Review Clásico: NEAL MORSE – Lifeline (2008)

Las cosas nunca están quietas en el campamento de Neal Morse. Viendo la situación posicionados en 2019, sabemos que el maestro nunca para de entregar lanzamientos de calidad a lo largo de múltiples bandas. Así como su eterno compañero Mike Portnoy reparte su tiempo entre cinco o seis bandas distintas, Neal tampoco es ajeno a este sentimiento, teniendo que dividir sus labores entre Transatlantic, Flying Colors, The Neal Morse Band, sus lanzamientos de songwriter solistas, la escuela de música en Radiant Records, sus tareas como director del estudio, los lanzamientos para el Inner Circle e infinidad de actividades musicales más.

Hace 10 años la cosa no era muy distinta. Había menos grupos pero no menos actividad, y cuando Neal venía de editar uno de los discos más esenciales de su carrera con “Sola Scriptura” (2007), apenas un año y medio después ya se estaba editando su sucesor. Un disco que peca de intrascendente en la discografía de Neal, en gran parte por ser editado después del considerado por muchos como su mejor disco. Pero no por eso el disco está exento de momentos soberbios, canciones memorables y un cierre épico como solo el maestro puede darnos. Hoy estaremos analizando “Lifeline”, un álbum bisagra en la creciente discografía de Neal Morse.

Lo cierto es que “Lifeline” fue criticado por muchos fans por ser un disco que no tiene demasiado aporte en lo musical, en gran parte como dijimos por llevar a cuestas la dura carga de ser el sucesor del disco más completo del maestro, pero eso no nos impide disfrutar de una obra que tiene mucho para destacar, y eso queda evidenciado en el arranque con el tema título, 13 minutos de pura magia progresiva que muestran que Neal no bajó la marcha después la gigantesca tarea que fue traer “Sola Scriptura” al mundo. El tema arranca con un repiqueteo de teclado y batería que hará las delicias de los puristas Prog, como buena intro de Neal Morse siempre demuestra. Cuando arranca el riff y la melodía principal, no podemos evitar pensar que ya escuchamos esto antes, y acá es cuando empiezan las comparaciones con trabajos anteriores de Neal: si bien “Lifeline” se siente fresco y entretenido, hay mucha repetición en su propuesta y eso puede llegar a cansar a algunos. Más allá de eso la canción posee un verso y un estribillo de esos memorables, que muestra una vez más que no hay nadie que iguale a Neal en composición. La sección instrumental pasada la mitad del tema es un deleite de virtuosismo y compases disímiles que nos deja a todos con la boca abierta.

The Way Home” es una balada sentida muy en la línea de Spock’s Beard que recuerda a los mejores momentos del maestro en su anterior banda. Muchas voces entonando al unísono un estribillo que conmueve, y una canción sencilla que va ganando crecimiento sobre el final, con el sello Morse en cada nota. Esto da paso a un temazo como es “Leviathan”, canción que ya se convirtió en un clásico del catálogo de Neal: frenética, pesada e impredecible, un torbellino de emociones e interpretación musical. Un tema que lo tiene todo y nunca afloja, con una sección intermedia a medio tiempo que baja las revoluciones solo por un momento, para volver a explotar en un orgasmo auditivo. Neal, Mike y Randy dan rienda suelta a su creatividad e interpretación en una canción tan divertida como oscura.

Le sigue otra balada de fuerte componente religioso llamada “God’s Love”, que podría tranquilamente llamarse “We All Need Some Light 2.0”, ya que en melodía, sentimiento y estructura recuerda mucho al clásico de Transatlantic. Por un lado es un acierto pero por otro lado no podemos evitar pensar en el autoplagio y la repetición antes mencionada, que terminó alejando de este disco a gran parte del séquito de seguidores. Un sentimiento que vuelve a repetirse en “Children of the Chosen”, otra balada más uplifting y con un estribillo que incita a ser cantado a varias voces, como si participáramos de una congregación que canta a todo pulmón sus intenciones. No deja de ser otra agradable canción de Neal que sin destacarse demasiado, logra su cometido y nos saca una pequeña sonrisa.

El plato fuerte del disco viene, como muchas veces, de la mano del cierre épico que Neal nos tiene preparado en cada disco. En este caso se trata de “So Many Roads”, un monumental himno de casi media hora de duración que nos pasea por todo el espectro musical y lírico. Estructurada en 6 distintivas partes, la canción fluye de forma espontánea y se corona como el punto más alto del álbum. Parte I – So Many Roads, introduce las melodías y el concepto y sabemos que será una melodía principal que se repita sobre el final con toda la pompa. Sobre los 5 minutos aparece la Parte II – Star for a Day, el ritmo se transforma en un groove más rockero que nos guía a mover la cabeza de forma constante siguiendo un riff de esos hipnóticos. Coros celestiales adornan una potente performance vocal de Neal que desemboca en un solo de teclado distorsionado y de corte psicodélico. Parte III – The Humdrum Life, arranca sobre el minuto 9:30 y aparece un saxofón perdido que guía una melodía más calma y reflexiva basada en guitarra acústica e instrumentos de viento. Aparece un épico solo de saxofón sobre la mitad de esta parte que nos quita el aliento. Al cierre de esta parte hay una sección que parece muy premonitoria para “The Whirlwind”, el disco de Transatlantic que salió al siguiente año, con un riff que seguro sirvió de inspiración. Antes de arrancar la Parte IV – All the Way to the Grave, aparece un solo de guitarra exquisito y sentido, como puente para lo que se viene. Y cuando arranca esta sección la cosa se pone bien rockera y straightforward, con la banda gozando como nunca. El sentimiento de felicidad en su máxima expresión. Un interludio instrumental extendido nos muestra todo lo que son capaces de hacer estos músicos despegados, con mención especial para un solo de bajo de Randy George de antología. Pasados los 20 minutos comienza la Parte V – The Eyes of the Saviour, sección calma en formato balada, que solo de guitarra introductorio mediante nos muestra el costado más sentimental de Neal Morse, de cara al grandioso cierre que ya anticipamos que se nos viene. Esos momentos que nos incitan a levantar la mano junto con él. Para el final, Parte VI – So Many Roads Reprise, ya sabemos que se nos viene la conclusión en formato épico de la melodía inicial, en un cierre de esos que al maestro le encanta dar, para terminar la journey y cerrar el círculo.

Quizás a modo de epílogo, Neal nos regala un tema más para cerrar el álbum, “Fly High” es una balada muy emocional que nos brinda un cierre satisfactorio para un álbum que se ubica sin destacarse demasiado entre el vasto catálogo de Neal Morse. Un año más tarde, la reunión de Transatlantic nos traería una obra maestra con “The Whirlwind”, y por su parte Neal seguiría su carrera en solitario con “Testimony 2” (2011), la segunda parte de su historia, y un álbum mucho más significativo. Con “Lifeline” encontramos a un autor reciclando conceptos e ideas musicales, pero no por eso es menos gratificante escuchar una obra que se cementa como otro gran disco de Rock Progresivo, rebosando de influencias, matices e instrumentación suprema. Simplemente peca de ubicarse en el medio de dos obras monumentales, como un hijo bastardeado que no encuentra su lugar en el mundo. Sin ser imprescindible, “Lifeline” es otra clase de cómo hacer música de calidad, con mucho sentimiento y pasión por entregar un producto completo y tangible.

Fecha de lanzamiento: 01-10-2008

Tracklist

1. Lifeline (13:28)
2. The Way Home (4:20)
3. Leviathan (6:04)
4. God’s Love (5:28)
5. Children Of The Chosen (4:55)
6. So Many Roads (28:43) :
– I So Many Roads
– II Star For A Day
– III The Humdrum Life
– IV All The Way To The Grave
– V The Eyes Of The Saviour
– VI So Many Roads (Reprise)
7. Fly High (6:31)

Neal Morse - Lifeline
  • 8.5/10
    Producción - 8.5/10
  • 8.1/10
    Composición - 8.1/10
  • 8.3/10
    Replay Value - 8.3/10
  • 8.6/10
    Valoración Personal - 8.6/10
8.4/10

Conclusión

Con “Lifeline” encontramos a un autor reciclando conceptos e ideas musicales, pero no por eso es menos gratificante escuchar una obra que se cementa como otro gran disco de Rock Progresivo, rebosando de influencias, matices e instrumentación suprema. Simplemente peca de ubicarse en el medio de dos obras monumentales, como un hijo bastardeado que no encuentra su lugar en el mundo. Sin ser imprescindible, “Lifeline” es otra clase de cómo hacer música de calidad, con mucho sentimiento y pasión por entregar un producto completo y tangible.

Alejandro Melgar

Absoluto entusiasta del Metal en casi todas sus variantes y sub-géneros. Melómano, coleccionista de discos y experto en armar documentos, listas y rankings. La estructura me garantiza paz y organización. Amo las series, películas y estoy muy arraigado en la cultura pop, además de disfrutar la naturaleza y el aire libre. Y a pesar de todo esto, soy muy sensible.