HEIMDALL – Hephaestus 🇮🇹 (Album Review)

Por Michael Prado

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Insisto, pocas cosas me alegran tanto el día como el hecho de enterarme de la buena noticia que representa el retorno a la actividad discográfica de una agrupación musical que previamente nos dio buenos momentos, pero que, por el motivo que sea, debieron detener su andadura artística.  Y éste es un caso que vale la pena darle su buena revisada.

Si hay una nación que rebosa bandas que tuvieron una buena época productiva al inicio de este milenio, pero que el paso del tiempo les privó de seguir adelante a varias de ellas (por desgracia), ésa es sin dudas Italia (y para una pequeña muestra les dejo este artículo donde mencionamos 10 bandas muy recordadas que nos tienen sedientos de nuevo arte, inclusive llegando a casi 20 años de sequía, dicho artículo, por cierto, pronto tendrá segunda parte).  Para dicha nuestra, hay una agrupación que ha decidido reunirse para volver a la carga con nueva música en este 2023.

Hace 10 años tuvimos el quinto lanzamiento de la agrupación HEIMDALL, procedentes de Salerno, Campania.  Y 10 años han tenido que sucederse para que, tras haber disfrutado hasta la saciedad de “Aeneid” (2013), los fans de esta agrupación, que conforman el guitarrista y corista Fabio Calluori, su hermano el baterista Nicolas Calluori (ambos siendo los únicos miembros que han pertenecido a la banda desde su inicio), el guitarrista Carmelo Claps, el bajista Franco Amoroso y el cantante Gandolfo Ferro (quien también podemos escuchar en Acacia), disfruten de nuevo material, puesto que esta agrupación ha retomado la estafeta de protagonismo artístico y nos brindará finalmente su sexto LP, el cual ha de salir este viernes 25 de agosto a través de Pride & Joy Music, bajo el nombre de “HEPHAESTUS”, dios griego de la forja y el fuego, guía e inspiración de herreros, artesanos, escultores y metalúrgicos (estos muy relacionados en forma de memes a esta rama musical, jejeje).

La baza musical que promulga esta agrupación quizás no sea tan afín a lo que uno se esperaría de la nación con forma de bota, donde, como todos sabemos, la influencia de Rhapsody of Fire es bastante poderosa y casi que el crisol donde hemos visto crearse infinidad de buenos grupos salidos de allá, pero no ha sido así en el caso de estos chicos, los cuales nos traen un Power Metal más “a la antigua”, que se asemeja más a lo que podemos disfrutar en la escuela alemana o la sueca, sin tanta influencia de teclados o sonidos potentes de orquestas sinfónicas, sino apelando al poderío de las guitarras y la batería.

Desde el atrayente inicio que representa la canción “Hephaestus”, que intitula el álbum y da buen punto de partida a este sexto viaje artístico que nos brindan estos tifosi, pasando por números que prenden la adrenalina al retumbar poderoso de ese doble pedal en pies de Nicolas Callouri como “Masquerade”, su sucesora “King”, la también furibunda “Power” y la genial conclusión que dan al álbum con “Spellcaster”, podemos ver que este quinteto no quiere dejar dudas sobre su consigna (y eso me alegra, puesto que, como ya he criticado en reiteradas ocasiones, me hace arrugar la cara de grima cuando un disco es anunciado con bombos y platillos que es de “Power Metal”, cuando al final apenas 3 piezas -y por lapsos, no la pieza entera- se amparan en este épico, veloz y aguerrido subgénero, y el resto de la gesta artística es puro Hard Rock -que no está mal, pero POR FAVOR, ¡NO ME HAGAN PASAR ESO POR POWER METAL!-).

Claro, el disco también tiene variedad para los que no quieran ser abrumados por pura velocidad (bueno, ¿habrá gente que se queje de un álbum que sean puras canciones veloces, como lo fue en su momento el majestuoso “Battalions of Fear” (1988) de Blind Guardian?), y tenemos canciones algo más pausadas pero que llevan buen ritmo como “The Runes” o “We Are One” (ésta contando con uno de los estribillos más pegadizos y coreables del redondo), aparte de una bonita y muy sentida balada como lo es “Till The End Of Time”, donde el grupo deja salir su lado más sentido, sin perder la tónica épica que han querido revivir, para felicidad de quienes seguimos disfrutando aún en estos tiempos de este tipo de arte, y nos vale un cacahuate si es -según la disyuntiva de algunos quejumbrosos- “un clon más de Helloween”.

Es bueno que, aún en tiempos donde algún sector de la crítica arguya que “el Power Metal ya dio todo lo que debía dar”, todavía hay gente que cree en este tipo de música, y todavía mejor, que bandas con buena cantidad de años de no traernos nuevo material, aún tengan fe en él y nos traigan un álbum de tan buena y digna calidad, como lo ha logrado Heimdall en este bien logrado retorno.  No dudo en recomendarlo y decir que sería algo lamentable que pase desapercibido del radar de quienes hemos alzado la espada esmeralda, viajado por el Valhalla, dado gloria a los valientes y disfrutado sin parar de este arte a la velocidad de la luz nacido hace 38 años en Hamburgo (¿o 36 más bien?, el debate siempre estará en ese respecto).