Review Clásico: DREAM THEATER – Six Degrees Of Inner Turbulence 🇺🇸 (2002)
- 🎸 Progressive Metal
- 💿 Elektra Records
- 🌎 USA
- 📆 29 de Enero, 2002
Por Michael Prado
Cuando una banda llega a tener un número vasto de álbumes de larga duración, no es cosa rara que haya mucha discusión en torno a cuál es el favorito de quienes siguen dicho grupo, y esto se vuelve más variable cuando el grupo tiene tantos discos de gran calidad.
Claro, curiosamente en el caso que presentamos a continuación, que es el de Dream Theater, la cual es por mucho la más popular agrupación de Metal Progresivo en el mundo, nos encontramos de que, en un gran porcentaje, el álbum que lleva la bendición de encabezar muchas listas de favoritos de sus fans, resulta ser el maravilloso “Metropolis Pt. 2: Scenes From A Memory” (1999), disco que inició siendo una canción que continuaría la icónica “Metropolis Pt. 1: The Miracle & The Dreamer” del también genialísimo álbum “Images & Words” (1992), y al final lo llevaron a ser un álbum aclamado mundialmente.
En mi caso particular, y siendo alguien que también ama demasiado al quinto LP de estos neoyorquinos (que en ese momento eran liderados por el gran baterista Mike Portnoy), debo decir que el privilegiado de ser el disco de Dream Theater que más he disfrutado de todos los 15 que hemos recibido desde el inicial “When Dream & Day Unite” (1989), no es otro más que el que nos llegó un bendito 29 de enero del 2002, y que tuvo la particularidad de ser el primer álbum doble de estos genios de la música (tan acusados de abusar del virtuosismo en sus composiciones). Así es, amigas y amigos. Mi álbum favorito de Dream Theater no es otro que el sublime “SIX DEGREES OF INNER TURBULENCE”, mismo que comentaremos en este vistazo al pasado glorioso de la música.
Los que escuchamos el disco anterior de Dream Theater reconoceremos de inmediato el sonido de estática con que inicia el álbum, pues es el mismo que desencadenó el hipnoterapista tras decir al final de “Finally Free” la frase “Open your eyes, Nicholas”. Esta práctica será una que el grupo usará para “encadenar” en cierta forma los discos desde el “Metropolis Pt. 2” hasta el “Octavarium” (2005). Tras dejar atrás dicho sonido, el bajo del talentosísimo John Myung nos irá conduciendo a la línea de partida de lo que podríamos definir como la más potente canción jamás creada por Dream Theater, y que cuando la escuché no podía creer lo que tenía ante mí. Sí, señores, “The Glass Prison”, pieza que da arranque bestial y desenfrenado a la conocida “Twelve-step Suite”, donde Mike Portnoy musicaliza los 12 pasos que la organización Alcohólicos Anónimos usa para ayudar a quienes quieren dejar este devastador vicio (mismo que Portnoy decidió abandonar al final de la gira de su quinto álbum de estudio). De la pieza debemos decir que es una montaña rusa de un ritmo demoledor, emociones de todo tipo, una letra que narra las terribles luchas iniciales que todo alcohólico debe emprender para dejar atrás su pasado y buscar un resurgir en su vida, logrando así una de las mejores canciones que la banda haya logrado en su carrera (en mi caso personal debo añadir que es mi segunda favorita de todo su catálogo).
Tras un inicio tan arrollador, toca el momento de que la banda apele de nuevo a su faceta más habitual, misma que nos llevará a uno de los momentos que también destacan por su brillantez en cuanto a composición musical y lírica, como lo es la gran canción “Blind Faith”, que corre por autoría lírica del cantante James LaBrie (siendo ésta una de sus mejores letras a mi gusto). La pieza nos trae reflexiones muy profundas sobre el tema de la fe, sin buscar entrar en polémicas, pero trayendo al plato cuestionamientos muy válidos sobre dicho asunto, y la pieza, bueno, es el Dream Theater que todos conocemos, con un inicio calmo que va poco a poco desenvolviéndose en multitud de ritmos, atmósferas, riffs de guitarra, melodías del teclado de nuestro muy querido “Wizard”, el señor Jordan Rudess, que sin dudas no nos abandonarán las neuronas durante mucho tiempo.
Posterior a dicho número, nos hallamos con una pieza bastante experimental como lo es “Misunderstood”, en donde tenemos una de las más interesantes ideas labradas por el genio de las 6 cuerdas, Mr. John Petrucci, quien, tras componer el solo de esta pieza, decidió aprenderlo a tocar de manera inversa, lo cual hace en vivo con ayuda de efectos para traer esa sensación de escuchar una pista al revés de la canción. Quizás no sea de las más recordadas en el álbum, pero no por eso deja de tener ideas bastante llamativas y de ser un número digno de ser revisitado en escuchas posteriores.
La ciencia siempre ha sido el lugar donde los avances de la humanidad llegan a hacerse manifiestos, pero en los últimos años han surgido ciertas polémicas que, a algunos les parecerán absurdas, pero a otros les da ese sentido de urgencia de evitar a toda costa que se exploren esos terrenos, pues eso sería -bajo su perspectiva, sesgada, errada o no, queda a criterio de cada quién- “jugar a ser Dios”. Trayendo a la mesa la polémica que se desató en USA sobre la investigación de buscar métodos curativos a partir de células madre, se creó la fenomenal canción “The Great Debate”, donde la banda nos trae en una de sus mejores letras las perspectivas de ambos bandos, quienes buscan que esto llegue a buen puerto para que la medicina logre avanzar, y quienes consideran que esto simplemente buscará matar embriones de manera innecesaria. Musicalmente hablando, debemos decir que es una de las canciones que cuenta con parte de las mejores y más memorables interpretaciones instrumentales en todo el disco, y aparte un estribillo muy acorde que, si bien no es el de la histórica “Pull Me Under”, cumple bastante bien su función en esta elongada pieza.
La vida de un ser humano, si tiene suerte, puede llegar a durar entre 70 y 80 años, inclusive llegando hasta más. No obstante, hay casos que, por desgracia, no llegan a tener esa fortuna, dado el hecho de que les llega a acontecer el fatídico hecho de padecer una enfermedad terminal, la cual les va acortando poco a poco la vida. Nacida en reflexiones de James LaBrie sobre este tema, tenemos la muy emotiva y conmovedora balada “Disappear”, en la cual Jordan Rudess se luce con una de sus interpretaciones más melancólicas al inicio de la pieza, para luego dar paso a la guitarra acústica de John y el canto de James alcanzando matices que estremecen el alma, diría yo, hasta de sus críticos más acérrimos. Así termina el primer disco de este gran álbum.
Ahora llegamos a lo que considero yo una obra maestrísima, que exude calidad, brillantez y magistralidad por cada uno de los segundos que dura, los cuales no son pocos (42 minutos y 2 segundos para ser precisos). Lo que Dream Theater creó en la monumental y gargantuesca canción “Six Degrees Of Inner Turbulence” sin dudas es uno de los pináculos compositivos, no solamente en el Prog Metal, sino de la música en general. Una obra de arte que no tiene desperdicio por ninguna arista. Pero vamos, no quiero que se me vaya el espacio de este escrito solamente en halagos (los cuales, considero yo, se los merece y demasiado), así que adentrémonos en lo que nos brinda esta maravillosa obra musical.
El recurso orquestal no había sido muy explotado por el grupo en años anteriores, y esta enorme pieza (que es compuesta por 7 actos, de los cuales, por cierto, 6 de ellos son referentes a historias de individuos que sufren diversas enfermedades mentales) inicia con un asombroso acto sinfónico de nombre “Overture”, en el cual la banda se conjunta con la orquesta de manera sobresaliente para un inicio épico y colosal.
Tras el final tan maravilloso de esa apertura, los teclazos de Jordan Rudess, cargados de optimismo, nos llevan de la mano para arrancar con “About To Crash”, el primer acto cantado de la pieza, donde James nos cantará sobre una muchacha que sufre de desorden bipolar, la cual inicia su relato siendo una mujer muy entusiasta, pero conforme la música avanza, su propio marido comenta que esto es algo temporal, y así vemos cómo ella cae en un estado de bajonazo mental donde pierde el tiempo de manera lamentable, para, al final de la pieza, retomar los bríos iniciales.
La guerra llega a dejar terribles secuelas en las mentes de quienes estuvieron en el campo de batalla (que hablen de ello en especial los que fueron veteranos de estupideces como la Guerra de Vietnam), y el estrés post-traumático que queda en estas vidas los perseguirá por el resto de sus vidas, tal cual lo hará con nosotros la tremenda y potente musicalización creada para “War Inside My Head”. El sonido de la pieza, que suena como una marcha militar, va muy acorde a la temática de la canción, que nos narra las penurias de uno de estos guerreros esforzados y forzados a participar de estas masacres, y donde las voces de James y Mike se combinan en el estribillo, uno de los mejores del álbum.
¡Qué inicio tan sorpresivo nos aguarda en manos de Jordan Rudess con su enloquecida melodía de teclados que marca la entrada en escena de la demencial “The Test That Stumped Them All”! Dicha sección de esta gran pieza nos lleva ahora a conocer las dudas crecientes de un grupo de médicos sobre qué hacer y cómo tratar con un paciente de esquizofrenia, la cual siempre ha sido un verdadero dolor de cabeza para los especialistas de la psiquiatría. ¡Vamos, que hasta de terapia de choque se llega a hablar para intentar ayudar al pobre sujeto! Así como de retorcida está la mente del desafortunado paciente, así es de frenética la instrumentación tan genial de esta sección de la pieza.
Ahora llegamos a una de esas piezas que me deja con el corazón hecho un puño, en especial por la manera tan conmovedora en que la historia de la misma es tratada. Y no es para menos, puesto que “Goodight Kiss” nos relata el suplicio de una madre que quedará para siempre marcada por la depresión post-parto tras haber perdido a su retoño, ya sea por una mala praxis, o ya sea porque el destino así lo quiso. Escucho la letra de esta canción y es casi que el torrente de lágrimas quiere salirse de mis ojos de manera inevitable, y si a eso le sumamos el solo de John Petrucci, ¡discúlpenme, pero el llanto se convierte en émulo de Thanos, inevitable!
Pero bueno, en la música no es nada raro que después de obligarnos a sacar el violín nos pongan de nuevo en una ruta más alentadora (aunque la letra no sea precisamente así, la música sí nos quisiera hacer sentir mejor). Nos toca ahora pasar por la estación llamada “Solitary Shell”, donde conoceremos ahora el caso de un chico con autismo, cómo fue creciendo y sus dificultades para integrarse a la sociedad, donde, pese a todo, sigue queriendo buscar avanzar en su vida. El solo de teclados final del Wizard es otra de las grandes delicatessen de esta obra maestra.
Nuevamente volvemos a toparnos con la chica que padece trastorno bipolar en “About To Crash (Reprise)”, para ya ir buscando aterrizar más la pieza, algo que empezará a hacerse evidente con “Losing Time”, que nos lleva ahora a conocer a una jovencita que padece desorden de identidad disociativa, lo cual la lleva a desconectarse del mundo a su voluntad y mostrar más de una cara ante la sociedad.
Así, llegamos al majestuoso acto final de la pieza, el cual es “Grand Finale”, y no podía tener un nombre más acertado, pues así de grandioso es el final, donde nuevamente la orquesta entra en protagonismo en conjunto con la banda, que nos invita a ser más empáticos con esta clase de personas, pues son seres humanos como nosotros. La pieza termina con un acorde en Mi Mayor que se va diluyendo poco a poco y lo volveremos a ver en un futuro.
Dudo mucho que algún día estos neoyorquinos logren superar lo visto en estos 2 discos que lanzaron hace ya 20 años (y sobre todo, viendo lo que es la actualidad del grupo, donde sí, siguen teniendo un virtuosismo impresionante, las interpretaciones de James LaBrie son cada vez más decadentes en cuanto a tono y sentimiento). Pero aún así, es una dicha saber que en un momento de su historia lograron traer un producto de calidad tan inmensa, el cual quedará para disfrute de generaciones de generaciones mientras el mundo sea mundo. ¡Bendito sea el año 2002, que nos brindó tan hermosos álbumes como éste!