una de las tantas obras que ha producido), y lo más importante, retomar la fiereza, intensidad y potencia inmarcesible de los riffs machacantes, golpeteos ágiles de batería, notas retumbantes del bajo y canto desenfadado de James, para lo que terminó convirtiéndose en su noveno LP, que apareció a la venta un 12 de Septiembre del 2008, y llevó el nombre de “DEATH MAGNETIC”.
La portada simple pero llamativa de un agujero con forma de ataúd, circundado por ondas que nos hacen pensar en atracción magnética, fueron la carta de presentación creada por Andy Grimshaw para atraer de manera visual a un público que, nuevamente tuvo opiniones muy divididas acerca de lo que nos proveyó ‘Tallica en esta incursión musical, donde quisieron retomar la senda ochentera donde dejaron su impronta para la historia en un género cargado de fans muy exigentes.
¡CUÁN MAGNÉTICA ES ESTA MUERTE!
Al sumergirnos en el disco, podemos encontrar 10 canciones encompasadas en una duración total de 1 hora y 14 minutos, donde las notas tranquilas iniciales de “That Was Just Your Life”, que van adentrándose poco a poco en una vorágine de velocidad, trepidantes ritmos y una intensidad irrefrenable, salvo en unas partes donde bajan un tanto las revoluciones (sin perder de manera significativa la intensidad), nos va dando una idea de lo que hemos de esperar en este redondo que fue tan anticipado en su momento, máxime desde que fueron presentadas al público versiones muy primitivas de varias de las canciones que hoy son parte del álbum en presentaciones en directo de estos músicos.
La vida me ha enseñado que “menos velocidad no quiere decir que el peso y fuerza del arte auditivo se pierda” en algunas ocasiones, como ocurre con “The End Of The Line”, donde tenemos algo más afín a lo que fueron las iteraciones del grupo en sus no tan queridos “Load” (1996) y “ReLoad” (1997), presentando propuesta más próxima al Hard Rock, e inclusive el AOR, sin perder la esencia agresiva e incendiaria que Metallica trae en sus composiciones.
Si hay una pieza que, al menos en mi caso particular, me enciende y motiva como ninguna otra de este redondo, ésa resulta ser la energizada “Broken, Beat & Scarred”, que nos invita con sus riffs insistentes y ese doble bombo durante el estribillo que nos hace latir el corazón a su furibundo ritmo, a arrasar con lo que tengamos en el camino. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ésta fue la canción más emblemática del álbum, por muchas razones, como su intensidad, la manera tan eficaz para labrar un estribillo pegadizo e inolvidable, y su brillante letra.
El día 21 de agosto del 2008, se dio a conocer el primer sencillo del álbum, que llevó el nombre de “The Day That Never Comes”, la cual, desde mi humilde perspectiva, cuenta con un esquema de composición bastante similar al de la ya legendaria “One” del venerado “…And Justice For All” (1988) -misma que, por cierto, es otro de los pálidos “argumentos” que los haters de Metallica blanden para decir que “son unos vendidos bla bla bla”, ¡vamos, si esos viven quejándose inclusive desde “Fade To Black” de “Ride The Lightning” (1984), todo por ser una balada!-. Un inicio calmo que va agarrando poco a poco intensidad, y termina en un atractivo y potente instrumental que finaliza con la banda desatada y rompiendo sus límites.
No puedo olvidar lo fenomenal que fue para mí el videoclip con el que esta mítica agrupación dio a conocer la fenomenal canción “All Nightmare Long” al gran público, misma que potenció todavía más lo que a hoy día considero mi canción favorita de este disco, con esos riffs poderosos, una fuerza desatada y desenfadada en el canto de James dando vida a esas letras apocalípticas e invocadoras de un mundo en caos y destrucción, para no hablar también del fascinante e inolvidable solo de guitarra que Kirk creó para este piezón tan magnífico. Vamos, que a estas alturas del disco, no puedo más que reírme de los lloriqueos de quienes viven tirando puro odio masivo y sin sentido a Metallica.
No creamos que Metallica se ha olvidado en esta placa de su momento más exitoso, como lo fue la llegada del amado y odiado “Álbum Negro”, pues ese estilo más afín al Heavy Metal con mucho de Groove en su estructura creada por el sonido de guitarras y bajo, lo tenemos presente en lo que resulta ser “Cyanide”, tercer sencillo del LP, que si bien no es de mis más grandes favoritas acá, no deja de ser disfrutable, aunque sí, no puedo decir que encajaría en el legendario álbum de 1991, sobre todo porque palidece en cuanto a carisma se refiere si la comparamos con canciones tan icónicas como “Enter Sandman”, “Sad But True” o mi favorita de ese disco, “Wherever I May Roam”.
Podemos decir que estamos en el momento donde el álbum baja un tanto las revoluciones, sobre todo cuando nos encontramos a la pieza que da continuación a un concepto que el grupo inició en 1991 precisamente, como lo fue “The Unforgiven”, que inició como un tremendo sencillo de ese exitoso quinto álbum de Metallica, fue continuado con otra muy recordada canción en “Load” (1996), y para esta placa, decidieron crearle una nueva parte con “The Unforgiven III”, la cual se diferencia mucho de sus antecesoras en cuanto a no contar con esa melodía en el estribillo que las caracterizó, aparte de tener una duración más elongada (casi 8 minutos), aunque el sentir del ser que no hallará redención ante sus erratas a lo largo de su existencia prevalece como temática en esta oportunidad. Aparte, siendo francos, para mí al menos no está a la altura de las anteriores, aunque el “Why can’t I forgive me!” de James antes del brillante solo de Kirk le da un gran realce que salva a la canción de caer en un tedio que hará que muchos la salten.
Ahora llegamos a la pieza que no me gusta tanto del disco, como lo es “The Judas Kiss”, la cual podríamos decir que es la pieza con mayor influencia del tan repelido “St. Anger” (2003), disco de una sonoridad más enfocada en los riffs pesados y un sonido que hace recordar mucho a la agrupación de Nu Metal estadounidense KoЯn. Aunque, eso sí, por dicha en esta oportunidad, sí se acordaron de ponerle un bonito solo de guitarra (algo que siempre ha sido punto de debate en torno al octavo LP de los 4 Jinetes).
Lo sé, esta conclusión del álbum puede estar cargada de mucho tedio si uno no está acostumbrado y no se dejó llevar, máxime si no se es afín a las composiciones instrumentales muy largas en esto del metal. Y en el caso de “Suicide & Redemption”, tenemos la canción más larga del álbum (rozando los 10 minutos de elongación). Aparte, si la comparamos a actos similares del pasado como “(Anesthesia) Pulling Teeth”, “The Call Of Ktulu” u “Orion”, no tiene las mismas luces de brillantez y fascinación que nos brindaron en su momento (muy probablemente por la ausencia de quien dio génesis a un par de estas, como lo fue el fallecido bajista Cliff Burton).
Por dicha la banda deja salir nuevamente toda su energía, potencia y rabia en lo que es la pieza que da conclusión definitiva al disco, en la destrozacuellos “My Apocalypse”, que nos traerá tan buenos recuerdos de lo que tuvimos en los 80’s con piezas que terminaron esos grandes clásicos como “Metal Militia”, “Damage Inc.” o “Dyers Eve”. Velocidad, rabia, solos enloquecidos, la voz de James más agreste que nunca, son los elementos para darle un más que digno final a un álbum que desde “Cyanide” me dejaba la sensación de que se nos iba en picada.
CANCIONES BRILLANTES… RESULTADO SONORO INJUSTIFICABLE…
Ahora bien, hay un gigantesco pero que lastra mucho a lo que pudo haber sido un todavía mejor álbum, y eso lo tenemos en un punto que ha sido criticado y con sobrada razón desde hace 15 años, como lo es la incompresiblemente deficiente producción que tuvo el disco. Vamos, resulta un sin sentido que una banda que nos brindó 17 años antes un ejemplo de cómo grabar un disco con un sonido prácticamente perfecto (a día de hoy no he escuchado otro álbum que supere el resultado que Bob Rock logró en “Metallica” (1991)), traiga en pleno siglo XXI, con los recursos que tenían a disposición (no solamente monetarios, sino tecnológicos), terminaran haciendo que este álbum sonara tan bullicioso, estridente y mal amalgamado (como siempre lo he definido, una “bola de ruido”). Parece que se pusieron como propósito mal llevado el intentar romper con la muy comentada “loudness war” (tendencia de grabar, producir y emitir música elevando progresivamente el volumen con respecto a años anteriores), logrando un resultado que, por desgracia, ha echado y seguirá echando atrás a mucha gente que, de haber sido más consciente la banda y los encargados de producción sobre este asunto, el disco habría logrado mejor aceptación entre muchos, dado que la calidad de las canciones no siento que tenga tantos peros como la lamentable producción.
Sea como sea, el retorno de Metallica a sus derroteros ochenteros, es un capítulo más de la singular y tan cacareada carrera de este cuarteto amado y odiado por parejo. Sus canciones son sin dudas ejemplos buenos de lo que quiso ser esta banda para ese momento, una senda creativa que yo hubiera deseado que mantuvieran, lo cual no se dio si llegamos a escuchar el doble álbum “Hardwired… To Self-Destruct” (2016), que será materia de discusión en un futuro si así hallamos el momento para ello. En fin, como todo lo que Metallica hizo de su era ochentera, o se odia o se ama, dependiendo del individuo en cuestión. De mi parte soy de los que lo ama (con todo y que desearía con toda mi alma que hubiera sido mejor producido, pero en este caso gana la calidad de las canciones ante lo pesado del resultado final de su sonido).
Review Clásico: METALLICA - Death Magnetic 🇺🇸 (2008)
Ante la llegada del nuevo álbum de esta tan popularísima banda, queremos recordar este disco que nos trajeron en el 2008, donde Metallica buscó hacer un retorno a sus raíces, que a muchos gustó y a otros no.Summary